Señor
Gustavo Moreno M.
Columnista de El País.
En su columna titulada Agua para Cali del pasado 17 de enero de 2018 del periódico El País de Cali, hizo usted una serie de aseveraciones que no podemos dejar pasar por alto y que —con el mayor respeto— intentaremos controvertir en algunos de sus apartes.
Estamos de acuerdo con usted en que “el suministro de agua para Cali no está asegurado a largo plazo”, pero le precisamos que el problema no es solo local o urbano, sino regional: tampoco está asegurado a largo plazo el suministro de agua para la región adyacente a la capital, que es la que está llamada a producir —en el futuro— el empleo necesario para los caleños. Por lo tanto requerimos de una solución regional de largo plazo.
No es cierto, como usted lo afirma, que “la escasez (de agua) solo se mitiga mediante el almacenamiento en tiempos de abundancia”. Por eso usted clama erróneamente por la construcción de más embalses, lo cual constituye, en estos momentos, un atropello ambiental. Nosotros afirmamos que no se deben hacer embalses en cuencas enfermas, como las que infortunadamente tenemos en el sur del departamento. Además ya tenemos construida desde hace más de 30 años, el embalse de Salvajina, que acumula o almacena más agua que los nuevos embalses que usted propone.
En realidad, la escasez es producida por el deterioro, por el arrasamiento de nuestras cuencas y se soluciona principalmente con la restauración del bosque nativo. Restaurar, es diferente a intervenir, que es lo que usted propone como solución. Restaurar es propiciar que la propia naturaleza regenere lo que el hombre en mala hora intervino. Lo que es imprescindible es el restablecimiento del maltrecho ciclo del agua, que tiene como actor principal al árbol.
También estamos de acuerdo con usted, en que EMCALI debe hacer “programas efectivos de reducción de pérdidas en la red de acueductos y hacer tratamiento efectivo de las aguas servidas, con rehúso hasta donde sea posible.”
Pero en lo que no podemos estar de acuerdo y rechazamos vehementemente es su desafortunada aseveración de que “la combinación de todas esas formas de lucha contra de la naturaleza, puede ser la carta de salvación para nuestra comunidad”. Esa aseveración inaudita, podría ser tomada, en estos tiempos, como un gazapo gramatical; si no fuera porque ha sido una errónea e inveterada práctica, que refleja la pervivencia de una anacrónica combinación de soberbia e ignorancia, que le ha causado mucho mal a nuestro maltrecho paraíso vallecaucano.
Aquí en Cali nos la hemos pasado combinando todas las formas de lucha contra la naturaleza. Por eso es que estúpidamente bombeamos el 75% del agua potable desde el sitio más bajo de la ciudad hasta las zonas altas a costos escandalosos. Porque aun insistimos estúpidamente, como Simón el bobito, en vencer la ley de la gravedad.
Por combinar todas las formas de lucha contra la naturaleza, fue que se hizo el Plan Lilienthal. Porque pensábamos estúpidamente que lo que estaban mal colocados eran los ríos y no la ciudad que la avaricia soñaba. Por eso nuestra dirigencia creó una hecatombe ambiental actual, mediante el levantamiento de diques y jarillones; mediante la construcción del canal CVC-Sur, que terminó siendo un canal de aguas servidas que atrapó tres ríos maravillosos (Cañaveralejo, Meléndez y Lily); y mediante el desecamiento de tierras que estaban por debajo de la cota del río y constituían sus zonas de amortiguamiento. Todo lo anterior obligó a efectuar inversiones billonarias que solo mitigan la altanería, pero no solucionan nada.
Por combinar todas las fuerzas de lucha contra la naturaleza fue que el sistema de acueducto y alcantarillado caleño, terminó paradójicamente alrevesado: primero está el canal CVC-Sur que convertimos en un alcantarillado, el cual en su recorrido recoge las partículas de la escombrera, después se encuentra con el basuro recién clausurado, que sigue arrojando lixiviados y finalmente le arroja esta carga brutal al río Cauca, en la misma orilla donde 5 kilómetros después, se encuentra a bocatoma de las plantas de tratamiento. Es decir, otra hecatombe ambiental.
Por todo lo anterior, amablemente lo invitamos a robustecer el ejército desarmado de quienes combinan todas las formas de lucha, pero no en contra, sino en favor de la naturaleza. De esa manera lograremos agua para Cali per sécula seculorum.