I’m Not Your Negro (2016) No soy un negro, menos tuyo, porque primero soy un hombre

I’m Not Your Negro (2016) No soy un negro, menos tuyo, porque primero soy un hombre

Puede decirse, sin eufemismos ni juegos de palabras de por medio, que el problema del negro en la sociedad estadounidense es en realidad problema del blanco

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento
junio 13, 2023
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I’m Not Your Negro (2016) No soy un negro, menos tuyo, porque primero soy un hombre

Y Dios dijo: ‘Ama a tu enemigo’ y yo le obedecí… y me amé a mí mismo.
KHALIL GIBRAN

Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, con I’m Not Your Negro (2016) o No soy tu negro, de Raoul Peck, el Cine-Club Al Filo del Tiempo da inicio al Ciclo El Documental, Padre del Cine: aunque nunca estuvieron casados, se recuerda que su madre es la ópera. Obra cuya factura es de una delicadeza inusual y gracias a la magia del cine, del arte en general y del montaje en particular logra un efecto grato al hacer tomar vida a los objetos, a lo inanimado e incluso a los muertos: tal es el caso concreto de James Baldwin, personaje axial de este filme a prueba de balas, quizás porque no hay personajes vivos, y que resiste los embates del tiempo gracias a la habilidad como Raoul Peck mezcla pasado y presente, muerte y vida, fotos y realidad, con tal eficacia que todo acaba por cobrar existencia y deja al espectador sumido en la perplejidad al final, cuando nada está consumado, sino que apenas empieza a vivir porque el documental trae al espectador más preguntas que respuestas.

La más inquietante de todas quizás sea la de cómo resolver el mal llamado ‘problema del negro’ porque desde ya puede decirse, sin eufemismos ni juegos de palabras de por medio, que el problema del negro en la sociedad estadounidense es en realidad problema del blanco. Y a eso dedica la totalidad del metraje el cineasta haitiano, tratando de recuperar con la mayor fidelidad posible el material de 30 páginas que James Baldwin escribió con el fin de algún día realizar lo que, sin embargo, jamás pudo. Y la verdad es que el resultado no pudo ser mejor, ni más conmovedor, ni más sutil: desde los intertítulos a lo largo del metraje hasta la galería de fotos incluida, pasando por los insertos, tales como filmes de la época, lemas contra el racismo, fascismo extra/ordinario de la ‘supremacía blanca’, luchas de los negros, imágenes de linchamientos, rechazo del blanco a la integración, paranoia gringa frente al comunismo, esvásticas del neonazismo de EE.UU, imágenes de palizas a los negros, etc., etc.

Es decir, sobre un guion de 30 páginas que Baldwin jamás pudo hacer, y en el que contaría los 30 últimos años de la vida en EE.UU, como lo hicieron Robert Kramer y John Douglas con el filme Milestones (1975), dedicado al ‘heroico pueblo vietnamita’, en el que figuran restos de comunas, veteranos de guerra, activistas de todo tipo, militantes de células et al, que desde su particular óptica hacen un mapeo del país entre el cuidado y la espontaneidad, así Peck lo hace a partir de tres de los amigos de J. B. asesinados: Medgar Evers, miembro de los Panteras Negras, por investigar el asesinato de un negro, el 12.jun.1963; MX, ahora El-Hajj Malik-Al Shabazz, musulmán, el 21.feb.1965, por su radicalismo frente al lío blanco con los negros; y MLK, por oponerse a Vietnam y desarrollar la Campaña del Pueblo Pobre, a fin de integrar a pobres y clase media, blanca y negra, y a minorías, sin distingos de clase, el 4.abr.1968. 30 páginas que Baldwin tituló Remember this House o Recordar esta casa. (1)

Peck divide su trabajo a partir de intertítulos que desde muy diversas ópticas van mostrando que EE.UU, como se dice al final, no es precisamente la ‘Tierra de la Libertad’, sino la de la esclavitud, ni del American Dream o Sueño Americano, como si ese país fuera un continente, sino A Nightmare Yankee, ni el país del postre de cereza sino el de las uvas de la ira, como en particular se ve al asumir el maltrato que durante más de 400 años han recibido los negros. Antes de ir con c/u de los intertítulos, cabe ir con lo que Baldwin le respondió a Dick Cavett en su show de TV, sobre si la situación del negro está mejorando o sigue siendo desalentador y el autor de Sobre mi cabeza, (2) una de las mejores novelas afroamericanas junto a Invisible Man, de Ralph W, Ellison y Native Son, de Richard Wright, responde que siendo honesto no cree que haya mucha esperanza, mientras se crea en el lenguaje peculiar, v. gr., de permitir al negro salir en TV, y que el lío no es qué pasa con los negros, sino ¿qué pasará con el país?

Suena el blues de Buddy Guy, aparece el lema Black Lives Matter o Las vidas de los negros importan y el título del documental en pantalla: I Am Not Your Negro o No soy tu negro, que se traduce en una radiografía a fondo sobre un país que cada día se va más a pique, pero que a causa del maquillaje mediático se le pretende dar un rostro de joven inmerso en la alegría y no, como en realidad es, surcado por las arrugas de la decadencia más que por el paso de los años y por el dolor que implica cargar tanto tiempo la culpa de la discriminación, del racismo, de la intolerancia con los negros. Así, en carta a Jay Acton, de la Agencia Literaria Spartan, Baldwin le escribe sobre el viaje que emprende ahora para contarle la verdad, que sabe tendría que hacer, pero no esperaba hacer tan pronto para concluir con la metáfora: ‘Creo que un viaje es llamado así porque no se sabe lo que podemos encontrar en el trayecto, lo que haremos con lo que encontremos o lo que nos hará aquello que encontremos’: viaje iniciático.

