Walter Riso, el bestseller que los no toleran los seudointelectuales

Walter Riso, el bestseller que los no toleran los seudointelectuales

Profesor universitario, escritor de publicaciones científicas y activista político, escribió libros de autoayuda para llegar al mundo entero

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septiembre 15, 2017
Walter Riso, el bestseller que los no toleran los seudointelectuales

Los hombres tienen derecho a ser impotentes, débiles y fracasados. Esa es la tesis del libro más pirateado y famoso de Walter Riso: Intimidades Masculinas. Pero esa es la versión comercial por la que, el mismo Riso, se quiso a dar conocer.

No es argentino como muchos piensan. Nació en Nápoles, Italia, y muy joven se fue a vivir a Argentina, la cuna de la sicología en América Latina. Caminaba todos los días, de arriba abajo, la calle Pichincha, el corazón de los emigrantes - la mayoría refugiados de la Segunda Guerra Mundial - italianos en Buenos Aires. Estudió en la Universidad de San Luis, que sin ser una de las mejores en reputación, es reconocida en el continente por su reputación en la producción de investigación. Ese terminó siendo el gran fuerte de Walter Riso, quizá el egresado más famoso de la San Luis.

Durante su adolescencia aprendió a trabajar. Su padre tenía una pizzería, El Vesuvio, y cuando Walter no estaba jugando los dos deportes en los que sobre salía - fútbol y baloncesto - ayudaba a su papá atendiendo mesas. Con el tiempo pudo entrar a la cocina, y ahí empezó su intensa relación con la gastronomía italiana.

“Yo no puedo aceptar que la gente se muera ahogada en Melilla, yo no puedo aceptar esa falta de solidaridad. Fíjate que Austria lo que está haciendo la gente del común es ir en su automóvil a la frontera y recoger a los inmigrantes. La gente los está recibiendo.” Desde la crisis migratoria, se convirtió en un abanderado por defender los derechos de los refugiados e inmigrantes (los cuales él separa pero dice que hay que recibir por igual). Es el pensamiento de un humanista.

Cuando entró a la universidad, hizo caso a lo que quería su familia: Ingeniería Electrónica. Pasó cuatro años entre números y ecuaciones, pero faltándole un solo año para convertirse en licenciado, lo enamoró la calle. Buenos Aires estaba bajo el yugo del General Juan Carlos Onganía.

Walter Riso abandonó los estudios para hacer parte de los movimientos de contracultura que estaban a disposición. Se obsesionó por construirse como una persona estable, y conoció las culturas orientales de crecimiento personal: ahí coemnzó la base de su visión de la vida. Luego pasó a estudiar las ciencias sociales, y decidió adentrarse en ellas.

Todavía habla con un dejo argentino. Con esa cadencia explica desde cómo superar una tusa, hasta cómo se formó el mundo: “El eje axial es el 700 - 400 a.c. y ahí hubo una explosión de sabiduría, en la conciencia cósmica: cohexistieron Lao TSE, Zuan Zu, aparece Sócrates y Buda, aparece Zaratustra... Todo lo que vemos hoy en día viene de ese periodo en la historia. Yo fui hippie, pero tarde entendí que todo lo que sea contracultura viene de Diógenes.” Así comenzó su clase que dio en la Universidad de Medellín sobre la sabiduría en tiempos de postmodernidad. “De ellos tenemos que aprender a hacernos las preguntas correctas.”

No terminó de estudiar sicología allá, y en 1979 terminó su carrera en Cali, en la Universidad San Buenaventura. Con la editorial por delante, comenzó a especializarse:  psicología clínica cognitiva en la Universidad del Norte y estudios de maestría en Bioética en la Universidad del Bosque. Pero no se dejó absorber por los aires superiores de la academia.

Se aseguró de tener qué contar antes de ponerse a escribir. . En 1988 imprimió en una imprenta de garaje 300 ediciones de Aprendiendo a quererse a sí mismo. Los llevaba en el baúl del carro, y regaba en pequeñas editoriales. Cuando volteó a ver, había tenido que reemprimir varias ocasiones y terminó vendiendo más de 5000 copias. Fue ahí cuando un paciente suyo le entregó el libro que había comprado a la Editorial Norma, y Walter Riso se convirtió en un tsunami.

Siguió investigando, mientras su conocimiento lo plasmaba en los libros que para entonces no se conocían como superación personal: era un género por descubrir. Pero él la tenía clara. La tenía clara: pan y circo para el que lo quiera recibir, investigaciones para el que las quiera leer. Tiene 25 libros (más de 6 son puramente académicos, como Terapia Cognitiva), y sus libros se pueden leer en chino, holandés, alemán, italiano, catalán, griego, esloveno e inglés.

“Cuando voy a una conferencia, siempre me gusta más el que más sencillo hable. Por lo general las palabras rebuscadas se asocian con inteligencia. Pero es al revés. Muéstreme con palabras y no con discursos.” Pero los medios, impulsados por la Editorial Norma, se dedicaron a mostrar un escritor light y comercial: ellos también bebían de su popularidad digerida. “¿Quiere cerrar ciclos en el amor? Walter Riso le explica cómo” así todos se iluminaban con un poco de luz que rebotara del gran best seller de Colombia., una luz que le sobraba. El estrellato lo vivió en Colombia, pero ahora pasa el 70 por ciento del tiempo en Barcelona. “Yo, como Diógenes, me considero un ciudadano del mundo.” A ver cuantos saben quien es Diógenes.

Cualquiera que hable español conoce su nombre: “Maestro, ¿cuando viene a México? Lo extrañamos.” Su muro en Facebook recibe más de 10 comentarios al día, la mayoría agradeciéndole sus frases, pero muchos otros pidiéndole que visite su país. Pero también sus estudiantes le escriben. No es un profesor cualquiera, es más una estrella de rock: “Leer al profesor Riso es para mi ya una necesidad… Le doy infinitas gracias por todo.”

Ha tenido cargos en grandes centros de sicología en el país: presidente honorario de la Asociación Colombiana de Terapia Cognitiva, Coordinador y fundador de FORMAR (Centro de investigación y terapia del comportamiento) y del CEAPC (Centro de psicología clínica y terapia cognitiva).

“Uno en el orgasmo no arranca a pensar en las consignaciones. Uno está en lo que está, uno está en el aquí y en el ahora.Yo creo que uno no se viene, uno se va. Y así debería ser todo en la vida.”

Pero en su conferencias ha dejado claro que no quiere convertirse en un académico tradicional. Estudiar, para él, sirve para aplicar, para que se use, no para que se quede en libros. Para cualquier bogotano que use con asiduidad Transmilenio, es claro que su objetivo se cumple. Es un doctor cuyos libros se leen los colombianos parados en un Transmilenio: prevalece la pasión por su pensamiento a la seguridad de tener las dos manos en la barra del transporte suicida.

“Pasé meses con Lamas y Swamis. Muchos de ellos duran 15 días sin hablar, y al principio yo me ofendía y les decía: Swamito, ¿es que no me vas a hablar, o qué? Pero luego entendí lo que decían los discípulos de Sócrates, que ellos aprendían del maestro cuando este se callaba, porque lo veían actuar, veían su coherencia. Por favor, hagan ustedes lo mismo. Me ha pasado a mí con la señora que me vende el perejil en Buenos Aires. Es completamente coherente con su vida, y es sabia.”

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