En los últimos días hemos descubierto con cierta angustia la posición del candidato presidencial Rodolfo Hernández respecto al papel de la mujer de la sociedad.
Aunque su entrevista con Marcelo Cezán fue acomodada para parecer lo que no era, días después en Caracol Radio ratificó lo que había dicho: en su ideal las mujeres deberían estar en la casa cuidando a los hijos, pero las preocupaciones económicas son tantas que tienen que salir a trabajar.
Su machismo es tan desbordante que es inocultable.
Pero sus ideas sobre la mujer trascienden este nivel.
En un audio muy divulgado en redes sociales, el candidato sostiene que: “…en política recibimos a la Virgen Santísima y a todas las putas que vivan en el mismo barrio con ella”.
Parece que los únicos principios morales que tiene el ingeniero son los asociados a la búsqueda de dinero, porque de respeto a los demás
—incluyendo a Dios— están mediados por el enriquecimiento a toda costa.
No creo que el inmenso pueblo católico de Colombia deba votar por alguien que insulta a la Virgen solo por ir en contra de Petro. Aunque se tenga miedo de la izquierda, un voto a Rodolfo Hernández significa secundar el machismo y la patanería que alcanzan para denigrar hasta la Virgen María.