En efecto, aunque todo viaje es iniciático, porque se sabe dónde empieza pero no dónde termina, Peck parece llevar la contraria con su documental al recordar, tal vez, que entre más rápido se plantea una tesis más rápido surge la antítesis, razón de la dialéctica: entonces, lo que en su obra parece espontáneo tiene a la vez el rigor de la planificación a cada tramo, ya sean textos, lemas, imágenes, fotos, personajes, pertinencia de cada detalle incluido. Es decir, nada está suelto, sino que hace parte de un aparato de sofisticación artística al extremo. Aun así, es quizás la destreza del montaje, hecho por Peck mismo, lo que más podría impresionar de su trabajo junto, claro, a la sensibilidad y a la delicadeza que ofrece con la selecta muestra musical que acompaña a las imágenes, imágenes salpicadas de tristeza, nostalgia, melancolía, igual que de dolor, violencia, injusticia, sin olvidar, se reitera, la discriminación, el racismo, la intolerancia, que marcan al statu quo gringo, aun con todas sus formas de encubrimiento…

Aun con el más recursivo aparato mediático, de publicidad y propaganda, con que ha contado sobre todo desde cuando el ideólogo del nazismo, Carl Schmitt, se transformó en el ideólogo de la Doctrina de Seguridad Nacional de EE.UU. Y esta, al filo del tiempo, resultó el pretexto perfecto para perseguir, acosar, intimidar y, por último, eliminar a quien, como casi se hizo con el propio Baldwin, se considerase, de forma unilateral, sesgada e injusta, ‘un peligro para la seguridad nacional’, tal como tras señalar una de sus víctimas, MLK, que los negros no sólo tienen el derecho sino la obligación de ser libres, el relato de Baldwin, por vía de la voz del actor Samuel L. Jackson, señala/recuerda que el año que esas vidas y muertes ocurrieron, desde el punto de vista público, fue 1955, el mismo año del Boicot de Autobuses en Montgomery, AL, cuando se oyó sobre MLK por primera vez, hasta cuando fue asesinado en 1968. Medgar Evers ya había caído yerto en el verano del 63 y MX en el invierno del 65.

En el invierno shakespeariano del descontento que llevó a la tumba a esos tres hombres, todos, por fortuna diferentes, y no por desgracia como cree el Sistema. Hay que enfatizar que MLK tenía apenas 26 años en 1955 y a partir de ahí tuvo que cargar sobre sus hombros ‘el peso de los crímenes, las mentiras y la esperanza de una nación’, esperanza, dicho sea de paso, siempre postergada, sobre todo para los negros, y esperanza que, transformada por la magia/mafia mediática, devino ‘bienestar’ para millones de blancos, mientras otros tantos millones de personas sucumbían al peso de la deuda contraída en el empeño, como señala el propio documental de Peck. Por eso, Baldwin quiere con su guion soñado, pero nunca hecho por él mismo, que las vidas de ellos tres ‘choquen y se revelen entre sí, como en verdad ellos hicieron y usar su terrible viaje como un medio para instruir a la gente, a quienes ellos amaban tanto, quienes los traicionaron [al seguir el juego de los blancos] y por quienes dieron la vida’.

A quienes amaba tanto Baldwin es por lo que luego Peck pone el primer intertítulo: Pagando mis deudas. Lo primero que surge es el rechazo blanco a la integración, la misma a la que MX resistía con humor: ‘Lo único que me gusta integrado es el café con leche’. Luego, una mujer blanca dice que su Dios perdona el asesinato y el adulterio pero que ahora está furioso y maldice la integración. Entonces, surge Baldwin, por vía de Jackson, y señala que fue cuando vio la foto de Dorothy Counts, de apenas 15 años, que camina y es agredida/escupida por la multitud, mientras va a la escuela en Charlotte, North Carolina. Sintió tanto odio como lástima y vergüenza pues ‘algunos debimos haber estado con ella’. Así, ya no podía quedarse sentado en París, hablando de Argelia y el problema de los negros de EE.UU. Brotan imágenes por doquier de negros que sirven a sus amos, pero que a sus amos no les parece que ya les sirven: la teoría mafiosa del limón, años 50, según la cual una vez usados los botan.

Como sus propios padres obligaron a Counts-Scoggins, n. el 25.mar.1942, a retirarse de la Harding High School. Su dignidad, el 4.sept.1956, cuando fue una de los cuatro estudiantes admitidos en la escuela exclusiva para blancos, se vio atacada por insultos, escupitazos y piedra; luego, dentro de ella, le arrojaron basura ante la desidia de sus profesores. El asunto dio hasta para un premio mundial de fotografía: en efecto, por las fotos tomadas ese día, Douglas Martin ganó el World Press Photo de 1957. Viajó con la familia a Pensilvania e ingresó a la escuela en Filadelfia. Años más tarde, regresó a Charlotte y se graduó de psicóloga en la Johnson Smith University. En adelante, dedicó su vida profesional a cuidar niños sin recursos. En 2008, recibió un diploma honorífico de la Harding High School. Esa misma escuela renombró su biblioteca, en 2010, Counts-Scoggins, honor rara vez otorgado a personas vivas. Ese año recibió disculpa pública de uno de los sujetos que la acosó en 1957.

Al volver de París, Baldwin entendió que, si todos los demás pagan sus deudas, ahora era el turno para él. En medio de las imágenes del NY de neón, recuerda que nunca extrañó nada de su país excepto a sus hermanos, hermanas y a su mamá. Sólo esperaba que no lo hubieran olvidado. Extrañaba la mañana dominguera en Harlem, cómo un rostro oscuro se apaga y miran los ojos oscuros, y cuando ese rostro oscuro sonríe, cómo parece que todo se ilumina. En conclusión, extrañaba sus contactos, la vida que lo había creado y alimentado y había pagado por él. Pese a que ahora era un extraño, estaba en casa. Anuncio del filme Bailen, tontos, bailen (1931), para mostrar el encanto de Baldwin con los movimientos en los filmes y fuera de ellos. Con su madre o su tía vio dicho filme, sabía que Joan Crawford era una actriz blanca, luego fue a la tienda y una mujer negra para él idéntica a la Crawford compraba algo. Era bella, lo miró con su linda sonrisa y no se sintió apenado, lo cual no era usual en él.

