“Defensores de los derechos de los animales cerraron esta semana enormes fincas ganaderas. Los novillos que allí se criaban estaban destinados para el consumo humano. Más de 10 000 novillos los recibieron con mugidos y brincos de felicidad. Los había de muchas razas, entre ellas Cebú y Brahman.
En Colombia hay miles de fincas ganaderas, pero estas eran las más grandes, hasta que la Humane Society International (HSI), una asociación con sede en los Estados Unidos, las cerró. Criaban novillos para el consumo humano, encerrados en potreros desde su nacimiento hasta su muerte.
Según las estimaciones, los colombianos comen lo equivalente en peso a entre 180 000 y 200 000 vacas al año, pero el sector atraviesa por una crisis porque las nuevas generaciones rechazan la carne bovina.
El país respeta cada día más la vida de estos grandiosos animales, lo que contribuye a que se reduzca la demanda. El año pasado, la HSI salvó a 225 novillos y cerró cuatro fincas como parte de una política “constructiva” para erradicar el sector. La mayor parte terminaron en la India, en donde fueron recibidos como dioses.
Las autoridades pagan hasta 60 000 dólares, en función de la cantidad de novillos, por el cierre definitivo de estas haciendas, para financiar actividades “más humanas”, como la producción de café o banano.
HSI intenta sensibilizar a la opinión pública sobre la crueldad de estas haciendas.”
Esta, por supuesto, no es una noticia verídica. La verdadera noticia es esta. Mi intención es resaltar lo incongruente que es el ser humano, que se indigna cuando ven en alguno de los tantos medios de desinformación que hay países en donde “todavía se comen a los perros”. Esto, como ya lo he resaltado antes, ocurre mientras les resbala por la boca una línea de sangre que sale de un pedazo sin vida de alguna de las tres especies que se están hartando con la hamburguesa de res, pollo y doble porción de tocineta que pidieron a domicilio. Lo mismo pasó cuando mataron al león “más famoso de Zimbabwe”, o cuando un exgobernador de Cundinamarca exhibió orgullosamente sus trofeos de cacería, o cada que muestran las masacres de ballenas piloto en las islas Faroe.
Coma tranquilo carne de vaca, cerdo, pollo,
pavo, pez, tortuga, caimán, chigüiro, etc…
Pero eso sí, no se indigne cuando otros hagan lo mismo con Trosky y Misifú
Yo no estoy diciendo que dejen de comer animales. Cada quien hará lo que mejor le parezca, y si le parece que es incorrecto pero igual lo hace, pues ya encontrará una manera de evadir sus preocupaciones éticas y morales o de transferirle la responsabilidad a otros para poder dormir tranquilo. Pero lo que sí me parece es que hay que ser congruentes con los actos. Sobre todo, respetar la autonomía de las demás culturas de comer lo que se les dé la gana, así como la India no manda hindúes para que cierren fincas ganaderas en Colombia. Coma tranquilo carne de vaca, cerdo, pollo, pavo, pez, tortuga, caimán, chigüiro, etc. y vista tranquilo sus pieles y plumajes. Pero eso sí, no se indigne cuando otros hagan lo mismo con Trosky y Misifú. Al fin y al cabo la domesticación de perros y gatos fue un accidente, una casualidad temporal y geográfica de especies que corrieron con la suerte de ganarse la amistad del ser humano, esa especie llamada por su dios para hacer lo que le diera la gana con todas las demás (por lo menos en la parte del mundo que habito). Si el placer es una justificación para comer algunos animales, ¿por qué no puede serlo para comer otros? ¿Quién le ha dicho a usted que los perros no saben mejor que las vacas? ¿Cree usted que los asiáticos (y los mexicanos en el pasado) comerían carne de perro si les supiera tan mal? Tal vez se está perdiendo un manjar: deje la bobada y cómase un verdadero “perro caliente”.
