¿No hemos considerado que poseemos el talento suficiente para hacer las cosas bien?
El exceso e insensibilidad de AUV, del cual hoy se quejan muchos periodistas, con justa razón, es amnésico y carente de autocrítica en algunos casos porque, de una u otra forma, ellos mismos cohonestaron con ese proyecto político en sus momentos de efervescencia y calor más álgidos, que busca a como dé lugar, restablecerse en el poder.
Lo bueno de ello, es la señal de que no todo está perdido. Es muestra de que no persiste la complicidad con el “estado de opinión” y la “seguridad democrática” que afincó en las mentes de millones de colombianos la anticultura del traquetismo y sus antivalores, como la indiferencia ante el asesinato, la amenaza, la corrupción, la violencia y los más ruines propósitos que el ser humano pueda perseguir.
Somos campeones mundiales en corrupción, pero no hay un solo peso pesado de la política nacional preso, de hecho, siguen en la contienda política y con serias posibilidades de ganar las elecciones presidenciales.
Todo el establecimiento huele a podrido, todas sus instituciones están contaminadas por las prácticas que premian la corrupción y los colombianos lo sabemos, todos lo sabemos.
En Barranquilla sucede algo escandaloso, pero la mayoría lo mira bajo la premisa de: “están robando pero haciendo”. Como si el robo al erario, fuese un delito de poca monta, un mal menor o necesario.
En otros países son delitos capitales o de gravedad inmensa, meterle la uña, la mano y el cuerpo entero a las arcas públicas, sin embargo, aquí con tal de que se haga algo, o se aparente hacerlo, resulta permitido.
¡Es el elogio a la mediocridad más infame que se haya visto en la historia!
Robar, matar, violar, desplazar y calumniar es permitido de lunes a sábado, pero los domingos los condenamos desde los púlpitos, para poder ir en paz con nuestras almas...
¡Colombia no es un país de hipócritas!
Colombia es un país de gente honrada y trabajadora, que se levanta a diario a buscar su sustento en un puesto de comidas, en una oficina, en el mercado vendiendo cachivaches y verduras. Esa es la Colombia que hace rato no sueña, a la que le fue arrebatada la inocencia desde su niñez porque no tuvo más opción que rebuscársela como fuera, que no escogió ser sicarios o ladrones, sino que sus circunstancias se las impusieron.
La oligarquía colombiana es experta en copiar lo malo que hay en el extranjero y desde luego, reproducir su estilo. Su forma de vida de hamponería e inescrupulosidad son de su cosecha, tienen su propio sello.
Lo principal que un gobierno debería garantizar a sus ciudadanos es lo básico para su existencia, un techo, buena salud y educación y empleo. La recreación, la cultura, el deporte y las ciencias son valores superiores que de la mano de esa buena intención de satisfacer a la mayoría de ciudadanos, se van consolidando poco a poco.
Los países nórdicos, Japón, Cuba y Bolivia son ejemplos mundiales en lucha contra la pobreza, la desnutrición, altos niveles de educación y desarrollo industrial elevado (más en los dos primeros).
En ese mismo sentido, se están desarrollando políticas de estado en contra de la contaminación y el cambio climático, que es un asunto que debería llamar la atención de todos, porque al paso que consumimos, el planeta va a estallar y nosotros quedaremos borrados de la historia.
Tenemos una inteligencia increíble para lograr lo que hace pocos siglos era impensable o lo que para algunos de nosotros era un sueño, la revolución de las comunicaciones debería permitir intercambios sociales, económicos, culturales y políticos que nos permitan vivir en armonía, no en guerra constante.
Las misiones espaciales y los descubrimientos de nuevos planetas en que es posible encontrar vida inteligente o a los que podamos trasladarnos son apuestas que marchan a pasos agigantados en naciones poderosas y que en poco tiempo serán realidades.
La inmensidad del universo es una referencia que debería llamarnos a reflexionar sobre nuestra arrogancia y soberbia a la hora de relacionarnos con los demás, pues, no somos más que partículas insignificantes en medio de todo.
Creo, que nuestro país se enfila hacia una contienda política que puede permitirnos dar un salto cualitativo hacia el futuro o mantenernos rezagados como hasta el momento.
Es de suma importancia que la ciudadanía exija de los candidatos y partidos, propuestas y programas de gobierno ajustados a la realidad y necesidades de las mayorías, con viabilidad práctica y que apunten a convertirnos en una nación que sea referente de altos valores en el mundo, no sólo de violencia, droga y corrupción.
Nuestros ciclistas, futbolistas, atletas y artistas son una señal inequívoca de ese talento inconmensurable que tenemos por dentro pero que debe ser explotado en conjunto, para hacer el bien, siempre para hacer el bien.
¿Es imposible pensar que nuestro país sea el mejor en todos los ámbitos de la vida humana?
Como diría Ernesto “Che” Guevara: seamos realistas, soñemos lo imposible.