Héroes, permite a Baldwin, vía Jackson, hablar de Bill Miller, mujer hermosa, clave para él. En pantalla, el rey de Etiopía, Haile Selassie con su familia. Miller lo llevaba a teatro y a cine y por ella nunca odió a los blancos. Niñas de las Juventudes Hitlerianas y soldados nazis quemando libros. King Kong, de M. C. Cooper, 1933. Comenzó a sospechar que la gente blanca no actuaba de cierta manera porque fuera blanca sino por otras razones. Veía a Miller como era o le parecía, pero a ella también la trataban como negra, en especial los policías y no quería a los dueños. Se cita el filme Richard’s Answer, de W. Forest Crunch (1945), para mostrar que, entonces, nadie parecido a su padre había salido en un filme gringo. No era el caso de Stepin Fetchit, Willie Best, Mantan Moreland, a quienes repelía porque degradaban su mundo y él no conocía a nadie como ellos; también era posible que sus cómicos ojos saltones de terror albergaran la verdad acerca de un terror que ojalá nunca fuera a envolverlo.

El monstruo asesino, de F. R. Strayer (1932), sirve de pretexto para que Baldwin refiera el miedo del conserje negro en Ellos me olvidarán, de M. Leroy (1937), con Clinton Rosemond, quien se parecía a su padre, y él niega haber violado/asesinado a una joven blanca de un pueblo sureño, aterrorizado porque su cuerpo lo hallan donde él trabaja. Por La cabaña del tío Tom, de H. A. Pollard (1927), a inicios del sonoro, Baldwin no lo consideró un héroe porque se rehusaba a tomar venganza. La diligencia (1939), de John Ford sirve para verificar que los héroes eran blancos, más que por los filmes, por el lugar en que vivía, donde dichos filmes eran un simple reflejo. Despreciaba y temía a esos héroes porque ellos sí tomaban venganza con sus propias manos. Héroes de ficción que se roban la realidad, la trafican y convierten en mercancía. Ellos creían que debían vengarse y él entendía: ‘Mis compatriotas eran mis enemigos’. Historias hechas para ‘asegurarnos que no se cometió ningún crimen’…

Así, ‘convertimos una masacre en leyenda’, recuerda Baldwin, vía Jackson, y sin embargo éste ya fue absorbido por aquél: es decir, ya no se oye a Jackson sino a Baldwin, quien habla del catálogo de opresión con que ya están familiarizados los negros. Esto les destruye a los sometidos su sentido de realidad. Así, desde que nacen, como sólo tiene referentes blancos y aún no han visto un espejo, creen que también lo son; así, de niño es una sorpresa descubrir que Gary Cooper, el admirado, mataba indios y ‘tú eras esos indios’; así, es un fraude notar que el país al que le debes tu vida e identidad, en su sistema de realidad, no ha forjado un lugar para ti. Baldwin escribe de nuevo a Jay: sabe cómo hacer este libro, el de las 30 pp. En sept. empieza ‘el camino’, que quiere decir regresar al Sur. Para ver a Myrlie Evers (ya viuda presidente de la NAACP), a Coretta S. King, a Betty Shabazz, viuda de MX y a los hijos de todas. Significa exponerse como testigo de la vida y la muerte de sus famosos padres negros.

En Testigo, Baldwin relata que primero conoció a MX, en una charla que daba en NY; casi entra en pánico, desconfiaba de su leyenda, así se creyera al pie de la letra en la luz que los blancos decían que era pues sus opiniones al respecto daban risa por patéticos. MX tampoco tenía por qué confiar en él. Medgar Evers, como miembro de la NAACP investigaba, se dijo, el asesinato de un negro. Le pidió seguirlo en el viaje de investigación. Sintió susto y a la vez la seguridad de poder definir lo que quiere decir con la voz ‘testigo’. La línea divisoria entre un testigo y un actor es muy delgada, pero real. No era musulmán negro ni jamás fue Pantera Negra, porque no creía, por B. Miller, que toda la gente blanca fuera mala y no quería que los jóvenes negros lo creyeran. No era cristiano ni miembro de la NAACP porque en el Norte, donde nació, dicha asociación estaba de forma fatal ligada al Touch of Class negro o a sus distinciones e ilusiones, que tanto disgusto y malestar le causaban a un embolador como él…

Para entonces, Baldwin no tenía que sudar frío tras tomar decisiones que afectaban a cientos de miles de vidas; no era responsable de manejar dinero ni de decidir cómo usarlo; tampoco, de planear reuniones de oración, marchas, peticiones, campañas de registro de votantes. Veía a alguaciles, diputados, polis estatales sólo de paso. Nunca se quedaba en un pueblo. A veces, era un dilema moral, pero en el curso del tiempo aceptó que parte de su responsabilidad como testigo era moverse tanto y tan libremente como fuera posible. ‘Para escribir la historia y darla a conocer’. En Carta de una región de mi mente, Baldwin saca a relucir el memorando del FBI, de mar.1966 sobre cómo para el asistente del director del FBI, Alan Rosen, los archivos revelan que se ha dado a conocer por sus escritos sobre el nexo blancos y negros. Y esta perla final: ‘Se ha escuchado [o sea, mero rumor] que Baldwin podría ser homosexual [y si lo fuera, ¿por qué sería un problema para él?] y su apariencia indica que podría serlo’…

Para el director del FBI, J. E. Hoover todos deben preocuparse de una sola cosa: erradicar el crimen, es decir, lo que él no hacía; que ‘el FBI estaba tan cerca de la gente como el teléfono más cercano, esto es, como para las Convivir o las Familias en Acción de Varito, ‘conviértase en soplón sin que usted lo note’. Para Hoover, los archivos mostraban que Baldwin era un tipo peligroso que podría cometer actos hostiles en contra de la defensa y de la seguridad pública de EE.UU y por ello fue incluido en dicha lista de seguridad. Para Baldwin, los blancos no entendían que lo que sucedía en Birmingham sucedía en todo el país, que no hay diferencia moral ni de otro tipo entre Birmingham y L. Á. Sobre dicha campaña, 1963, imágenes con palizas a los negros. El Dr. Kenneth Clark habla con MX, MLK y Baldwin, en el programa de TV El negro y la promesa gringa (1963), todos ellos voz de algún segmento de la comunidad negra. Para Malcolm esta ha sido víctima de violencia desde hace 400 años.

