“Gracias a La Fura del Baus por creer en el poder de las víctimas, de los sobrevivientes, de los inocentes de la guerra (…) esta obra es una puesta en escena que nos involucra a todos, es una fuerza creativa, una fuerza de vida, una fuerza de humanidad”
Paula Gaviria Bentacur, Directora de la Unidad para las Víctimas
La pasada inauguración de la XV versión del Festival Iberomaericano de Teatro de Bogotá fue histórica e inolvidable no sólo por cuenta del teatro, por el que volvimos a vivir una apertura con altura, alucinante y cautivadora que hizo retumbar de aplausos y juegos pirotécnicos un lugar tan emblemático para los bogotanos como la Plaza de eventos del Parque Simón Bolívar; también porque por primera vez participaron las víctimas del conflicto armado colombiano en un montaje artístico de tan grandes dimensiones.
Treinta jóvenes víctimas procedentes de dos grupos artísticos que se fundaron como opción de reconciliación y paz para los habitantes de dos municipios seriamente marcados por la violencia del conflicto armado; El Tigre (Putumayo), y Pueblo Bello (Antioquia), fueron acogidos por la compañía teatral La Fura del Baus, procedentes de Barcelona, España, para formarse en teatro con su elenco y hacer parte del montaje inaugural de esta versión del FITB.
Esto, hace que la apertura de los 30 años del Festival sea muy especial para Colombia. Acá algunas de las razones más importantes:
Visibilizó a las víctimas del conflicto armado en el escenario nacional en tanto fueron protagonistas del que es uno de los eventos culturales y artísticos más importantes y reconocidos del país. Por un lado, al llevarlas al acto inaugural que es de los más significativos del Festival; por otro, al anunciar una alianza entre éste y la Unidad para las Víctimas como estrategia para la reparación. Esto generó un efecto rebote de visibilidad en los medios de comunicación nacionales e internacionales que cubren la fiesta teatral, en muchas de las noticias, las víctimas son las protagonistas. (Ver: Víctimas del conflicto se vinculan al Festival Iberoamericano de Teatro)
Esto tiene una particular relevancia en medio del desconocimiento general sobre la paz y el posconflicto y la aún muy sentida indiferencia y apatía ciudadana frente a las víctimas de la guerra, que suman nada más y nada menos que siete millones y medio, la población de Medellín, Cali, Barranquilla Cúcuta y Bucaramanga juntas.
Si algo está claro y en común entre diversos actores es que la reparación de estas más de siete millones de colombianas y colombianos implica y necesita del respaldo y aporte de todos, todos los sectores de la sociedad colombiana, desde el Estado y los privados, hasta el ciudadano de a pie, usted, yo, su papá, su pareja, sus amigos, todos!
Bajo esa condición, la participación de las víctimas en un evento de la magnitud del FITB es fundamental en tanto las coloca en el escenario cotidiano nacional y envía un potente mensaje de respaldo a hacia ellas y al proceso de reparación, que bien con sus defectos y dificultades, existe y evoluciona.
Y es que no es por el Presidente Santos hablando a través de las pantallas, sino viendo y sintiendo directamente a las víctimas, de cerca. Eso permite que quienes asistieron reconozcan las personas verracas, luchadoras y persistentes que son nuestras víctimas, quienes a pesar de haber vivido los más tremendos horrores, se han levantado fuertes, entusiastas y con la convicción de que acá no ganará la guerra. Esa convicción que llevó a que 30 jóvenes entrenaran duro, se aprendieran libretos, coreografías y hasta se montaran en grúas que los transportan por el aire.
Los lugares de donde provienen estos 30 talentos no son cualquiera; ambos son municipios emblemáticos de esta guerra injusta, en sus cabeceras municipales los paramilitares arremetieron contra sus pobladores a punta de balas, palos y fuego. En el tigre asesinaron en una noche a 28 personas en el año 1999, en Pueblo Bello, a 43 en 1990. De dos de los pueblos más oscurecidos por la muerte, nacen dos fuerzas de vida, de esperanza y de reconciliación llevando implícito el mensaje de otra Colombia es posible y no todo está perdido.
A veces, en los detalles está lo importante, y esta noche de arte tuvo uno, por primera vez en un evento de tal audiencia e impacto se nombró a las víctimas como sobrevivientes, simbólicamente eso tiene trascendencia en tanto ya no son sólo las personas que sufrieron una u otra afectación a sus vidas, sino también las que han logrado mantenerse firmes, dignas y empoderadas. Sin duda, que mediáticamente se empiece a transformar esta denominación tendrá un impacto importante en el proceso de reparación. Si son sobrevivientes, no son las personas que abren la mano por un pan, son las personas que estiran el brazo en pie de lucha.
Que una compañía artística de la factura de La Furia dels Baus haya decidido unirse a una experiencia como esta, de enseñar teatro e incluir en su elenco a los sobrevivientes del conflicto armado es clave también, demuestra el interés y la disposición de otras naciones de respaldar este difuso proceso del posconflicto, no sólo desde los gobiernos, sino desde la sociedad civil, como lo es una compañía artística. Esto también cobra relevancia en la medida que suma voluntades al reto de la reparación, la reconciliación y la paz; y eso, es necesario.
Por último, esta inauguración de la quinceava versión de uno de los festivales de teatro más grandes del mundo es histórica e inolvidable porque demuestra que en el arte hay una enorme capacidad de sanación y reconciliación, desde lo individual hasta lo colectivo, que el arte es transformador, que en el arte hay un espacio infinito de expresión, que el arte es esperanza en sí mismo.
Esto también tiene una protagónica repercusión y es que la paz no sólo la podemos hacer con complejos diálogos, con plebiscitos, con leyes y desde los actores armados, sino que la podemos lograr con arte y desde los sobrevivientes.
“Que esta fuerza de humanidad permanezca y que haga de Colombia una nueva historia, una historia de esperanza, una esperanza que es de toda la humanidad”
Paula Gaviria Bentacur, Directora de la Unidad para las Víctimas
Textos y fotos: Andrés De La Cuadra
@eldlacuadra