Durante los últimos meses he visto con gran interés cómo el representante a la Cámara Inti Asprilla gana protagonismo en las redes sociales. Bueno, para ser justos no solo él gana protagonismo, sino, sobre todo, las diferentes causas con las que se relaciona. Entre estas encontramos: la revocatoria del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa; la defensa de los vendedores informales; TransMilenio y el relleno sanitario Dona Juana. Tal multiplicidad de proyectos en los que vemos al joven representante, me hace pensar que es él quien va a liderar, en unos años, una propuesta populista de trasformación política para el país.
Para dar soporte a mi afirmación acerca del populismo de Asprilla, es necesario iniciar por definir brevemente el término populismo, pues por la forma en que comúnmente se usa en los medios de comunicación, mi afirmación parecería un insulto y no es eso lo que busco. Por el contrario, considero que lo que le hace falta a este país es un gran movimiento populista de izquierda, capaz de articular a las clases populares, para acabar con la vieja política que tiene secuestrada a la democracia en Colombia.
Siguiendo este orden de ideas, afirmaré, en primera instancia, que el populismo no puede seguir siendo visto como una forma abyecta de la democracia, que tendría por finalidad socavar las instituciones para otorgarle poder absoluto a un líder autoritario. Antes que esto, el populismo debe ser visto como una estrategia política, de naturaleza discursiva, que busca concretar alianzas entre los diferentes segmentos de las clases populares, al tiempo que crea fronteras muy claras que permiten al pueblo oponerse a esos sectores de la población que podemos definir como el enemigo del pueblo. En el caso de Colombia este enemigo está compuesto por una clase política corrupta e inepta, cuyas políticas no se orientan a dar solución a las necesidades que aquejan a la población, sino que defienden los intereses del capital transnacional. Pero de manera más concreta, en el caso de Asprilla, podemos ver que el enemigo es el alcalde de Bogotá, cuyas políticas van en contra de los sectores populares de la capital.
Según esto, el populismo tiene dos tareas muy claras. La primera de ellas es articular, pues si bien el pueblo no es una masa homogénea, sino que es ampliamente diverso, el líder populista debe ser capaz de crear unidad, sin desconocer la multiplicidad. En este sentido, podemos ver en Inti Asprilla a una figura política que logra crear vínculos que estrechan los lazos que unen a las clases populares. Esto es fácil de comprobar, pues se sabe que el Representante goza de amplio reconocimiento entre la población de los barrios afectados por el relleno Dona Juana. También lo vemos apoyando de forma decidida a los vendedores ambulantes, pero no desde su escritorio, como muchos tratan de hacerlo, sino en la calle, en el lugar en que los vendedores informales se ganan la vida. Además de lo cual, Asprilla acompaña a algunos habitantes de Bosa mientras hacen su tortuoso recorrido en TransMilenio, lo hace con un llamativo saco que dice “Peñalosa súbase a TransMilenio”.
La segunda tarea que tiene el populismo es la de oponer. Pues, así como las clases populares deben articularse, esta relación que se establece entre ellas se hace a propósito de un enemigo común. En este caso, como ya se dijo, es muy fácil definir a este sujeto antagónico, el impopular alcalde Enrique Peñalosa, quien, desde que llegó a la alcaldía no ha hecho otra cosa que hostigar a la población capitalina. El alcalde, que ha estado involucrado en la venta de buses y que parece enemigo de todo lo que le huele a pueblo, ha tomado una serie de medidas que muestran una clara oposición con los sectores populares. Por ejemplo, busca extender la licencia del relleno sanitario Dona Juana, a pesar de todos los problemas que eso trae para los sectores más vulnerables de la ciudad, ha endeudado a la ciudad con el fin condenarla a un sistema de transporte ineficiente e inhumano como lo es TransMilenio, además de lo cual, sube de forma arbitraria el pasaje de este sistema de transporte, sin tener en cuenta lo que eso puede afectar a las personas con menos recursos. En fin, son múltiples las agresiones que se propinan a las clases populares desde la alcaldía, y en la mayoría de esas insufribles situaciones encontramos al representante Asprilla liderando la resistencia, estableciendo alianzas con todos aquellos a los que la alcaldía trata con desprecio.