Y que gracias a los ignorantes predicadores negros se cree que como Dios dijo ‘hay que poner la otra mejilla a las bestias que nos agreden’. Clark suelta que para MX el movimiento y la filosofía de MLK le siguen el juego al opresor blanco que está feliz de oírlo hablar, algo que quizás entonces fuera así, pero luego ya no, en especial cuando MLK se radicalizó, como luego haría John Lennon y también ¡kaputt!, contra la guerra de Vietnam y al tiempo que asociaba la guerra a la pobreza, permitía inferir que el miedo inoculado entre la población, en especial negra, era proporcional a los desafueros, al despilfarro y a la corrupción que rodeaba a la industria armamentística y a la de los amos de la guerra. A los que por esa época les cantó el Nobel 2016, Bob Dylan, entonces simple aprendiz de Leadbelly, Woody Guthrie, Buddy Holly, Sonny Terry, Brownie McGhee, y de quien no puede ignorarse su tema Masters of War, diatriba contra la violencia, el armamentismo, la guerra, la industria militar, el terror.

‘Vengan, amos de la guerra/ Ustedes los que fabrican todas las armas/ los que fabrican aviones de muerte/ […] las grandes bombas/ los que se ocultan más allá de los muros/ […] de los escritorios/ sólo quiero que sepan/ que puedo verlos a través de sus máscaras// Ustedes que nunca han hecho más que/ fabricar para destruir/ juegan con mi mundo/ ponen una pistola en mi mano/ y se ocultan de mi vista/ y se vuelven y escapan lejos/ cuando vuelan las rápidas balas// […] Ustedes no valen ni la sangre/ que corre por sus venas.’ (Trad.: LCMS) En acuerdo con la letra de Dylan, sin saberlo quizás, MLK se va contra la guerra, la pobreza de blancos/negros/minorías, para señalar una verdad de esas jamás aceptadas por los gobiernos, siempre sabidas por el pueblo: ‘Estamos gastando todo este dinero en muerte y destrucción y no el dinero suficiente en la vida y el desarrollo constructivo’. (3) Para Zinn, ‘en 1976 un informe del Senado sobre el FBI, [revela que] esta institución intentó ‘destruir al Dr. MLK’.

Planeaba, sin la venia paternal de JFK, la Campaña, para la que se requerían 100 mil millones de dólares y él se conformaría con 30 mil. Fue a apoyar una huelga de basureros en Memphis y allí, mientras fumaba su cigarrillo final, en el Motel Lorraine, de Memphis, sufrió el ataque del ‘loco que actuó solo’, J. E. Ray (4). Luego, para el NYT el pastor Ronald D. Wilson contó que su padre H. C. Wilson fue quien asesinó a MLK: no por causas racistas sino políticas: lo creía comunista. (5) Cuando King se radicaliza frente a Vietnam y dirige la Campaña aumenta la opción de una muerte violenta. Dicha guerra, para él más que un hecho brutal era represión colonialista de la super potencia blanca en perjuicio de un pueblo de color, no de distinta raza. Otro ejemplo del arte ilustra esta idea: en Full Metal Jacket, de Kubrick, la primera víctima en su afán por acabar al pelotón enemigo, una valiente vietnamita, es Bola Ocho, quien al caer como carne de cañón gime con humor e ironía: ‘Pon al negrillo tras el gatillo’.

De los 500 mil desertores, la mayoría era negra. La guerra era enemiga de los negros, porque absorbía recursos, voluntad y energía que podrían servir para erradicar su pobreza. Que lejos de colaborar, la combatirían por todas las vías, incluyendo la resistencia al reclutamiento: o la objeción de conciencia de Muhammad Ali, cuando en 1964 le quitaron el título por no ir a Vietnam, ‘guerra del hombre blanco’. 1967, MLK en NY: ‘Esta locura debe cesar […]. Debemos parar ahora. Hablo como […] hermano de los pobres que sufren en Vietnam. […] por aquéllos cuyas tierras [son] devastadas, cuyas casas [son] destruidas, cuya cultura [es] aniquilada. Por los pobres de EE.UU que pagan el doble precio de las esperanzas destruidas en casa y la muerte y la corrupción en Vietnam. Hablo como ciudadano […], por el mundo que contempla horrorizado el camino […] tomado. Hablo como un estadounidense a los líderes de [EE.UU]. La gran iniciativa en esta guerra es nuestra; para detenerla, también’. (6)

Para Baldwin, MX y MLK venían de pasados muy distintos, de polos opuestos, que se fueron acercando poco a poco, como quien escribe lo expresa en su ensayo sobre quien después de ser manoseado, maltratado y despreciado, fue ‘distinguido’ por el White (Without) Touch of Class Nobel de Paz: un distractor para incautos. MLK cargó la responsabilidad de MX, le dio estructura a la visión de quien MLK vio en la cima de la montaña. Medgar era muy joven para ver todo esto y fue asesinado primero. Baldwin era mayor que los tres: ninguno de ellos, vivió hasta los 40: esto, a causa de las implacables matemáticas del crimen oficial/clandestino gringo/blanco, del Sistema y su paranoia sin par. Dos, cuatro, seis, ocho blancos no quieren integración. Detengan la invasión roja. Pero, los dos soldados al frente del aviso les recuerdan a los blancos que la invasión es azul. Un negro deforme. ¡Bésame, soy igual! No: por fortuna los negros son diferentes: entre blancos, hay unos más iguales, que desprecian a los demás.

