Como un nuevo golpe a la moral y al monor de los miembros del nivel ejecutivo de la Policía Nacional, especialmente de aquellos que recibirían el grado de intendentes en este mes de abril, se cataloga la negligencia de la Dirección Administrativa y Finananciera de la institución armada, al no suministrar de forma completa y equitativa la dotación de uniformes No. 2. Es decir, el uniforme de protocolo y gala color azul que se requiere para que oficiales y suboficiales en el grado de sargentos e intendentes reciban ese anhelado grado, así como el sable símbolo del mando lo cual se convierte en prestigio y honor, reflejando en esto su trayectoria y jerarquía institucional.
Lo más curioso es que a los almacenes de intendencia de cada unidad policial llegó tan solo el 25% de la dotación, y para tratar de disimular el grave error contractual decidieron repartir de forma incomprensible los uniformes, pues a unos les correspondió tan solo una camisa blanca y los zapatos negros, a otros sólo el sable y un kepis (gorro), y a otros el traje sin sable y sin zapatos. Así las cosas, la orden verbal y por debajo de cuerda fue que consiguieran las prendas prestadas así como el sable, lo que desvirtúa el honor y prestigio de quienes aspiraban a recibir su nuevo uniforme y el símbolo del mando, el sable.
Tal vez muchos policías con el fin de cumplir su sueño de recibir el nuevo grado en ceremonia y protocolo asistirán a las diferentes escuelas donde se realizarán las ceremonias de ascenso de Suboficiales y Nivel Ejecutivo, pero con la convicción de que el uniforme y el sable o cualquier otra prenda no les pertenece, es prestado.
Pero lo que sí preocupa es desconocer que pasó con la contratación de esa dotación. ¿Hubo negligencia? ¿No hubo planeación? ¿Se extraviaron los recursos?
Al final, quienes no recibieron su dotación se quedarán sin su ceremonia y por consiguiente les tocará recibirlo por «ventanilla».