El incierto futuro de la educación superior

El incierto futuro de la educación superior

¿Para qué sirve la educación? Ante los avances de la Inteligencia Artificial, ¿vale el esfuerzo enseñar? ¿Existe acuerdo entre aprendizaje/cultura/saberes/paz?

Por: Fernando Santacruz Caicedo
septiembre 25, 2023
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El incierto futuro de la educación superior

¿Para qué sirve la educación? Ante los avances de la IA, ¿vale el esfuerzo enseñar? ¿Existe concomitancia entre aprendizaje/cultura/saberes/paz? Las preguntas podrían multiplicarse ad infinitum. Los sistemas educativos “modernos” sacian los requerimientos de las economías desarrolladas, alientan el despliegue del ingenio y disponen de inmensos presupuestos para potenciar los recursos humanos. Los enfoques cuantitativos/cualitativos sobre la educación, antes que excluirse son complementarios. En Colombia se ha resaltado el factor material –construcción, mejoramiento, dotación-, relegando el funcional –presupuesto, currículos, docentes, calidad-.

La reforma a la Ley de Educación Superior -30/1992- propone consagrarla como derecho fundamental, formulación que acogemos condicionalmente porque exige superar ciertos obstáculos estructurales: i-desconcentrar los recursos públicos (40%) de tres universidades –Nacional, Antioquia y Valle-, que atienden al 14.5% del alumnado, ¡por discriminatorio/injusto! El financiamiento de las universidades públicas/privadas debe ser acorde con los resultados investigativos, calidad educacional, calificación docente, número de estudiantes, necesidades reales, etc. ii-prescindir de la concepción cuantitativa –PND/2022/26-: creación de 500 mil cupos universitarios, construcción de 26 universidades, “16 multicampus” y 10 sedes del SENA-, porque privilegia la “mala calidad” sobre la “excelencia educativa”. iii-incrementar sustancialmente el presupuesto para las IES oficiales, cuyo déficit acumulado en las tres últimas décadas asciende a $20 billones. Limitar los subsidios -becas, créditos condonables- a las universidades privadas. Desatar los “fondos concursables” de los intereses del sector privado. iv-facilitar el acceso en las IES, para disminuir la pobreza/desigualdad. De 450 mil bachilleres graduados anualmente, 39% accede a la educación profesional: 80% (estratos 5-6) y 55% (estratos 1-2). La deserción de los últimos alcanza el 46%. El problema es menos de accesibilidad que de permanencia. v-generar empleo formal, para evitar la migración de profesionales calificados. El 30% de los egresados de las IES trabajan en la economía informal. vi-incentivar la tecnología aplicada, para superar el atraso productivo, la desindustrialización y la dependencia. La reforma debe enfatizar en la naturaleza popular de la educación, en el carácter científico/propositivo de la academia –compromiso social, análisis crítico, identidad nacional- y su cubrimiento debe contemplar a “todos” –financiación, becas, innovación-, de manera que rebase el individualismo conformista y mute en subjetividad colectiva creadora de un orden nuevo. La “inversión” en educación explica el “crecimiento” y produce “empleo” para el 5% de la fuerza laboral. Sin embargo, Colombia invirtió en educación el 4% del PIB, inferior al 5.5% en los países de la OCDE (Banco Mundial, 2022).

Antes de proceder a una reforma cuantitativa de la educación superior, es pertinente repensar algunas cuestiones atinentes al sistema educativo vigente: i-el presupuesto actual es insuficiente para cubrir la demanda universitaria. ii-el Estado puede satisfacer, parcialmente, las demandas regionales contratando servicios educativos con universidades que tengan sus programas certificados. iii-las universidades oficiales registran 180 mil “pupitres desocupados” que podrían coparse dotándolas con presupuesto adecuado. iv-a mayor número de universidades con un presupuesto escaso, disminuye la cobertura y la calidad educativa. v-PEAMA –Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica- es una exitosa realización de la Universidad Nacional de Colombia, consistente en cursar, durante los dos primeros años, las carreras ofrecidas en Bogotá, Medellín y Manizales en las sedes de San Andrés, Arauca, Tumaco y Leticia, momento en el que los alumnos culminan su formación en los centros ofertantes.

El diseño/ejecución de políticas públicas para la educación superior tiene un complejo reto dinámico, simultáneamente nacional/global, integrado por diversos agentes/intereses que interlocutan/concertan/incorporan y se focalizan en construir CIUDADANÍA, desafío que requiere financiación, diversidad y autonomía universitaria, en ámbitos cambiantes; la formación de ciudadanos honestos/conscientes/fiscalizadores; la participación de educadores, discentes, universidades, institutos de investigación, empresas, géneros, etnias, ideologías, que reconocen la multiculturalidad, sabidurías ancestrales y necesidades regionales. Para sobrepasar su atraso, Colombia demanda: UNIVERSIDAD POPULAR, FINANCIACIÓN SUFICIENTE, EDUCACIÓN COMPETENTE, AGROINDUSTRIALIZACIÓN, TECNOLOGÍA APROPIADA Y PLENO EMPLEO.

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