Blancos: ‘¡Queremos a King!’ Pero, para agarrarlo a batazos, no para quererlo. El poder de los blancos, con sus esvásticas neonazis. Para Baldwin, la gran autoridad de MX sobre su gente es su visión sobre el sufrimiento del negro que durante tanto tiempo ha sido negado por el blanco: esto es, negacionismo puro. ¿Cómo hará el negro para reconciliarse con su situación en EE.UU?, se pregunta. Lo asusta la apatía moral, la muerte de los corazones que pasa en su país. El blanco se empeñó en que el negro no es humano, no existe, es invisible. Pero, los blancos son los que no son humanos, sino inhumanos. Por lo que hacen, no por lo que digan. Así, se han convertido en monstruos morales. La mayoría tuvo amigos negros, una criada negra o alguien conocido de la secundaria, pero nunca o casi nunca tras terminar la escuela fueron a su cocina. ‘Estábamos separados desde la puerta de la escuela’. Baldwin está seguro de que la mayoría blanca no tiene nada contra los negros, ese no es el problema.

El problema real es la apatía y la ignorancia: el precio a pagar por la segregación. Eso significa. Si el negro no sabe lo que pasa del otro lado es porque no quiere. Un lunar en el sol, de D. Petrie (1961), sobre la obra de Lorraine Hansberry. Baldwin señala que ahora debe hablar de la reunión con Bobby Kennedy. Cuando ella fue tenía 33 años. Fue una de las últimas veces que la vio viva y murió a los 34. Bobby tenía 38. Nunca se supo nada sobre cualquier investigación que debió ordenar el Fiscal General u otra de la ONU para investigarlo, sobre todo a partir de la petición que durante la reunión le hizo Hansberry en el sentido de ‘comprometerse más a fondo’ con el problema de los negros, mejor dicho, de los blancos con los negros. Cuando se dijo que Lorraine había muerto de cáncer de páncreas, el propio Baldwin rápido señaló: ‘Es normal sospechar que lo que vio contribuyó a la tensión que la mató, porque el esfuerzo al que estaba sometida es suficiente para matar a un humano’.

La última vez que vio a Medgar Evers se detuvo en casa camino al aeropuerto para autografiar sus libros a su esposa, hijos y a él. Luego, lo puso en el avión vía Puerto Rico. Meses después, trabajaba allí en su obra. Lucien y él pasearon por la isla y regresaron a casa. El radio estaba prendido, de pronto la música paró y una voz anunció que a Medgar Evers lo habían acribillado en el garaje de su casa, frente a su esposa e hijos. Luego, hallaron el rifle que de forma presunta mató a Medgar. No mires atrás (1967), de D. A. Pennbaker, canta Bob Dylan. Evers le contó que las tiras de ropa de un cuerpo linchado y colgado ondeaban en el árbol durante días y él tenía que pasar por ese árbol todos los días. En EE.UU solo era libre en la batalla, pero no para descansar y quien no encuentra descanso no sobrevive a la batalla. El blanco Tarzán sigue siendo mucho más romántico que el negro. Un negro que ve el mundo a la manera de J. Wayne o J. Weissmüller no es patriota excéntrico sino maniaco delirante…

Baldwin sostiene que los negros han tratado de sobrevivir a un sistema demasiado brutal y que nunca han sido felices donde estén. Pero, le guste o no es estadounidense o, mejor, ‘afroamericano’, como decía MX con orgullo. Sus referentes de niño fueron G. Washington y J. Wayne y cuando se empieza a ver el mundo hay que usar lo que se ve, no hay nada más. ‘Y nos formamos por lo que vemos, por nuestras decisiones y por cómo descubrimos lo que es ser negro en NY y en todo el país. Sé cómo ven, a medida que crecen, y no es en sentido figurado, los cuerpos de sus hermanos apilados a su alrededor’. Baldwin pide que se olvide ‘el problema de los negros’. También las leyes, para eso están la 5ª Enmienda y la Ley de Derechos Civiles del 64. Deben ver lo que pasa en el país y pasa es que un hermano mata a otro sabiendo que lo es; los blancos linchan negros sabiendo que son sus hijos; mujeres blancas queman negros sabiendo que son sus amantes. Por lo tanto, no es un problema racial.

‘Es un problema de si eres capaz de ver tu vida y hacerte responsable de ella y luego comenzar a cambiarla’. Baldwin afirma ser el hijo más despreciado de la gran casa occidental EE.UU, que ya no es tanto. Porque los gringos son incapaces de enfrentar el hecho de que es carne de su carne, hueso de sus huesos, creado por ellos: es decir, invención blanca. Sabe que sus ancestros no querían venir a ese lugar. Pero tampoco los de los blancos ni quienes necesitaban una canción de su cautiverio. ‘Necesitaban una canción de mí, más que para festejar mi cautiverio, justificar el de ellos’. En Pureza, Baldwin parte de la tesis según la cual ningún gringo parece capaz de alcanzar alguna conexión orgánica y viable ‘entre su postura pública y su vida privada’. El fracaso en la vida privada siempre tiene un efecto devastador en la conducta pública gringa y en las relaciones entre blancos y negros. Si a los gringos no los asustaran tanto sus yoes privados jamás dependerían tanto del mal llamado ‘problema negro’.

