Argentina registró en agosto el 12,4% de inflación, alcanzando el 80,2% en lo que va de año. La inflación mensual no había sido tan alta desde febrero de 1991 (27%), cuando adoptó un proceso de convertibilidad fija del peso con el dólar. La última vez que el IPC mensual llegó a los dos dígitos fue en abril de 2002 (10,4%), justamente después de que el país abandonó ese modelo de paridad fija de 1 a 1.
El rubro que más subió fue alimentos y bebidas no alcohólicas, con un 15,6%, "producto de la suba en carnes y derivados y verduras, tubérculos y legumbres".
Vivir en este contexto de alta inflación es un desafío constante. En la puerta de un supermercado de la ciudad de Buenos Aires, Ana, de 71 años, sale de hacer la compra y cuenta cómo la afecta esta situación.
“Y, yo me adapto como puedo, porque soy jubilada y tengo que trabajar para sobrevivir. Trato de elegir lo más barato, lo más económico, pero no hay nada. Lo que está muy caro es la carne y es lo que uno más consume”, explica a RFI.
Justamente la carne fue uno de los productos cuyo precio más aumentó en agosto. Y eso, junto con aumentos en verduras y en el pan, explica buena parte del incremento del 15,6% en el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas, uno de los que más impacta en los hogares.
La inflación es un problema persistente en el país. Ya de jóvenes los argentinos aprenden a convivir con ella. Como Leandro, de 19 años, que trabaja y estudia.
“Suponete, voy a comprar y el mismo precio que voy a comprar un día, otro día está al doble o veces, capaz que el triple y eso afecta a todos. Dejamos de darnos gustos que antes nos dábamos, porque eso, cada vez estamos más acotados, cada vez el sueldo no nos alcanza”, asegura.
En este contexto, la esperanza de los argentinos hoy es que quien sea que gane las elecciones presidenciales de octubre llegue con un programa que permita finalmente controlar la inflación y ofrecer un horizonte de estabilidad.
El ministro de Economía, Sergio Massa, que busca el poder como candidato presidencial del oficialismo, dijo poco antes de conocerse el indicador que "agosto ha sido uno de los peores meses en el proceso económico de los últimos 30 años, producto de una imposición del Fondo Monetario Internacional".
Se refiere a la devaluación de 21% del 14 de agosto, acordada precisamente con el FMI para destrabar desembolsos del programa crediticio con el organismo por 44.000 millones de dólares.
Argentina ya tuvo dos episodios de hiperinflación en 1989, de 3.079% anual, y 1990, de 2.314%.
El país adoptó entonces el modelo de "convertibilidad", apoyado en privatizaciones, desregulaciones y una apertura total de la economía.
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