Mucho se ha dicho de la crisis de la universidad nacional, mucho también de los mecanismos con que se elige al rector, pero poco acaso nada se ha dicho sobre los mecanismos de participación estudiantil, no los institucionales -que no existen- sino los que estudiantes organizan: asambleas, asambleas y asambleas.
Lo de hoy, otra asamblea, es sintomático. Para empezar, metodológicamente es inviable, 1600 personas le caben al León ¿cómo lograr un buen diálogo? En tal situación no cabe esperar sino la algarabía, sin embargo, fue así solo parcialmente ¿por qué en un auditorio con 1600 personas, intervención tras intervención, no se escuchó una sola voz de disenso? Los discursos no fueron variopintos en contenido sino en forma: un paisa, una mujer, una voz titubeante, pero de fondo, el mismo discurso con variaciones retóricas. A tal punto de caer en la caricatura, pues de las denuncias a las exiguas raciones en las cafeterías se llegaba, sin más, al fin del capitalismo.
No es que sea un debate de sordos, es una discusión familiar, que se ‘reproduce’ peligrosamente, es decir, el problema es de endogamia ¿Cómo no si solo hablan los de siempre? No fue una asamblea estudiantil, sino una asamblea de las organizaciones estudiantiles, lo que se hizo patente en los discursos, por ello hablaban de “fortalecer el movimiento” o “sumarle fuerzas al movimiento”. Lo que no sería grave si no fuera porque se han abanderado de “la democracia universitaria”, sin embargo, estos “demócratas radicales” no les preocupa que esos espacios sean sus espacios, me resulta inquietante que los apologistas de lo Político -con pe mayúscula- no se interroguen por la falta de conflictividad en la asamblea, si es que una democracia no se puede concebir sin conflictos. Critican a Mantilla por querer “despolitizar” la universidad -lo que está bien- pero no se autocritican por instrumentalizarla.
Los estudiantes sabemos que lejos del consenso, nuestro ‘estamento’ está profundamente dividido, no es un problema menor para un demócrata real, a mi sí me preocupa esa “armonía de idilios sin sombras” como diría Zuleta ¿Aun tienen la irresponsabilidad de tomar decisiones en nombre de Los Estudiantes? ¿No sería más franco tomar decisiones en nombre de las organizaciones estudiantiles? A uno le da la impresión que ya de antemano se sabía lo que seguía: apoyo a los trabajadores, paro, y lo que ya todos conocemos. Me podrían responder que en la asamblea cualquiera tiene voz, pero no, no es así por un hecho sociológico: simbólicamente esos espacios son herméticos, restringidos (y eso sin tener en cuenta que lo más importante es la performatividad, qué tan bueno es el discurso que uno se eche, olvidan que la historia de hoy, es una historia “sin héroes y sin nombres propios, una historia anónima” como diría De Certeau).
A pesar de los pesares, decidí hablar hoy, debo admitir que no me abuchearon, ni me chiflaron, ni me dijeron facho. Proponía, con todas mis limitaciones, que antes que nada era imprescindible tener en cuenta la voz de los que simbólicamente están marginados de tales espacios; decía que muchas de las propuestas, como la de exigir la destitución del rector, eran inconvenientes, porque dividían a la comunidad estudiantil, porque no deberíamos instrumentalizar los espacios de participación, es decir, no debíamos imponerle agendas políticas; en último termino, que antes de tomar determinaciones debía haber una unión en torno a “un horizonte de sentido común” pero que este solo lo podíamos encontrar si se dialoga con los que no sirven para echar discursos pero tienen ideas, o sea, la mayoría de estudiantes en una universidad que se dice la mejor del país. El “representante-moderador” cuando concluyó dijo que no iban a exigir, la ingenua si no utópica, salida del rector, pero que la oposición al rector no se discutía, que la agenda no se discutía.
A la final todo comenzó a desmoronarse entre los alaridos de la familia, por lo que el líder de los trabajadores tuvo que intervenir para recordarnos por qué estábamos reunidos ¿apoyar el paro o no? Porque sí, finalmente, después de 2 horas y 40 minutos, todo fue una impostura democrática.