Como todo hijo de esta generación, el chip de cuidado y empatía con la naturaleza me es inevitable, así que, de antemano, comparto el dolor por la muerte de estos animales. Pero también soy humano, y como tal, tengo la obligación natural de defender a los míos.
Aunque haya sido el hombre quien voluntariamente se lanzó a la jaula de los leones para el caso del zoológico en Chile, o la madre del niño que cayó en el territorio del gorila haya tenido tal descuido para permitirlo, quienes estuvieron en peligro siguen siendo humanos, y para nosotros, su vida debe seguir siendo merecedora de nuestro respeto y cuidado.
No es cuestión de egos, ni mucho menos menosprecios a los demás animales. Es cuestión de reacción natural, y por lo mismo, es impresentable atacar, o peor aún, amenazar, a quien actúe así.
Así mismo, como una manada de búfalos se va lanza en ristre con el león que ataca a uno de los suyos que se aleja de la manada, o unos hipopótamos contra el depredador de una de sus crías, es apenas comprensible que si vemos en riesgo la vida de uno de los nuestros, lo ayudemos. Lo que sí me parece verdaderamente grave y merecedor de repudio es que no sea esa nuestra respuesta automática.
Ahora, que si bien el zoológico pudo reaccionar sedando a los animales, esto hubiera sido ineficaz puesto que sus efectos tardan un tiempo considerable en reaccionar, lo suficiente para que las personas de la situación hubieran muerto. Por eso procedieron bien al sacrificarlos.
Aquel extremismo de los animalistas es fruto de su visión de los animales como “hermanos”, que sin duda es muy altruista, pero por su mismo extremismo los lleva a la insensatez y a improperios como estos, que, para sorpresa de muchos, es apenas un eslabón en la larga cadena de sus infortunios que muchas veces rayan en lo ridículo.
En el 2011 una pareja vegana fue condenada a prisión en Francia por dejar morir a su bebé debido a que se rehusaron a alimentarlo con nutrientes que solo los derivados cárnicos dan. O más reciente, en 2014 una mujer degolló a su hijo de 10 meses por no permitir que reciba tratamiento con medicamentos probados en animales. Prefirieron la vida de demás seres vivos que a la de su propio hijo.
Así como vamos, que no se nos haga raro ver cómo los titulares de Actualidad Panamericana por los cuales los animalistas piden “detener masacre del mosquito de chikunguña” o que uno de ellos se rehúsa a someterse a tratamiento contra una tenia solitaria que lo amenaza de muerte, se volverán la portada de los principales diarios del país.
