Diomedes Díaz, una vez dijo que él respetaba la democracia porque pagaba impuestos y que no era ni conservador ni liberal, que tal vez era socialista. Obviamente, a lo que se refería distaba millas del significado real de la palabra.
Así como el cacique están muchas personas en Colombia. Muchos de los que critican esas corrientes sociales y políticas que se han introducido en América Latina no hacen las cosas bien tampoco y la gran mayoría no sabe de lo que habla.
Me atrevo a asegurar que hacen uso de la forma pervertida de estas corrientes cayendo en la contradicción. Lo primero es que despliegan una gama de propaganda para envolver la conciencia del pueblo. Lo segundo es que crean odio y resentimiento frente a lo contrario (adversario). Lo tercero es que quieren totalizar el poder de tal manera que puedan gobernar al antojo.
La extrema derecha acuña estos términos en el léxico político-social de Colombia para proponer lo macabro. El problema es que actores de la derecha misma asumen formas inadecuadas en lo que critican. Esto es lo que tiene a Colombia al borde: incoherencia y corrupción.
Esta crítica no es una invitación a ser de derecha ni de izquierda. Es la invitación a conocer más a fondo lo que decimos para no crear desinformación.