¿Incoherente el acuerdo entre Petro y Santos?

¿Incoherente el acuerdo entre Petro y Santos?

Por: Milton Puertas
mayo 19, 2014
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¿Incoherente el acuerdo entre Petro y Santos?
Imagen Nota Ciudadana

Tras el anuncio del Acuerdo programático entre los Progresistas de Gustavo Petro y el Partido Liberal de la Unidad Nacional de Santos, muchos simpatizantes del primero están consternados e indignados con la actuación de Petro. Un sujeto abiertamente opositor a las políticas centralistas y tradicionales en cabeza de la oligarquía nacional, alguien que le mostró al país su capacidad crítica, revelando en más de una ocasión los malos manejos de las élites políticas desde el Senado. Y salir ahora con este maridaje con Santos, un extraño político, perteneciente a la rancia élite bogotana, neoliberal aunque se diga socialdemócrata, que se ganó la confianza de su antecesor para subir a la presidencia en sus hombros y luego traicionarle sorprendiéndonos con leyes como la de justicia y paz, la ley de victimas, reconociendo la existencia de un conflicto armado imposible de negar, pero negado por parte de la derecha recalcitrante que gobernó durante los 8 años previos.

¡La política es dinámica dicen por allí y vaya que sí lo es! La pregunta que debemos responder es ¿Porqué ese dinamismo en este caso? Algo de lo que no da cuenta la frase es que en la política, una cosa es lo que todos creemos saber y otra, la información que manejan los que juegan en este universo.

Lo primero que toca hacer es aclarar en qué lugar exacto se debe ubicar a Santos para saber si es que realmente son tan diferentes el uno del otro como para no trabajar en llave en algunos temas. La fácil es decir que es un traidor, un político ambicioso que se obnubiló por el poder alcanzado, un oportunista que vio el momento preciso y lo aprovechó para sí, olvidándose de quienes lo subieron al trono. Vaya canalla!!!

Esta explicación es la más simple, es la que esgrime el uribismo cada vez que le dan el chance, una que la gente digiere con facilidad. Yo por mi parte, sospecho que nunca ha habido oportunismo en el actuar de Santos y mucho menos un estallido repentino de ambición. Que Santos sea hoy el presidente de Colombia se debe a un plan concebido con anterioridad, en el que él es sólo una ficha (una ficha clave por su puesto).

No tengo ni idea de quienes más participan del plan, pero me niego a creer que se trata de la hábil jugada de un solo estratega. Santos lo que en realidad hizo fue infiltrarse en las filas del uribismo, sólo así podía derrotar esa tendencia ideológica que aspiraba permanecer continuamente el poder. Y como buen infiltrado tuvo que probar finura, como en las pandillas, como en la mafia. Las ejecuciones extrajudiciales o “falsos positivos” pesarán en su espalda por siempre, pues fue el Ministro de defensa de Uribe, pero era el costo que debía pagar para ganar la confianza de su adversario. Y la ganó.

Pero… ¿Por qué recurrir a una estrategia tan subrepticia, qué necesidad había de ello? ¿No era más fácil enfrentar al entonces presidente de frente? Parece que no. Y aunque no hay pruebas que lo demuestren, para nadie son secretos los muchos cuestionamientos sobre el pasado, la manera de actuar y las non santas relaciones del expresidente Uribe con algunos actores vinculados al crimen. El expresidente “milagrosamente” ha salido impoluto de un sin número de acusaciones que lo sindican de la conformación, anuencia o relación con los grupos paramilitares que nacieron en Antioquia cuando él fuera Gobernador y que luego se esparcieron por todo el territorio nacional. Pero como dicen por allí, cuando el río suena… o cómo lo mencionó el magistrado Rubén Darío Pinilla Cogollo, de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín: “No es posible estar dentro de una piscina y no mojarse”.

Para los socios de Santos era claro que atacar de frente al expresidente no era una opción con posibilidad de gane, sabían de su poder y su peligro, para ellos él representa la más siniestra amalgama entre la política, el narcotráfico y el paramilitarismo. Y bien conocida es la suerte que corrieron grandes líderes por enfrentar desde mediados de la década de los 80s y 90s la naciente llave narco-paramilitar.

Es en este punto, donde convergen dos orillas tan distintas como la de Santos y la de Petro. Quien hasta el cansancio durante su campaña por la presidencia en el 2010, y durante casi todo el tiempo que estuvo en el Senado insistió que en el Colombia había que derrotar las mafias narcoparamilitares enquistadas en el sistema político. Por eso no me extraña el acuerdo programático recién celebrado.

Ambos actores saben perfectamente lo que significaría para ellos el retorno del uribismo en el gobierno. Lo curioso es que sólo hasta ahora se hayan dado cuenta que su enemigo podría dar cuenta de ambos. Justo ahora cuando ha pasado tanto tiempo, tiempo en el que Santos dejó que el proceso de debilitamiento de Petro se siguiera llevando a cabo en la capital, sin saber que esa debilidad administrativa y ejecutiva, alimentaba las fuerzas del uribismo justo donde se cocina el 30% del electorado para las presidenciales. Sólo ahora, ante la crecida en las encuestas de la marioneta de Uribe, se dieron cuenta que perdieron tres años para fortalecerse. Bogotá había sido un bastión de las propuestas alternativas y de izquierda nacional, pero con el resultado de las elecciones legislativas quedó demostrado que eso ha cambiado. Tanto en Senado como Cámara, ganó en esta ciudad el Centro Democrático de Uribe.

Faltando menos de 8 días para las elecciones presidenciales, se da esta alianza con el objeto de frenar esa avalancha uribista y no es muy seguro que la unión sirva para algo, Santos no deja de caer en su intención de voto y su nuevo amigo Petro ya no es el gran abanderado de la izquierda al que todos siguen con fe ciega. Y no lo siguen por una razón, porque les parece incoherente la unión. Porque Petro si ha hecho la tarea, a dicho abiertamente que está en contra de las mafias narco paramilitares una y otra vez, esa es su bandera de siempre, pero Santos no. A pesar que las ha combatido, que durante su mandato han caído o se han exiliado uno a uno los “buenos muchachos” de Uribe, nunca lo ha dicho y el pueblo no es capaz de ver o leer entre líneas que esa guerra se está llevando a cabo por parte del presidente ahora candidato.

La pregunta es ¿Porqué a estas alturas el presidente no se atreve aún a develar su verdadera intención durante esta carrera presidencial que arrancó siendo ministro de defensa de Uribe? Mi hipótesis es bastante desconsoladora, el presidente no tiene el control del aparato militar y policial del Estado, nuestra fuerza pública ha sido cooptada por el paramilitarismo. Las chuzadas recientes -y no recientes- al presidente y a sus funcionarios, y las filtraciones de información militar que curiosamente terminaron en manos de Uribe son una señal inequívoca de que esto está pasando. Nuestra democracia esta al borde de un colapso.

La solución está del lado de los colombianos este 25 de mayo ¿Pero como apoyar a través de las urnas una guerra contra las mafias, cuando ni siquiera se sabe que dicha guerra se está llevando a cabo?

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