Debido al colapso e inoperancia del sistema virtual de la Cámara de Comercio de Bogota me vi obligado el 31 de marzo de 2017 a salir despavorido para la sede y centro empresarial Salitre Av. Dorado 68d-35 en Bogota, con el objetivo de renovar y pagar la matricula mercantil año 2017 de la empresa.
A eso de las 9:30 p.m. terminé con la tortura del dichoso trámite, no sin antes perder una documentación importante de la empresa, producto de la aglomeración de personas en esa sede y el estrés que me provocó esta diligencia.
Convencido de los lemas y principios que promulga a cuatro vientos esta entidad (CCB), me dirigí nuevamente a esta sede para que me colaboraran con la ubicación de la documentación perdida. Luego de esperar por más de tres horas a que las personas de seguridad de esta sede revisaran las cámaras para ubicar una señora que posiblemente se llevó mis documentos sin darse cuenta (era muy sencillo revisar porque fue entre 9:00 p.m. a 9:30 p.m.), me doy cuenta que estos funcionarios incompetentes me estaban timando, no estaban realizando ninguna revisión, solo esperaban que el tonto preocupado, angustiado, se cansara de esperar y se fuera.
El descaro era tal de estos funcionarios que pasaban por frente de mi con una sonrisa socarrona y me decían “no se preocupe, estamos trabajando en la revisión de las cámaras de seguridad”, sosteniendo esta mentira en mi propia cara, asegurando con total desfachatez que hasta ellos mismos se lo creían, cuando en realidad ya me había dado cuenta que estaba siendo burlando y tratado tontamente, porque ni siquiera me habían solicitado la relación de los documentos perdidos, ni la descripción de la última señora con la cual tuve contacto y que probablemente los tomo sin intensión alguna.
Coloqué al día siguiente una queja por la página de internet de la CCB con la esperanza que después de esta denuncia sí me ayudarían diligentemente en mi problema, ¡qué iluso fui!
Me llamó a los tres días dizque un tal coronel de seguridad de la sede ya mencionada de la Cámara de Comercio de Bogotá y nuevamente la frase típica “discúlpenos, estamos trabajando fuertemente para dar solución a su problema”. Otra vez me tomaron por tonto.
A finales de abril de 2016 (casi dos meses después) el descaro fue total, me llamaron de la CCB para indagar si había quedado satisfecho con el servicio ¡Por Dios! ¿Cuál servicio si ni siquiera se tomaron la molestia de solicitarme la descripción de la señora que era mi última oportunidad para encontrar la documentación perdida? Finalmente, silencio administrativo total, típico en esta clase de entidades que cuentan con personal falto de sentido de pertenencia, cero actitud de servicio al cliente y cero disposición de ayuda con los usuarios.