Desde el inicio de la pandemia en Colombia, el 6 de marzo del 2020, la crisis económica y social ha llevado no solo al colapso del sistema hospitalario, sino también al funerario, a la caída del empleo ubicándose en 15,1% mientras que en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue de 17,4% para el mes de abril del 2021.
En Colombia, la población desocupada en abril de 2021 fue 3,6 millones de personas, 456.000 menos que en el mismo mes del año inmediatamente anterior, lo que representa una variación anual de -11,2% según cifras del Dane.
En cuanto a la población inactiva del país, esta se redujo un 15,6% en abril de 2021 en comparación con el mismo mes de 2020, pasando de 19,1 millones a 16,2 millones. Las 13 ciudades y áreas metropolitanas aportaron -8,1 p.p. a la variación nacional, teniendo en cuenta que el total de inactivos en este dominio disminuyó en 1,5 millones ubicándose en abril de 2021 en 7,0 millones de personas.
El mes de abril marco un hito en la historia de nuestro país, pues se dio un estallido social el día 28, desencadenadas por el anuncio de la reforma tributaria del gobierno de Iván Duque en cabeza de su ministro de hacienda Alberto carrasquilla.
Las manifestaciones se han visto afectadas por desmanes, violencia, muertes, abusos y una serie de acontecimientos que agudizan aún mas la crisis actual de nuestro país, actualmente Colombia alcanzo la cifra de 100,000 muertes por COVID-19 el 21 de junio del presente año y si bien no hay evidencia empírica para demostrar que las aglomeraciones durante las manifestaciones que cumplirán 2 meses aceleraron el contagio, si se puede sustentar que hubo muertes que se pudieron evitar.
Teniendo en cuenta este panorama lo que voy a plantear a continuación son propuestas económicas que tienen que darse como la reforma tributaria, el marco fiscal de mediano plazo (MFMP), la recuperación del empleo, la disminución de la pobreza, la brecha de género, todo esto será clave para la reactivación económica del país junto a la aceleración del plan de vacunación.
En economía, un impuesto sobre la renta negativo es un sistema que invierte la dirección en la que se pagan los impuestos por ingreso por debajo de cierto nivel; en otras palabras, los que ganan por encima de ese nivel pagan dinero al estado, mientras que los que están por debajo de él reciben dinero.
El impuesto sobre la renta negativo fue propuesto por Julieth Rhys-William mientras trabajaba en el informe Beveridge a principios de la década de 1940 y popularizado por el economista Milton Friedman en la década de 1960 como un sistema en el que el estado hace pagos a los pobres cuando sus ingresos caen por debajo de un umbral, al tiempo que los grava sobre los ingresos por encima de ese umbral.
En Colombia si bien la pobreza monetaria en la zona rural cayó 4,6 puntos porcentuales en 2020, cabe señalar que históricamente más del 90% de la población de los centros poblados y rural disperso ha estado en condición de pobreza monetaria o vulnerabilidad. Lo anterior también se cumple para 2020, incluso con la reducción de pobreza monetaria en este dominio geográfico.
Los programas de transferencia como Ingreso Solidario, Adulto Mayor, Jóvenes en Acción, Familias en Acción y Compensación del IVA si bien ayudaron a que la caída de la pobreza no fuera tan abrupta, la distribución del ingreso per cápita en Colombia durante el 2020 muestra que hubo una explosión de la pobreza extrema del 15.10% Aumentando en 2.781.383 personas.
Estos programas tienen un problema de focalización en las bases de datos del DNP y el Ministerio de Hacienda, con esta propuesta el costo de un impuesto sobre la renta negativo genérico puede ser menor que el costo de los programas existentes, principalmente debido a los menores costos administrativos, a su vez que el programa no debería distorsionar el mercado como lo hacen las leyes o tarifas del salario mínimo.
El optimo de eficiencia asociado con la competencia en el mercado no llega al bienestar máximo reflejado por una función de bienestar social solo a través de efectos distributivos, y se puede obtener un verdadero optimo si el estado transfiriera ingresos a través de una suma global, impuestos o recompensas, donde “recompensas” son impuestos negativos y suma global es el termino de Paul Samuelson para una redistribución hipotética sin consecuencias distorsionantes.
De este análisis se desprende que cualquier medida propuesta (incluida la propuesta de dejar las cosas como están) puede evaluarse según el equilibrio que logre entre 3 factores.
- La mejora del bienestar general a través de una distribución más equitativa.
- La pérdida de eficiencia económica por las distorsiones introducidas.
- Los costos administrativos.
El primero de ellos no puede equipararse fácilmente a una suma de dinero; es poco probable que el último sea un factor dominante. Por lo tanto, la redistribución debe perseguirse hasta el punto en que cualquier beneficio adicional (no monetario) de una distribución más equitativa se vea compensado por la perdida monetaria resultante de eficiencia económica.
Si bien el país se encuentra en un debate sobre la reforma fiscal, los académicos, en especial los economistas, debemos discutir y analizar si la renta básica focalizada puede ayudar a disminuir la pobreza, en qué medida y bajo qué costes.
