“Cada día cobra más importancia el respeto a la intimidad o vida privada. Los medios de comunicación han sobrevalorado el derecho a la información invadiendo aspectos de la vida privada que antes eran más respetados”.
¿Se respeta la intimidad en el mundo digital? Es una pregunta que genera un gran debate. Actualmente nos encontramos en un mundo tan cambiante y que crece a pasos agigantados donde el acceso a la información cada vez se facilita más a las personas y la inmediatez de esta información es un factor fundamental.
Los medios de comunicación al parecer han dejado de lado la ética profesional por la intencionalidad de llevarse el “honor” de la primicia; muchas veces esta misma se encuentra carente de veracidad y no tiene en cuenta el daño que puede causar en una persona un mal manejo de la información y más si esta es de carácter privado.
“No es lícito usar la imagen de otra persona sin su autorización. No es válido obtener fotografías de las actividades personales o íntimas, mediante cualquier recurso, (cámaras de video o fotográficas), sin la autorización de la misma persona. Si son políticos, artistas, deportistas, etc., únicamente se podrá usar su imagen de su actividad pública”.
Teniendo en cuenta esto, hagámonos la siguiente pregunta: ¿Se respetan nuestros derechos íntimos? En su mayoría de veces, claro que no. Alvin Toffler, en su libro La tercera ola, utiliza un término muy preciso para referirse a nosotros los ciudadanos del común que también de forma indirecta estamos cayendo en la violación a los derechos íntimos de las personas. Prosumidores, consumimos y generamos contenido en el mundo digital.
Somos partícipes de este tipo de vulneraciones cuando nos llega una foto de una persona que no conocemos y la difundimos sin su consentimiento. Somos partícipes también cuando opinamos desde el desconocimiento del tema y creando desinformación y morbo mediático.
Es muy importante que recordemos que: “La vida privada es una garantía de su libertad, la cual no admite excepción. Ningún ciudadano, ni el mismo Estado pueden afectar este derecho”.
En conclusión, así como le exigimos a los medios de comunicación trasparencia, respeto y veracidad a la hora de compartir información en las plataformas digitales, nosotros como prosumidores debemos encargarnos también de hacer valer el derecho que como individuos tenemos. Ser profesionales éticos no es una cuestión negociable, ni endeble. Seamos conscientes de los daños que podemos ocasionar por el mal manejo de la información o por simplemente ser partícipes del morbo mediático que ocurre a diario en las redes sociales.