Luego de que en diferentes medios de comunicación se difundieran múltiples irregularidades en la prestación de servicios turísticos en Playa Blanca y otros abusos en la Costa Caribe, con tarifas de consumos, además de otros casos en el país, queda claro que la informalidad es el mejor huésped de este sector de la economía.
Claro está, que esto no se trata de que los diferentes actores que se lucran del turismo simplemente se inscriban a las Cámaras de Comercio o tengan Registro Nacional, porque aunque posean todos los documentos y paguen impuestos, muchas personas tanto naturales como jurídicas son “informales” en diferentes aspectos relacionados con el efectivo y sobre todo, ético servicio de turismo.
Para el caso de la Costa Caribe, en las pasadas vacaciones se presentaron denuncias acerca de la accidentalidad en diferentes vehículos. La situación de por sí grave, llevó a que la Procuraduría General de la Nación ordenara la suspensión de los servicios turísticos en Playa Blanca, luego de la muerte de una turista.
Y vale la pena recordar, en 2017, el caso ocurrido en Guatapé (Antioquia) que le costó la vida a usuarios de una embarcación que no contaba con medidas de seguridad.
A quienes hemos trabajado en este sector, nos han llegado muchas quejas por ejemplo de empresas legalmente establecidas que son mayoristas y que venden paquetes turísticos con deficiencias ya sean, en asuntos como el alojamiento (ofrecen una acomodación, tipo de habitación y luego la cambian); así como, en la alimentación o en los consumos.
Otros caen en manos de inescrupulosos que ofrecen sitios por internet, piden adelantos para reservar y cuando el cliente llega al lugar, es muy diferente al expuesto en las fotos o simplemente no existe.
O a quien no le ha pasado en reconocidos hoteles que reservan la acomodación de una clase y en el momento del (check in) les resultan con otras pasando diferentes incomodidades.
Claro está, que la informalidad no solamente es de parte de los prestadores, sino también de los clientes quienes en muchos casos buscan rebajas excesivas por encima de la calidad, en pocas palabras, a muchos nos llegan propuestas en las cuales la gente por ahorrarse unos pesos prefieren estar hacinados en una habitación, por ejemplo. Situación que más allá de ser una habilidad de negociar, se convierte en caldo de cultivo para generar riesgos a los mismos turistas y alimentan la prestación deficiente del turismo.
Mientras se continúe con la informalidad de las partes involucradas, va a ser muy complicado que el turismo sea un verdadero sector con altos parámetros de buenas prácticas y de calidad porque esto no se trata de cifras de crecimiento desbordado, sino de analizar los impactos negativos de la capacidad de carga en un lugar, el daño ambiental, la accidentalidad de usuarios, la prostitución infantil, entre otros flagelos de seguridad.