Nuevamente los usuarios de la Costa Atlántica están perdiendo la paciencia frente a las situaciones generadas por la ineficiencia e ineficacia de la operación de Electricaribe S.A. E.S.P, empresa intervenida más para mal que para bien. Como dice el dicho popular, pasamos "de Guatemala a Guatepior".
En estos últimos días es común observar cómo se va el fluido eléctrico y cómo va fluctuando, generando, por consiguiente, daños en los electrodomésticos. A veces el fluido se interrumpe más de 11 veces en menos de 24 horas. Uno aveces piensa que además del detrimento patrimonial existente, hay una extrema laxitud del Gobierno frente a los intervencionistas y poca voluntad de acción, factores claves para incubar esta nueva catástrofe energética que hoy experimenta el Caribe.
La continuidad de la problemática nos permite colegir que la tan cacareada intervención sirvió para nada, pese a que fue establecida una hoja de ruta para la modernización del sector eléctrico en la región, que incluía el compromiso de Electricaribe por acelerar procedimientos técnicos que estabilizaran el servicio prestado a más de 2.5 millones de clientes. Ni el ultimátum del pueblo, ni los compromisos del Estado para que sus entes territoriales paguen 150.000 millones adeudados a la electrificadora fueron suficientes para que la empresa cumpliera lo pactado. Por el contrario, continúa afectando la vida diaria de los millones de personas que habitan esta parte del país.
Hoy el panorama es sombrío, siguen prestando un servicio intermitente que condena día tras día al calor, oscuridad e inoperancia de la ciudadanía. Resuenan voces de indignación y la sociedad se unifica para hacer sentir su protesta.