El odio es ciego (1950), de J. Mankiewicz. ‘Ama a los niños negros. ¿Quién me ama a mí?, pregunta el actor blanco. Baldwin creía que ese problema que los blancos inventaron para salvaguardar su pureza, los convirtió en criminales y monstruos que los destruye a diario. Acto de magia el de Peck al hacer este documental de archivo, en lo básico, pues lo fijo cobra movimiento, a partir de la foto-fija se siente a la persona viva. La ficción se transforma en realidad, casi palpable. La historia parece revivir, el ayer es hoy, el pasado es presente. Todo, cobra una vigencia inusitada. El problema racial toma cuerpo, se siente, lastima e indigna, obliga a reflexionar, deja en libertad para asumirlo. Y ello no ocurre gratis, cree Baldwin, que los negros hagan algo o no, sino por el papel que la imaginación blanca culpable y restringida les asignó a los negros. Es imposible aceptar la premisa de la Historia, basada en el hondo malentendido gringo sobre la naturaleza del odio: primero del blanco hacia el negro.

De ahí MX: ‘El odio que produjo el odio’. El blanco quiere al negro fuera del camino de sus hijos. Su raíz es el miedo, centrado en una entidad que está sólo en su cabeza. Cuando Sidney salta del tren, en Fugitivos (1958), de S. Kramer, lo hace por tranquilizar a la gente blanca para hacerle ver/saber que no se le odia, que pese a sus errores no ha hecho nada para ser odiada. Aviso de Chiquita Brands, la multinacional más que del banano del paramilitarismo, condenada en 2007 a pagar USD$ 25 millones por giros a las AUC de Colombia. (7) Pese a los mitos, los negros aún son usados en la cultura popular como si fueran asexuados. Baldwin dice, a su modo, que la economía de EE.UU no sería lo que es hoy si no hubiera habido después de tantas generaciones mano de obra barata. Anuncio de negros para ser vendidos sin reserva: ¿condiciones? La única, efectivo. Hay nula esperanza en el sueño americano porque la gente a la que se le niega su participación, por su simple presencia, lo destrozará…

Tanto S. Poitier como H. Belafonte son símbolos sexuales, así nadie lo reconozca y mucho menos para usarlos como estrellas masculinas de Hollywood: apenas fueron usados, Baldwin dixit. ¿Sabes quién viene a cenar? (1967), de S. Kramer, filme que probó de manera extraña ser un logro: es casi imposible ir más lejos en esa dirección: la próxima vez tiene que haber besos. Al calor de la noche (1967), de N. Jewison. Baldwin cree que los hombres no se besan entre ellos en los filmes gringos ni en general en EE.UU. El detective negro, Poitier, y el alguacil blanco, Steiger, aquí tampoco se besan. Pero, el beso desvanecido obligatorio en los clásicos filmes gringos ‘no hablaba de amor ni mucho menos de sexo. Hablaba de reconciliación, de que ahora todo es posible’. Una farsa, cuando se sabe que Baldwin conoció a una rubia en un pueblo mucho tiempo atrás y al final nunca salían de la casa juntos: ‘Ella estaba más segura caminando sola por las calles que caminando conmigo’. Presión (1967)…

Filme de H. Ove citado para anotar el hecho brutal y humillante que destruyó la relación que dicha chica y Baldwin hubieran podido tener. Algo usual todo el tiempo, pero los gringos aún no advierten lo siniestro del hecho ni lo que dice de ellos. ‘EE.UU tiene una deuda contraída el Día de la Emancipación: ¡Exigimos igualdad de derechos! – Marchamos por trabajos’. Para el activista negro por los derechos civiles, perseguido por el FBI, y actor Harry Belafonte, ahora se habla de que en 100 años, finalmente, por las causas que sean y la mayoría ha sido por opresión, los negros han tomado el toro por los cachos sin pedirle una moneda a nadie. Si la cosa termina mal o bien o de forma desastrosa, depende de los blancos, recae en los especuladores, en los intereses personales, en los niveles medios del país, en la gente que (como el Attorney General Bobby Kennedy) se rehúsa a comprometerse o a tener una mínima idea de lo que pasa. Baldwin está seguro de que el lío radica en la cerrada mentalidad gringa.

Simplicidad y sinceridad se consideran virtudes gringas. Para Baldwin uno de los efectos de tanto ‘lo siento, lo lamento, me disculparé con ella por eso, asumo toda la carga de los errores que cometí’, es que la inmadurez también se considera virtud, ‘para que alguien, digamos J. Wayne, quien pasa mucho tiempo en pantalla reprimiendo indios, no tenga la necesidad de madurar’. Una noche en Londres el mesero anunció una llamada para Baldwin y su hermana Gloria contestó. No dijo nada. Luego mordisqueó algo que ni saboreó y ‘bien, tengo que contarles algo, porque la prensa ya viene en camino. Acaban de matar a Malcolm’. El hombre con el que no hay nada que discutir por lo que le dijo: ‘Nos necesitaban para recoger algodón y ahora no nos necesitan para nada. Ahora que ya no nos necesitan, nos matarán a todos, así como hicieron con los indios’. No puede hablarse de una nación cristiana, es una historia larga y sangrienta, ‘sólo eso hicimos. Todos los cuerpos enterrados ahora empiezan a hablar’.

Baldwin expresa que si los negros fueran blancos, irlandeses, judíos, polacos o lo que sea, ‘si tuviéramos de hecho, en la mente de los blancos, un marco de referencia, nuestros héroes serían también sus héroes. Nat Turner sería un héroe, no una amenaza’. Tal como lo muestra el escritor W. Styron en Las confesiones de Nat Turner, esclavo que lideró la insurrección de Southampton en Virginia, 1831, y fue propiedad del difunto Putnam Moore: la novela en realidad contiene una especie de confesión al revés pues no les sirve sino a los blancos. Según Baldwin, cuando un israelí, polaco o irlandés toma un arma y dice ‘dame la libertad o la muerte’, todo el mundo aplaude, pero cuando lo hace un negro, lo juzgan como criminal, lo tratan como tal y se hace lo posible para poner de ejemplo a este ‘negro malo para que no haya más como él’. La tierra que amamos (1960), filme del gobierno de EE.UU. ‘Presten atención a la tierra que amamos, miren este escenario de belleza sin fin y ahí está la libertad’.

