Gran alboroto ha causado entre los colombianos que hipócritamente se consideran a sí mismos como “gente de bien” el fallo de la corte a favor del uso de elementos psicoactivos como el alcohol o la marihuana en el espacio público. Ante esto no demoraron en aparecer las primeras almas en pena, rasgando sus vestiduras ante lo que llaman las “narcocortes” y afirmando que esta decisión convierte a nuestro pacífico, religioso, honesto y respetuoso país en una vergüenza.
Con juzgamientos de toda índole, desde políticas hasta religiosas, se han lanzado en las redes sociales los defensores de la patria conservadora contra todo lo que les hacen creer que apoya el narcotráfico, empezando por el partido político de las Farc, pasando por Petro, universidades, entre otros, compartiendo videos con frases estúpidas y afirmando que las imágenes de personas con trastornos psicológicos o en alto estado de alicoramiento son producto del consumo de cannabis, asintiendo con “profunda tristeza e indignación” lo desastroso que volverá esta decisión a nuestra Colombia.
Entre toda esta ola de indignación de los moralmente elevados, apuntando a las cortes de sacrilegio le surge a uno la pregunta: ¿acaso tienen indignación selectiva o la política tradicional colombiana les ha convertido la masa cerebral en un compuesto inerte? Aunque bueno, en algo tienen razón, a nadie le gusta ver a los jóvenes consumiendo en los parques o ir caminando por las aceras sobre borrachos que sollozan sus desamores sobre su propio vómito. ¿Pero por qué tanta indignación si esos borrachos son ustedes y esos jóvenes son sus hijos?
¿Se les olvida acaso que la cultura colombiana ha girado por años entorno a estos fenómenos? Si toda Colombia está indignada por las drogas y el alcohol, entonces ¿quiénes ven las narcotelenovelas que transmiten nuestros mediocres medios televisivos?, ¿por qué su rating es de millones de personas cada noche?, ¿quiénes se consumen los miles de litros de licor que se producen y se importan en el país?, ¿acaso Antioquia, territorio del partido político que más aullidos ha dado por esta decisión, no es el departamento que más alcohol consume?, ¿quién escucha esas canciones de “me bebí lo del mercado”, “chupemos guaro al piso parceros”?, ¿acaso no apoyamos las imágenes de políticos tradicionales sosteniendo copas de aguardiente?
Somos una sociedad de doble moral, nos indignamos por una decisión pública sobre algo que directa e indirectamente hemos apoyado, que hemos exportado y que en muchas ocasiones tomamos como característica propia de nuestra cultura colombiana. En mi caso, me preocupan más otro tipo de sustancias, sustancias adictivas e impalpables, esas sustancias políticas que hacen que un grupo armado le corte la cabeza a sus víctimas y juegue fútbol con ella, que hacen que un militar asesine un inocente por 15 días de vacaciones, que hacen que un político se vista de oveja para ocultar su piel de lobo ensangrentado, que hacen que la única manera de confrontar nuestros contrarios sea asesinándolos,que hacen que vendamos nuestros bosques y ríos por monedas…
Por el momento, señor cantinero, sírvame un trago más que estoy muy indignado con tanto borracho suelto…