Al abrir las páginas del libro de los libros me encuentro: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Y el mito abre el ensueño de aquel mundo paradisiaco en el cual vivió la primera pareja humana. No obstante, no podía imaginarme que Eva y Adán hubiesen engendrado la humanidad sin que naciesen seres humanos con cola de cerdo, tal como decía mi mamá cuando me enamoré de mi prima. Mas los mitos bíblicos tienen su encanto, por ejemplo, Jonás, quien es devorado por un pez muy grande y después de tres días es arrojado a la playa, invención maravillosa que encontré al meter las narices en el relato de Pinocho. O el cuento de David enfrentado a Goliath que me recuerda los encuentros entre los estudiantes y los Esmad, con una pequeña diferencia que mientras David mata al gigante, los polis matan a los estudiantes.
Darwin viajó (1831) en un barco encargado de “cartografiar” la riqueza cuando Inglaterra no había caído en la nostalgia de grandeza imperial, de estos días, chapoteando el Brexit. Y, en ese viaje, en la mente del joven cruzó la idea que las especies evolucionan. Más en Microcosmos (1987), Lynn Margulis esboza la teoría de la evolución, a partir de la simbiosis de los microorganismos de los cuales surgieron los organismos multicelulares que a la larga desembocaron en las plantas, animales e incluso el hombre.
Además de la creencia religiosa que atribuye el origen del cosmos a lo sobrenatural y de las teorías de la evolución desde las dimensiones medias o desde el microcosmos, los teóricos de los alienígenas ofrecen otra versión, recurriendo a seres que construyeron monumentos inexplicables desde la tecnología de nuestros días. En la televisión diariamente navegan los ovnis, sin que ningún gobierno con sus supersónicos aviones hayan podido atrapar a esos intrusos. Y los relatos de quienes han visto los platillos voladores de los cuales emergen los extraterrestres que de vez en cuando raptan por unos días o meses a los terrícolas. El ánimo se llena de curiosidad al escuchar los planteamientos que aseguran que la civilización ha avanzado por esos seres que vienen desde no se sabe que rincón del universo.
En síntesis, el origen del universo se explica desde el punto de vista religioso, desde las teorías científicas y los extraterrestres. En las explicaciones religiosas, que buscan la subordinación o vinculación a la divinidad y el estado escrupuloso en el cumplimiento de deberes a los creyentes, está presente el mito que encierra elementos estéticos, si se mira más allá de la creencia. De las teorías científicas es sugestiva la evolución desde las dimensiones medias (Darwin) y desde el microcosmos (Margulis). Ambas parten de la observación y la experiencia. A su vez, la imaginación de los investigadores de alienígenas es bastante seductora mucho más cuando suponen la existencia de los extraterrestres que han visitado el planeta y que un día volverán a la Tierra.