‘Es un derecho estadounidense inherente que significa cosas diferentes para cada ciudadano’: una tarde recreativa en un hermoso campo de golf; un parque de diversiones con un paseo en la montaña rusa: aunque si hubiera montaña gringa, sería mejor. Un día en la feria: con caballos. Un día de emoción: como el de los blancos quemando las ciudades negras en el verano del 65 o del 67. En fin, ‘un viaje sin restricciones por nuestros 50 estados… diversión ilimitada de todas estas joyas de la corona del continente’. Watts, 1965: un policía, junto a otro blanco, lleva del cuello a un negro desnudo cintura arriba. ‘Para todos nosotros, es todo EE.UU, con todos sus hermosos escenarios, su herencia histórica, sus oportunidades ilimitadas’. En el instante de su herencia histórica, un policía blanco golpea sin misericordia a un negro que momentos antes para defenderse le lanzó un puñetazo: otros, se le van encima. MLK: ‘¡Paren las bombas y paren la guerra!’ Sólo por eso, por haber dicho eso, lo mataron…

En su disección de la sociedad gringa, Baldwin señala que ningún país como EE.UU ha sido ‘tan grande, brillante, feliz, seguro, tan feliz, tan irresponsable ni tan muerto’, ni puede darse el lujo de soñar con un Plymouth y una esposa, en ese orden, casa con cerca e hijos creciendo seguros para ir a la U. y volverse ejecutivos, yuppies o WASP, luego casarse y tener el carro y la casa y así sucesivamente. La mayoría no vive así, ni siquiera puede imaginarlo y ‘no sabe que cuando hablamos de democracia esto es lo que significa’. Por como está hecha, la industria está obligada a presentarles a los gringos una fantasía perpetua de la vida en EE.UU. Baldwin, cierra: ‘Es difícil diferenciar su concepto de entretenimiento del uso de narcóticos’. Y cree que ver tanta televicio hace conocer cosas muy alarmantes sobre el sentido de realidad del país. Los gringos están atrapados entre lo que quieren ser y lo que en realidad son. No podrán convertirse en lo que quieren, hasta que se pregunten por qué sus vidas son tan vacías.

También, tan dóciles y tan feas. La TV se diseña no para preocupar sino para tranquilizar, pero el efecto es inverso. Baldwin le señala al profesor/filósofo Weiss, de Yale, que cuando dejó el país en 1948 lo hizo por una razón, sin importar adónde. Terminó en París con 40 dólares y la teoría de que nada peor podía pasarle allí de lo que ya en EE.UU. Es difícil sentarse a escribir, y concentrarse en que a la vez se da la espalda al país, si se le tiene miedo al mundo. Los años en París lo liberaron del terror social, que no era la propia paranoia sino el peligro social real, ‘visible en el rostro de cada policía, de cada jefe, de todos’. Baldwin no sabía si los cristianos blancos odian a los negros, pero hay una iglesia cristiana de blancos y otra de negros. Y cita a MX, para quien la hora de más segregación en EE.UU es el mediodía del domingo. ‘Quieres que realice un acto de fe, arriesgándome a mí mismo, a mi esposa, hermana e hijos, por un idealismo que tú me aseguras que existe en EE.UU y que nunca vi’.

Palizas a negros es ‘la fórmula para que un país o un reino decaiga’. La fuerza no opera como sus defensores piensan que lo hace. Para Baldwin la fuerza no muestra a la víctima la fuerza de su adversario, sino su debilidad. Para la muestra, las imágenes de Custer del Oeste (1967), de R. Siodmak, Soldado azul (1970), de R. Nelson, en tanto debilidad, y de Entierra mi corazón en Wounded Knee (2007), de Yves Simoneau, en tanto fortaleza: este filme narra la última masacre de indios Oglala Sioux perpetrada por los casacas azules en dic.1890, hecho basado en el relato histórico, no novela, de Dee A. Brown. (8) Baldwin recordará un día por siempre en Palm Springs: trabajaba en Hollywood en la versión para cine de la autobiografía de MX, escrita en colaboración con Alex Haley, tarea difícil ‘pues después de todo lo había conocido, divertido y trabajado con él y le había tenido ese gran afecto que no es fácil distinguir, si es que se distingue, del amor’. Quería a Billy D. Williams para el papel de MX.

Tenían el teléfono en la piscina y de pronto sonó. Baldwin contestó. El tocadiscos aún sonaba. ‘Aún no ha muerto, pero fue una herida en la cabeza’. Como siempre los medios atenúan la tragedia antes del mazazo final. Bobby Kennedy trae, como siempre, malas noticias: ‘A MLK lo mataron de un disparo esta noche’. Baldwin casi no recuerda el resto de tarde, sólo haber llorado un poco, más por rabia de impotencia que por dolor y Billy Dee intentó consolarlo. Pero, en realidad nada recuerda de esa tarde. Por una experiencia de infancia no solía llorar en público. No quería llorar por Martin. La historia del negro es la historia de EE.UU; no es bonita. Está cansado, no sabe qué va a pasar, ‘pero sé que sin importar lo que ocurra, será sangriento, difícil’. Para Baldwin el American Way of Life, hoy of Death, no hizo más feliz a la gente ni mejor. EE.UU no es la tierra de la libertad. Es sólo de modo muy esporádico e involuntario un lugar de valientes: como los del filme Elephant (2003), de Gus Van Sant. (9)

