Allí estaba Farid Char Abdala, el patriarca, mientras monseñor Victor Tamayo oficiaba la misa en Jardines de la eternidad y le recordaba a los presentes que seremos polvos algún día. No nos llevaremos siquiera el reloj favorito para controlar los segundos, minutos y horas de nuestra efímera vida. La luz de los bombillos se reflejaba en el reloj de pulso de Alfredo Char Yidi, el mayor de los hijos del primer matrimonio con Gladys Yidi, de quien se separó en 1985, . el mismo que pocas horas antes lucía su padre en la casa de Villa Campestre que compartía con Liliana Rozo Pinzón. Ninguno de los artistas que tanto ayudó en vida estaban allí para despedirlo y cantarle un réquiem, un bolero o una salsa de la Sonora Matancera que tanto le gustaba. Fausto Chatela, Congo de Oro, no fue capaz de cantarle un bolero, su bolero favorito.
Ese 28 de junio de 2017, día en que falleció, cremaron rápidamente al destacado empresario, compositor y cantante, Farid Char Abdala, 77 años y dos dias después fue la misa en la Catedral Metropolitana frente a sus cenizas del hombre que habia revolucionado la radio barranquillera y nacional al crear la cadena Organización Radial Olímpica (ORO), desde que hacía un programa musical en Radio Regalos de Soledad, en 1968.
El verdadero artista, el hombre talentoso y bondadoso de los Char, era Farid. Lo conocí en 1981 cuando conversaba con Efraím Peñate Rodríguez, destacado comentarista deportivo, quien fue la primera persona que me dio la oportunidad de trabajar como periodista en Radio Sutatenza, al lado de prominentes hombres de radio como Mike Fajardo, Manuel Manny Ramírez y el mismo Carmelo Castilla. Yo era un pelao que apenas iniciaba mis estudios de comunicación social y periodismo en la Uniautónoma, y me tenían en la nómina porque era un buen redactor. Peñate me contó una historia para resaltar la bondad de Farid.
En 1968 había un producto farmacéutico que podía costar $30.000 el frasco, inalcanzable para cualquier pobre de la época. Como el producto servía para combatir el guayabo, a Farid se le ocurrió venderle una cucharada en $100 a un vendedor de plátano en el mercado de Barranquilla. No solamente le hizo un favor al enguayabado sino que con ese producto ganaban mucha plata, hasta vender 200 frascos en un día, según el testimonio de Peñate.
A las 3:30 de la tarde terminó el santo oficio dirigido por el padre. No se escuchó ninguna palabra para destacar la vida y obra de un hombre que hizo mucho por el deporte y la cultura. Ningún deportista estaba presente. Ningún dirigente deportivo. Ningún artista. Tampoco se había escuchado algunas de sus canciones que interpretó, ni una relación de la gloria deportiva que le acompañó, como los tres títulos del Campeonato Profesional de Basquetbol y los siete títulos del Torneo Profesional de Béisbol con Los Caímanes. Sus hijos menores (Cristian y Daniela Char Rozo) no estaban. Danielita, su hija mimada, a quien le cantaba y le grabó en ritmo de bachata una hermosa canción cuya letra la adaptó especialmente para ella: “Hija”. Sería su última canción.
Pero Danielita Char Rozo no alcanzó a llegar al funeral. Alfredo Char Yidi y su madre Gladys Yidi decidieron que la cremación debía ser ese mismo día sin esperar que regresaran de inmediato a Colombia los hijos del segundo matrimonio. Ella y su hermano Cristian estaban en Miami con su madre, Liliana Rozo Pinzón quien estuvo junto a él durante los últimos 30 años, con algunos breves intervalos. Farid, quien estrenaba visa, despues del viacrucis de toda la familia con el patriarca Fuad a la cabeza, de habérsela quitado, pero prefirió no viajar a Estados Unidos y tomó rumbo Panamá con su hijo mayor, Alfredo Char , y uno de sus socios y amigos, Eduardo Orfale, quien le administra varios de sus negocios, como el restaurante Langostino de Barranquilla, donde inicio el proceso que lo condujo su prematura muerte a los 77 años. .
Una vez el sacerdote terminó la misa, ¡un silencio sepulcral invadió el recinto!
De las 20 personas que aproximadamente se encontraban acomodadas en la capilla, seis eran trabajadores de confianza de su primera esposa Gladys Yidi. Además de los hermanos Char Yidi, estaba Fuad solo, sin su esposa María Mercedes de la Espriella (tía de Elsa Noguera de la Espriella); Simón con su esposa Loren; Antonio Char Chaljub; David y Jimmy (hijos de Habid), entre otros. Mientras los cuatro operarios del cementerio retiraban el ataúd para depositarlo posteriormente en el horno crematorio del cual saldría vuelto un puñado de cenizas, no se percibió siquiera una furtiva lagrima de los familiares que asistieron. Mucho menos se escuchó un réquiem por Farid, como cuando Rafael León homenajeó al poeta de Granada (Federico García Lorca) fusilado por las tropas franquistas:
En realidad Farid Char era un artista, bohemio y soñador que se apasionó por la música y ayudó a muchos compositores, interpretes y músicos. Esa faceta la reconocen los familiares y amigos de farras, pero también aquellas personas que lo conocían desde hace 40 años, como Álvaro Barbosa, director del programa Boleros y Baladas de Oro que se transmite por Emisoras Atlántico y en el cual participaba el empresario:
“En el 2006 grabó, junto con Nelson Pinedo, Tributo Especial a Pacho Galán. La última producción de Farid Char fue un homenaje a la Sonora Matancera con arreglo del maestro Hugo Molinares. Farid estaba dotado de una voz potente y afinada que aún conservaba con el pasar de los años”.
