Vladimir Putin tendrá un retiro blindado. El presidente ruso ya se garantizó con la reforma de la Constitución poder retener el poder otros 20 años, acaba de conseguir el apoyo de la Duma para blindar su inmunidad de por vida cuando abandone la política.
El cambio legal impide juzgar a los expresidentes por causas anteriores y posteriores a su mandato: no podrán ser detenidos ni interrogados, y esta inmunidad se extiende a su familia, su patrimonio inmobiliario o sus medios de transporte.
Esta iniciativa legislativa aprobada el martes ha acrecentado los rumores de su posible marcha. Un académico crítico con el gobierno incluso ha aventurado que tiene Párkinson.
Putin tiene ya 68 años, pero el Kremlin trató de zanjar las elucubraciones diciendo que el presidente goza de buena salud. Su ficha médica es secreta. Pero su blindaje va a ser a prueba de transiciones.
Putin sólo podría perder su inmunidad si es acusado de traición o de otro crimen grave. Pero estas acusaciones tendrán que contar con el apoyo del Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y dos tercios de los diputados y los senadores. En realidad está repitiendo la jugada que él mismo hizo en 2000, nada más llegar al Kremlin, cuando garantizó por ley la inmunidad de Boris Yeltsin.