“Ví a chicos de 14 y 15 años encapuchados lanzando piedras y arengando a la población para que lo hiciera”. Esas fueron las palabras de la alcaldesa de El Paujil Liliana Cuéllar Floriano, una auténtica campesina como se describe, que muestra gráficamente la infiltración de desconocidos en las protestas con el fin de inculpar a los campesinos de los desmanes y así justificar la intervención de la fuerza pública que tanto indigna a los labriegos en resistencia civil contra las petroleras.
La resistencia generalizada de los campesinos del Caquetá a la entrada de las petroleras, es una situación muy compleja que comienza cuando los accionistas de las multinacionales deciden saquear el subsuelo colombiano y apelan a su poder económico para lograr que el gobierno nacional les conceda jugosos contratos, sin tener en cuenta para nada al pueblo, a los campesinos a los cuales les van a intervenir su tierra, su sustento, la vida de su familia, sin socializar siquiera las intervenciones que van a hacer en sus parcelas.
Por su parte, los campesinos, que ya se mantienen al tanto de lo que sucede en todo el mundo gracias al avance de las comunicaciones, saben lo dañino que es para la tierra, especialmente para el agua, la explotación petrolera. Comprenden que las migajas que les arrojan con las regalías no compensarán en absoluto la pérdida de su terruño y deciden, de forma colectiva, oponerse rotundamente a la intervención petrolera en el departamento.
Ante la inusitada resistencia campesina, el gobierno acude primero a la fuerza pública, luego a unas tardías y someras socializaciones en las cuales los conferencistas solo reciben madera, a pagar los 30 denarios al Judas de las comunicaciones regionales para vender lo invendible, y para justificar los heridos y los excesos de la fuerza pública. Infiltran las protestas para producir desmanes y justificar el empleo de la fuerza.
La protesta campesina comienza a tomar fuerza en Valparaíso, en el ya famoso Puente de la Resistencia en el cual se presentan las primeras confrontaciones con El ESMAD, con heridos, capturados que son puestos en libertad apenas llegan a manos de los jueces y con la huelga de hambre del líder campesino José Antonio Saldarriaga que visualiza la problemática en la región y a nivel nacional.
Los campesinos descubren la táctica de las petroleras de entrar de noche a hacer la sísmica a orilla de los ríos, humedales y nacimientos de agua. Pero ellos los esperan y se enfrentan al ESMAD que los protege en la vereda Puerto Albania de El Paujil, enfrentamientos que se generalizan en el casco urbano con dos casas de la Petroseismic incineradas, piedra, tanquetas, bombas de aturdimiento y toque de queda, algo nunca visto en esa localidad.
Martín Trujillo, Presidente de la Mesa Municipal por la defensa del agua de El Paujil, también culpa, como la alcaldesa, a infiltrados en las protestas para producir vandalismo; "el campesino no es un vándalo y su protesta es pacífica", dice el Presidente, quien agrega que la protesta irá hasta las últimas consecuencias porque el rechazo a las petroleras es total.
Nelcy Zambrano, líder de la vereda Puerto Albania, jurisdicción de El Paujil, dice que los están tratando como delincuentes y “no lo somos, somos gentes trabajadoras que estamos protegiendo el presente y el futuro de nuestras familias; nos sentimos intimidados y atropellados en nuestras propias fincas y no podemos transitar por nuestras vías”, agrega la líder.
El próximo miércoles 24 se realizarán manifestaciones simultáneas en Valparaíso, Florencia y El Paujil en respaldo a los campesinos y en protesta contra las petroleras. Esperamos que quienes se infiltran para generar desmanes, sean capturados y puestos en evidencia, no los campesinos que son pacíficos por naturaleza; que los capturen y que se sepa quiénes están detrás de estas prácticas mañosas que solo generan violencia.
