La vida no siempre es justa, y el fútbol tampoco. Es una relación dual que no admite discusión. El más claro ejemplo de ello es Andrés Iniesta, mejor jugador de la Eurocopa en 2012, XI Mundial de FIFA desde el 2009 hasta el 2017, mejor constructor de juego del mundo en 2013 y 2014, mejor jugador en Europa de la UEFA en 2012, MARCA leyenda en 2012, autor del gol de la victoria en la final de la Copa del Mundo, entre otras premiaciones hacen de este jugador algo más que un fenómeno.
Es de humanos errar y France Football se dio cuenta de ello. En un artículo llamado Perdón, Andrés la revista intentó enmendar una equivocación que el mundo del fútbol reconoció haber cometido. No se explica por qué un jugador de la calidad de Andrés Iniesta, acompañado de su extenso palmarés, y si se quiere de su intachable conducta dentro y fuera de las canchas, no haya ganado el balón de oro. Muchos jugadores estrellas en el deporte lo han ganado como Ronaldinho, Kaká, Messi, Cristiano, entre otros; entonces no se entiende cómo el español no posee tan apreciado galardón.
El hincha del fútbol se podría preguntar, ¿en realidad el balón de oro se le otorga a quien lo haya ganado merecidamente? Es un cuestionamiento válido, sobre todo hoy en día, y es que otros muy buenos jugadores no pudieron ganarlo avivando las llamas del debate. ¿Es una cuestión de marketing?, podría ser. ¿Es una cuestión de merecimiento?, también; lo único cierto es que jugadores especiales, de talla mundial, distintos, estuvieron en medio de la disputa y solo ellos, nada más que ellos fueron los perjudicados.
Iniesta representa a las víctimas de un grupo de personajes que con criterios arbitrarios eligen a los que consideran estuvieron mejor (porque no siempre se elige al correcto). Es allí donde entra el debate, para algunos estuvieron bien elegidos, pero otros discrepan. Sin embargo, cuando un jugador acapara buenos conceptos, elogios y respeto por parte de un grupo heterogéneo, ferviente y preferente llamado “futboleros”; entonces, podemos darnos cuenta que se cometió un error hacia él.
No hay mejor crítica que la de los propios compañeros de profesión, y si estas son muy buenas entonces sabes que estás haciendo bien las cosas. Es lo que pasa con Andrés. Aunque no ostente ese trofeo todos reconocen su talento y su capacidad.
—“Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano?”.
—“Setenta veces siete”.
Andrés, entonces debes perdonarnos…