Se ha generado un consenso nacional en cuanto a que el protagonista del año 2019 es la gigantesca movilización ciudadana, sin antecedentes en los anales de la historia nacional. Llevamos más de veinte días en modo paro, que se inició el 21 de noviembre en el marco del paro nacional, inicialmente de solo 24 horas.
Se han conjugado una serie de factores en medio de condiciones propicias para que haya saltado la liebre de la protesta generalizada. La situación de la economía nacional, agravada por la apertura económica y el libre comercio desde hace treinta años, que ha debilitado el aparato productivo nacional con quiebra del sector agrario (importación de catorce millones de toneladas de alimentos anuales que antes se producían internamente), además de una desindustrialización acelerada que se combina con el control de los principales activos industriales por el capital extranjero, con todas sus secuelas de desempleo e informalidad laboral. La deuda pública y privada ya ronda los 140.00 millones de dólares y succiona buena parte del Presupuesto General de la Nación.
Otro factor que ha incidido en los acontecimientos es el relacionado con los beneficios del proceso de paz, que ha creado una atmósfera favorable a las luchas sociales, aunque en medio del cuadro dantesco de crímenes contra líderes sociales y de excombatientes reincorporados a la vida civil, lo que también ha sido motivo de rechazo en el país y en el exterior.
El entorno internacional juega un papel importante, porque los movimientos contra la globalización neoliberal en crisis se han fortalecido en todo el planeta y, en particular, en América Latina. Los sucesos en Ecuador, Chile, Bolivia y Argentina tienen un hilo conductor de semejanzas en el rechazo a la crisis económica y social, al desempleo, al maltrato a los derechos de la juventud y la mujer y a una corrupción y desigualdad inauditas que se han tornado intolerables.
Les ha correspondido a las fuerzas democráticas y progresistas de Colombia adelantar un proceso paciente de acumulación de fuerzas, imperceptible muchas veces, pero con la seguridad de que días llegarán en que se condensan años y que solo falta el toque a somatén para que la lucha de masas irrumpa con todo su vigor y sus formas más variadas: parálisis de actividades, movilizaciones, cacerolazos, velatones, sinfonías, conciertos y manifestaciones artísticas y culturales, con las juventudes, mujeres, trabajadores, pensionados, amas de casas… un despertar apoteósico de las masas, que son las que hacen la historia.
Un factor clave ha jugado el Comando Nacional de Paro, en el cual están las centrales obreras y pensionales, las corrientes estudiantiles, los artistas, los colectivos de mujeres, ambientalistas y animalistas. El Comando Nacional de Paro le puso contenido a la protesta con el pliego de trece puntos en contravía de las políticas del FMI-Banco Mundial-Ocde, que el gobierno de Duque no ha querido ni negociar, sino todo lo contrario, ya que trata de imponer a pupitrazos la funesta reforma tributaria y expidió la Resolución 2111 creando el holding financiero para beneplácito del capital financiero privado.
Como el gobierno del Centro Democrático frente a tan portentoso movimiento ha respondido con displicencia y con la represión del Esmad, lo que se vislumbra para el año 2020 es un incremento de la inconformidad y la indignación, que llevará a más grandes paros, movilizaciones y expresiones de lucha. Están por escribirse páginas gloriosas en pos de soberanía, producción nacional, empleo digno, bienestar social y una nueva democracia.