Cuando se creía que el nuevo congreso, tanto la Unión Nacional como el Polo y el Centro Democrático, se iba a conformar un parlamento decisorio sin mezquindad y arrojo en bien de los colombianos, lo que se esta viendo es un congreso con rencores de antaño y rencillas políticas que en sesenta días de haberse posesionado, ninguno de los proyectos propuestos por el presidente Santos, Centro Democrático y otros parlamentarios, han tenido espacio y disponibilidad para el debate respectivo, aún cuando son necesarios proyectos urgentes como reforma agraria y adecuación de tierras, para organizar allí pequeños productores agrícolas e incluir la devolución de las mismas a quienes por circunstancias de inseguridad les robaron; puntos que se pactaron entre gobierno y dignidades campesinas con acuerdos para bajar el precio a los insumos agrícolas, acabar con el contrabando de productos en especial de papa, cebolla y frutas.
Otro de los puntos acordados por el gobierno es la recopilación de datos sobre cuánto terreno baldío existe en el país, con el fin de hacer entrega en común y proindiviso, predios a más de seis millones de desplazados debido a la guerra fratricida presente en el campo, como también inversión en servicios básicos, apalancando así la construcción de acueductos que conduzcan agua potable a cada una de las regiones y municipios en especial a aquellos territorios donde la corrupción y malos manejos del erario, mata de sed y hambre a miles de niños y adultos mayores.
Estas controversias entre los distintos focos políticos en las cámaras, hace que las altas cortes y la misma fiscalía aprovechen estos baches para sacar a la luz pública lo que está por fuera de legalidad. En cuanto a los primeros, desempolvaron la reforma a la justicia, permeada de impunidad en beneficio de muchos congresistas de orden nacional y regional y altos jefes de control y rangos militares, debido a confabulaciones de estos con grupos fuera de la ley; así como la desfachatez del segundo, al visibilizar asuntos de orden judicial con el hacker en medios de comunicación haciendo show mediático, que fue uno de los asuntos que trascendió el 26 de agosto en el senado, todo por contiendas que existen a nivel corporativo, en lugar de pensar en los electores acudientes a las urnas, bien por actos de constreñimiento, obligados por grupos al margen de ley o por acción moral del sufragante.
Aquella frase que dice “Un gran poder requiere de una gran responsabilidad”, no tiene esa repercusión especial en la moral de quienes propenden hacer las leyes, su único fin no es más que el bien personal y usufructuar el erario (mermelada).
¿Será que en el congreso hay alguien que tenga moral para debatir proyectos que promuevan la honestidad y buenas costumbres? Es difícil pero puede haberla hacia el futuro. La sesión del día 26 de agosto de 2014 en el senado, la incoherencia, la catástrofe, los malos modales e insinuaciones peligrosas, la percepción emocional de cada uno de sus integrantes en contra del opositor, las mociones de orden hechas por algunos congresistas y muchas veces denegadas u olvidadas por el presidente del senado, fue la pasta que fortaleció la desvergüenza y la iniquidad como la putrefacción del rancio poder legislativo. Es más, el Centro Democrático falto de carácter, razón social y de convivencia, en cartones esbozaban que no eran criminales, y para esto se prestó el politólogo Rangel militante del denominado Centro Democrático liderado por Uribe, cuando antes en sus columnas denigraba la forma de gobernar del mismo.
Con qué autoridad moral, el congresista Uribe y sus allegados denuncian al presidente Santos de repartir mermelada a políticos de la Unidad Nacional, con qué autoridad moral se denuncia dineros mal habidos de fuerzas oscuras en la campaña del presidente Santos cuando en primer y segundo mandato según Claudia López en su exposición, el expresidente Uribe tuvo en 2002 y 2006 financiamiento del paramilitarismo y algunos miembros de las FARC-ep. Con qué moral el expresidente ahora senador Uribe habla de mermelada cuando en sus dos mandatos repartían notarias, se daban prebendas millonarias a cada uno de los parlamentarios para que aprobaran leyes o se maltratara la constitución de 1991 en favor propio, caso reelección, o se firmaran acuerdos con senadores apáticos a reelección de Uribe, como Yidis Medina, Teodolindo y otros, causal bien conocida en los medios.
Es decir, ahora en cualquiera de las cámaras colombianas puede ingresar la prestancia política investigada por paramilitarismo, corrupción, falsos positivos, violación a los derechos humanos, interceptaciones ilegales, adquisición de inmuebles y muebles mal habidos etc, a fomentar proyectos, legislaciones y a denunciar lo que no ha pasado, como también la filtración de coordenadas y la forma retórica de dividir a las fuerzas armadas y confundir al pueblo, lo que llama polarización.
Este nuevo congreso demuestra la confusión e inmoralidad política, así como el asentamiento de ideologías contraproducentes a la dignidad y buenas costumbres, a la vez que, se observa el constreñimiento al elector (MOE) por quienes manejan el destino del país regional y nacional, dejando ver entre otras cosas la poca calidad en sintaxis argumentativa, caso Centro Democrático, donde a falta de ideas para debatir y razonamiento específico, hace que se maltrate a quien no comulgue con sus diatribas políticas en medios sociales y en la misma curul. Más las promesas hechas en campaña que no se cumplirán a miles de campesinos creyentes una vez más, que en las urnas se encuentran los cambios a las necesidades del pueblo, cuando la realidad es inversa a los argumentos.
No esperemos los colombianos que los integrantes del congreso y la cámara por la discordancia filosófica y personal, así como del ejecutivo y judicial, dirijan las locomotoras en bien de la igualdad y equidad que tanto promulga el presidente Santos y sus huestes. Ricos más ricos, pobres más pobres y la mal llamada clase media con salarios de hambre. Como alguien dijo: todo marchará bien, lo dictaminará el tiempo.
