Elon Musk, además de ser uno de los hombres más ricos del mundo, es también uno de los más ambiciosos, si no, el que más. Empezó buscando liderar el mercado de los vehículos eléctricos, luego pasó a pensar en la forma de llevar humanos a Marte y ahora está empecinado en implantar chips en los cerebros de la gente para tratar condiciones neurológicas.
A estas inversiones se suma una empresa de excavación (The Boring Company), una de energía solar (SolarCity Corporation) y recientemente la compra de una de las redes sociales más grandes del mundo (Twitter).
A pesar de que sus métodos son bastante cuestionados hasta por sus propios empleados y ha sido el centro de más de una polémica, Elon Musk tiene uno de los cerebros más brillantes de su generación, acompañado por una abultada billetera que ha sabido usar para para acaparar los mercados más importantes en materia de tecnología e innovación.
Si se hiciera una encuesta para preguntar cuál de todos sus proyectos es más utópico, seguramente ganaría SpaceX por todo lo que implica colonizar Marte y lo lejana que suena esa idea, pero lo que quiere llevar a cabo con Neuralink tampoco se queda atrás.
Neuralink es una empresa con sede en San Francisco, fundada en 2016 y desde el primer momento, ha tenido como objetivo fabricar un dispositivo capaz de tratar enfermedades cerebrales.
Desde su creación, a Neuralink la ha caracterizado el hermetismo y aunque desde el principio se sabía lo que buscaban, sólo fue hasta después de 2019 cuando el mundo conoció la noticia sobre cómo querían hacerlo: implantando chips en los cerebros humanos.
Ahora bien, con Neuralink, el millonario no ha tenido el camino fácil como lo tuvieron sus otras empresas, pues se llevó una sorpresa al saber que, en el negocio de la salud, es más estricta la regulación y es la primera vez que le toca lidiar con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA de Estados Unidos.
En los últimos años, Musk ha liderado el desarrollo de los dispositivos de forma acelerada con el fin de que puedan ser usados en humanos lo antes posible. Incluso, ya pasó por la fase de realizar pruebas con animales y ha tenido que enfrentar denuncias por violar la ley de bienestar animal al causar muertes y sufrimiento innecesarios a los especímenes.
Pero con escándalo y todo, Musk demostró que, al menos en animales, su chip puede ser efectivo y ejemplo de su empeño fue el mono Pager, un macaco al que Neuralink le implantó el chip para evaluar posteriormente cómo interactuaba el dispositivo con su cerebro.
Lo probó por medio del popular videojuego ‘Pong’ y en tiempo récord, el animal fue capaz de jugarlo, incluso, sin la necesidad de utilizar sus extremidades superiores.
Con estos antecedentes, el millonario empezó el 2023 con el pecho inflado, pero cuando parecía que estaba más cerca que nunca de cumplir su sueño, fue la propia FDA la que le cortó las alas y Elon Musk aún no está autorizado para probar su chip en humanos.
La FDA es el equivalente al Invima en Estados Unidos y es la que tiene la potestad de aprobar o no cualquier tipo de medicamento o dispositivo médico, categoría en la que entrarían los chips de Neuralink.
Esta entidad considera que aún no hay suficiente evidencia para demostrar que esta tecnología pueda ser segura en humanos. Temen que de ser utilizada, termine dañando el tejido cerebral, ya sea porque se recaliente la batería, por un mal movimiento de los cables, o incluso, por una descarga eléctrica.
La respuesta de Musk fue contactar con el Instituto Neurológico Barrow, organización especializada en el tratamiento y la investigación de enfermedades neurológicas, con el fin de que ellos sean sus aliados en la realización de los ensayos clínicos con humanos. De igual manera, por ahora, tendrá que seguir esperando.
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