De la producción titulada Farid y la sonora de Hugo Molinares, donde se hizo una selección de muchas de sus canciones, escuché algunas de ellas (La Equivocada y Guillate) que expresan esa vitalidad en su voz, acompañada de un excelente arreglo del maestro Molinares.
Para Farid estar sobrio era un reto de cada día. Atrás quedaron las largas noches de festín. Atrás quedaba su pasado gris sin límites y sus locos arrebatos que lo llevaba a pagar millonarias cuentas en bares y sitios de diversión. También quedaron atrás los momentos difíciles de su adicción y de las malas compañías que, como rémoras hambrientas, le rodeaban.
Compartió junto a su hermano Fuad Char, el más poderoso de la dinastía, muchos años frente al mostrador cuando su padre Ricardo comenzó el negocio de las droguerías en Barranquilla, después de llegar en 1955 pobre desde su natal Lorica sin poderse dedicar a aquello que más le gustaba: cantar. Su sensibilidad y entusiasmo iba en contravía de la vena vital heredada por su padre Ricardo Char Zaslawy —casado con Erlinda Abdala, hermana de la madre de Juan Gossaín, María Abdala— dirigida a los negocios y hacer dinero en el comercio.
Cuando llegaron a Barranquilla, con el ahorro y todo cuanto vendieron en Lorica, el viejo Ricardo compró el almacén Olímpico en San Nicolás, corazón de la Barranquilla comercial de los años 50 y 60. Fuad, el mayor, lo remplazó como el alumno que aventaja al maestro, cuando solo tenía 17 años, y todo por un accidente que había sufrido su padre incapacitándolo de estar detrás del mostrador esperando vender un vermífugo a un cliente que espera matar las lombrices de sus hijos.
Fuad, un hombre con un olfato fino para percibir los olores del dinero, declinó su carrera de médico para entrar en el mundo de los negocios, no siempre con la aprobación del padre. Por esa razón a Fuad se abrió camino y decidió montar un negocio similar que bautizo Olímpica No 2. Pero Farid, contrario a su hermano mayor, era un insurrecto que luchaba por su pasión sin dejar el mundo de los negocios: el canto.
Su afición a la música lo llevó a la radio. Después de pasar más de 10 horas detrás de un mostrador, por las noches Farid se iba a Soledad a programar boleros y un ritmo que estaba causando furor en Nueva York, que algunos le llamaban salsa en la emisora Radio Regalos, del cartagenero Hernándo Franco Bossa. Por petición de Farid, Char Hermanos compró esa emisora que estaba en el extremo del dial AM (1340 frecuencia modulada), que —por sugerencia de Efraím Peñate Rodriguez— se le bautizó Radio Olímpica. Y siguiendo el mismo esquema de las droguerías, se constituyó en la primera emisora de la cadena ORO. En un chat informal dirigido a Pablo Rodriguez Blanco, Peñate dijo:
“Me ha hecho recordar el modo cómo Fabio Poveda comenzó aquí en Barranquilla en los micrófonos de la vieja Radio Olimpica de AM ( 1340 Khz ) que yo gerenciaba, que yo le abrí generosamente sin celo ninguno siendo yo gerente-narrador y comentarista deportivo de esa emisora a la cual yo fui quien le puso ese nombre en cuanto Fuad Char me llamo a manejar esa frecuencia que había iniciado Hernándo Franco Bossa con el nombre de Radio Regalos”.
Eran los tiempos de Edgará, Ancon, Victor Moré, Julio Gutiérrez, Justinano Martinez, Juancho Illera, y muchos otros periodistas deportivos. Peñate era gerente, locutor, narrador y comentarista deportivo de Radio Olímpica. Y me dicen que su verdadera llave era Farid Char.
Farid Char Abdala, el empresario, el artista, el impulsor del deporte, el forjador de la cultura popular, no recibió los honores de sus amigos, artistas, personas de la radio, la cultura y del mundo empresarial, porque su familia del primer matrimonio con Gladys Yidi no se lo permitieron. ¿Quién le cantará a Farid Char un bolero? Un réquiem por Farid , el artista, le bohemio de los hermanos Char que fue cremado en un funeral de media hora.
*Tomado del texto de Lucio Torres "Un requiem de bolero para Farid"