Creería que no hay estadísticas de los bofetones con sangrado o sin sangrado que la mujer recibe en la vida diaria, y menos aun habrá datos de la agresión, manoseos y tocaderas en sitios de gran congestión.
A medida que sube la temperatura y la agresión a la mujer se hace más aberrante y evidente y ya comienza a rozar los claros límites pactados en el código penal, poco a poco comienzan a aparecer los datos estadísticos que dan cuenta del triste machismo que parece ser innato a la cultura colombiana.
Y todos los datos alarman hasta el asco cuando la víctima de una agresión sexual llega a ser una menor de edad y mil veces más alarmante cuando la violencia se da dentro del mismo ámbito familiar con el pasivo silencio de las mujeres de aquel medio.
Sin embargo y a pesar de todo, el hecho notorio es que por parte del Estado no hay una política clara y diáfana para luchar contra ese flagelo y todo se limita al muy débil accionar policial y judicial cuando los casos adquieren notoria publicidad, y en cierta forma ello se entiende cuando sabemos del total abandono estatal ante la clara inequidad existente.
Y la única solución que se presenta dentro de la ceguera es la de inventarse un antipático y sin sentido lenguaje supuestamente incluyente en donde con manifiesta ingenuidad se pretende buscar la igualdad de los géneros y dentro de ello recuerdo las reuniones políticas de las recordadas Farc cuyo notorio machismo y evidente desprecio hacia la mujer ha sido siempre una de sus banderas y que, para resarcirse y quedar bien ante el mundo moderno hablan claro y tajante de todas y todos los compañeras y compañeros presentes y presentas en un envolvente lenguaje que no va a parte alguna mientras oímos en los medios a las muy valientes mujeres que comienzan a gritar recordando las violaciones y los obligados abortos a las que eran sometidas sin que nunca nadie juzgue aquello.
Solo nos falta oír al señor Ordóñez en cualquier auditorio
dirigirse con un efusivo amigas y amigos y copartidarias y copartidarios
mientras sigue siendo el mismo siniestro personaje
Solo nos falta oír al señor Ordóñez en cualquier auditorio dirigirse a él con un efusivo amigas y amigos y copartidarias y copartidarios mientras sigue siendo el mismo siniestro personaje.
Solo nos falta oír al señor Ordóñez en cualquier auditorio dirigirse a él con un efusivo amigas y amigos y copartidarias y copartidarios mientras sigue siendo el mismo siniestro personaje.
En suma, solo pido en estas palabras las cuentas claras y el chocolate espeso y menos barata demagogia.
Y hablando de…
Y hablando de demagogia, son de enmarcar las últimas apariciones públicas del candidato Vargas en donde como un mago de los buenos aparece como un honrado e íntegro político que hasta ahora aparece en la arena de la lucha electoral siendo ajeno a todo lo anterior.
Vanessa García denunció el reclutamieno por las Farc a los 9 años, la violación por el Paisa desde los 11 años y que 3 veces fue obligada a abortar