Cada vez que una desgracia invade a Colombia, allí están los malintencionados que aprovechan las circunstancias para sacar usufructo, atolondrando a mentes inestables que merodean por doquier, esperando que los patrones de la violencia mancillen su endémica inestabilidad. No yendo tan lejos, lo sucedido en Mocoa hace más de dos meses y ahora lo del centro comercial Andino, deja entrever el intestinal odio de unos seudolíderes contra la esperanza popular.
La catástrofe mocoana sirvió para que el senador del Centro Democrático, Daniel Cabrales, regurgite su rabia culpando a las Farc, esa vez dijo que fue provocada por “dinamita explosiva” depositada por esta agrupación guerrillera. Minutos más tarde escribió, “Van más de 20 muertos y según los primeros datos que llegan que son unos explosivos dejados en esa zona del país. Qué tristeza. Con 200 mil hectáreas de coca en Colombia nunca va a haber paz. Tenemos que exigirle al Gobierno Nacional que le garantice la seguridad a todos los colombianos”.
Comentarios como este demuestran una ambición devoradora que sin medir escrúpulos va lanza en ristre contra la integridad y futuro de millones de colombianos, que desde el inicio del proceso de paz ilusionan vivir en tranquilidad. El hecho de ser un partido político de oposición no le da derecho para subestimar la exigencia de mucha gente que ansía la paz, y que se la juega pese a los errores por una patria, incluyente, participativa y más justa.
Y como inculcar zozobra o mensajes temerarios se volvió costumbre, porque desafortunadamente es lo que un ávido cerebro necesita para disfrutar la vida y comulgar con el folclorismo criollo, lo sucedido recientemente en el centro comercial Andino, corrobora posturas envenenadas, enfocadas a persuadir a la masa popular para que apadrinen culpas o responsabilidades contra ciertos sectores que estos ‘políticos’ repugnan infinitamente.
Esta vez no dudaron en trinar los mismos de siempre, los que el ‘patrón del Ubérrimo’ ha encomendado para la desestabilización de las iniciativas de pacificación política que se adelantan en el país. Entre los escupos ponzoñosos, tenemos los siguientes: “Santos no merece perder elecciones, merece que lo saquemos Ya! Convoquemos un gran paro, no perdamos nuestra patria”, Álvaro Hernán Prada.
O que tal este, que sin dudarlo va contra el pensamiento de poblaciones que han sufrido el rigor de la guerra y anhelan que se ponga punto final a cinco décadas de confrontaciones: “en tres días el país estará nuevamente anestesiado. Y el gobierno anunciara reanudación de diálogos con el E.L.N. Que no los tiene en la Habana?”. María Fernanda Cabal. O este que sueña despierto reiniciando una guerra sin sentido: “si se confirma que el E.L.N. es el responsable del atentado en Andino se debe dar por terminado el dialogo con esa organización terrorista”. Iván Duque.
Como el que es caballero repite, vuelve y juega convencido que Colombia solo tiene un ‘mesías’, con nombre propio: “el atentado del centro andino debe despertarnos. No podemos esperar que haya elecciones, hay que sacar al presidente del terrorismo Ya!”. Álvaro Hernán Prada. Ni que decir del gran jefe ‘pluma blanca’, quien perversamente trinó: “Empresarios preocupados por situación del país. Mensaje que recibo”. El mensaje era de un supuesto empresario preocupado por la inseguridad tras explosión en el centro comercial Andino, lo ridículo fue que todos captaron la gran mentira.
Conclusión: hay políticos deseando más acciones violentas para seguir amarrando su intencionalidad de votos, sin importar el dolor ajeno; la oportunidad es la que vale. Colombia debe repudiar no solo los hechos dolorosos, sino a estos personajes que disfrutan de su ego cada que una lagrima nacional cae al piso. Estas posiciones muestran una desbordada ambición por llegar a tomar un poder que les otorgaría la placidez de un rey, saciando la sed de venganza.