En conclusión, como se ve en el intertítulo No soy un negro, el mundo no es blanco, nunca lo fue ni puede serlo y Baldwin da fe de ello. El blanco es una metáfora del Poder y sólo ‘una manera de describir al Chase Manhattan Bank’. Baldwin no puede ser pesimista y está obligado a ser optimista, sin obviar, agrego, que un pesimista es un optimista bien informado. El futuro de los negros es tan brillante u oscuro como el futuro de EE.UU: como decía Garzón sobre los jóvenes aquí, depende del pueblo gringo enfrentar al desconocido que difamó por tanto tiempo, lidiar con él y aceptarlo. Al blanco sólo le queda amar a su enemigo, es decir, a sí mismo, y buscar en su corazón por qué es necesario tener a un negro, porque, para empezar, no soy un/tu negro, ni de nadie, pues primero soy un hombre. La pregunta que todos deben hacerse en EE.UU al norte y al sur, porque es un solo país, y para el negro no hay diferencia entre uno y otro, es sobre el modo de castrarte pues castrar es la realidad yanqui.

Con I Am Not Your negro, a la vez que un inmenso documental de archivo, se ha visto una soberbia socio-radiografía del problema de los blancos con el negro, no del ‘problema de los negros’, porque con ellos no hay ninguno. Y se dice en serio. EE.UU ha demostrado, al filo del tiempo, no ser la Tierra de la Libertad, sino la de la esclavitud; ni la Tierra de las Oportunidades, sino la de la frustración; ni el American Dream, sino A Nightmare Yankee; ni el American Way of Life, sino el American Way of Death, en fin, un país que ha llevado al éxito a una mínima parte de la población, mientras la mayoría blanca ha estado y sucumbido entre la drogadicción, la narcodependencia, la fármaco adicción, la especulación financiera, la invasión a más de 80 países desde 1945 y a su vez esa novena parte de la población que representan los negros ha sido víctima del acoso, el estigma, la invisibilización, la violencia y la muerte. En fin, la mayor parte de la población carcelaria es de hombres y mujeres negros.

Obviamente, algunos hechos anotados escapan por su propia índole a la estructura del documental de Peck. Sin embargo, lo que no se le escapa al cineasta haitiano (Lumumba, A veces en abril, El joven Marx) es el respeto y la admiración por un trabajo, un libro, un guion de 30 páginas que el escritor afroamericano James Baldwin escribió en 1979 y al que tituló Remember this House o Recordar esta casa, en el que habla de la gran casa, una casa común, como debe ser, para el negro y el blanco, y para que a su vez deje de ser la casa de nadie, la No Man’s Land y ahí sí la tierra de la libertad, de las oportunidades, de la democracia, sin eufemismos, en forma efectiva/concreta; o si se quiere el sueño gringo, sin que intervenga el sueño americano en tanto continente, el estilo yanqui de vida, pero no ampliado al hemisferio hasta el extremo de la desigualdad; en últimas, un país en el que un negro no tenga que decirle ya, una vez más, al blanco: ‘No soy un negro, menos tuyo, porque primero soy un hombre’.

A Santiago, hijo adorado, excelso fotógrafo, blanco y negro, sin prejuicios ni pretextos de raza.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) El símil con el que Raoul Peck recuerda la casa gringa es el de I’m Not Your Negro: No soy tu negro.

(2) BALDWIN, James. Sobre mi cabeza. Bruguera, Barcelona, 1982, 590 pp.

(3) ZINN, H. (2004). La otra historia de Estados Unidos – Desde 1492 hasta el presente: pdf, 512 pp.: 349.

(4) Así pasó en 1980, con el loco Mark Chapman, lector de El guardián entre el centeno que asesinó, a quemarropa, a un inmigrante más que también iba, como MLK, contra Vietnam: John Lennon. Después se supo que era un ex veterano y que si no se arrepintió al comienzo, lo hizo en ago/2010, ante la Junta de Libertad Condicional que negó su excarcelación: ‘Ahora, a los 55, tengo una mayor comprensión de […] una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. […] Lamento lo que hice’. Wikipedia.

(5) Dana Canedy, 5/abr/02. http://www.nytimes.com/2002/04/05/us/a-minister-says-his-father-now-dead-killed-dr-king.html?rref=collection%2Ftimestopic%2FRay%2C%20James%20Earl&action=click&contentCollection=timestopics&region=stream&module=stream_unit&version=latest&contentPlacement=6&pgtype=collection

(6) Íbidem, ZINN, H. 2004, pdf, 512 pp.: 367.

(7) https://elpais.com/internacional/2007/09/18/actualidad/1190066401_850215.html

(8) https://rebelion.org/entierra-mi-corazon-en-wounded-knee-historia-de-un-etnocidio/   

(9) https://www.youtube.com/watch?v=-34O6yetg_0

FICHA TÉCNICA: Título original: I Am Not Your Negro. En español: No soy tu negro. País: EE.UU / Bélgica / Suiza / Francia. Año: 2016. Género: Documental. For.: 35 mm; b/n, color; 95 min. Guion: James Baldwin / Raoul Peck. Dir.: Raoul Peck. Mús.: Alexei Aigui. Fot: Henry Adebonojo / Bill Ross IV / Turner Ross. Prod.: Rémy Grellety / Hébert Peck / Raoul Peck. Int.: James Baldwin (metraje de archivo); Samuel L. Jackson; MLK; MX; Medgar Evers; Robert Kennedy; Harry Belafonte; Paul Weiss; Dick Cavett; H. Rap Brown; Bob Dylan; Leander Pérez; Sidney Poitier; Ray Charles; Doris Day; Gary Cooper; Tony Curtis; Clinton Rosemond. Dist.: Magnolia Pictures /Netflix / Vudu. Premios: Festival de Toronto, 2016: Premio del Público a Mejor Documental. 2016, Críticos de L. Á.: Mejor Documental. Estreno: 9.dic.2016. Enlace del filme: https://ok.ru/video/297044281972     

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, Magazín EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]

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