Lo único con que contaba Betty Chamat para criar a sus tres hijas en Istmina, Chocó, era el mostrador de una papelería donde vendía cartulina, cuadernos y colbón para que los niños del pueblo hicieran sus tareas. Había comprado la papelería con lo que le sobraba de su pobre sueldo de maestra. Todo lo hacía para que las niñas tuvieran una infancia tranquila. Así lo hicieron. En la mañana iban a la escuela, en la tarde jugaban a la lleva, al fútbol y a las canicas y en la noche, como nunca había energía eléctrica, armaban una fogata y ahí, entre el crepitar de los leños, su abuelo Carlos les hablaba de La pata sola y de la Tres tetas. Ilia se asustaba.
El abuelo Carlos suplió la figura del padre ausente. Atendía la papelería y les respondía las inquietudes a sus nietas o a cuanto niño o adulto se acercara al mostrador. La curiosidad de Ilia sobresalía y le daba hasta para precipitarse a abrir El Colombiano, el único periódico que llegaba a Istmina. Le gustaba enterarse de todo. Así mismo se sorprendió cuando llegó el televisor en blanco y negro. Ilia se quedó desde entonces y hasta que salió del pueblo con el Noticiero de las Siete y la imagen de Juan Guillermo Ríos y Judith Sarmiento. Todavía recuerda, tenía doce años, la noticia del asesinato del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla.
Ya la violencia la había tocado de cerca cuando tres años antes un pequeño grupo guerrillero intentaba robarse unas armas de la estación de policía. Ella, desde el estrecho porche donde su mamá la peinaba, vio a los hombres correr con las pistolas en la mano. Todo el pueblo se encerró menos Ilia a quien le pudo su curiosidad y un arrojo que pondría a prueba muchas veces como periodista. Reconoció al papá de su mejor amiga, un sindicalista minero, entre los rebeldes, y no solo no emitió juicios sino que entendió que luchar formaba parte de la vida de la gente.
Betty Chamat era la profesora más querida del pueblo. Con lo que ganaba alcanzó a ahorrar para mandar a la hija mayor a estudiar en Medellín. Ilia ya le había dicho que no quería quedarse estancada en el pueblo. Tenía trece años, cuando le alistó una maleta y la subió a una flota. Su tía Constanza la recibió en la capital paisa.
Su destino era la Presentación, el colegio de monjas donde hizo el bachillerato sabiendo del sacrificio que había hecho su mamá. Y de sus hermanas, quienes, sin rechistar, sacrificaron su destino en el pueblo, convencidas de que Ilia llegaría lejos. Las notas durante los cinco años del colegio así lo demostraron. Con un buen Icfes se matriculó en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia.
Sus planes cambiaron cuando una de las primas que estudiaba comunicación social y con quien compartía la vivienda Medellín llegó con la noticia: en Teleantioquia buscaban “Una niña negra” para reemplazar a la presentadora titular Magaly Caicedo quien viajaba de vacaciones. La suerte le brilló a Ilia quien no solo fue escogida para el reemplazo sino que Magaly Caicedo cambió la presentación por la actuación y terminó de actriz en la novela La Potra Zaina. Ilia tomó posesión del set y se quedó en Medellín hasta 1997, cuando el veterano periodista Yamit Amat, un buscador de talentos que ha hecho de CMI un semillero de presentadores, le puso el ojo y le propuso trabajar en Bogotá. Ahora tenía cómo enviarle a sus hermanas parte de su sueldo. Ella no olvidaba sus deudas.
Su paso por Bogotá fue exitoso, tanto que en septiembre de 2011, unos cuantos días después de los atentados del 11 de septiembre, Ilia Calderón empacaba nuevamente maletas, esta vez con rumbo a Miami. Una propuesta le había llegado y era imposible rechazarla: periodista en Telemundo.
Quince años duró allí de la mano de su compatriota Isaac Lee. Creció profesionalmente, aprendió inglés para defenderse y realizar trabajos periodísticos en otros lugares de Estados Unidos. Su arrojó la llevó, en octubre de 2017, hasta el refugio donde permanece Chris Barker, el líder del Ku Klux Klan en Estados Unidos. La asignación adquiría especial relevancia por los incidentes violentos en Charlottesville, Virginia, cuando el presidente Trump condenó la decisión del alcalde de ese lugar de retirar la estatua de Robert E Lee, general Confederado, que exacerbó el racismo entre los norteamericanos.
El impacto de la pieza periodística terminó de consagrar a la chocoana. La esperaba un nuevo reto. El colombiano Isaac Lee, presidente de noticias de Univisión desde 2015, la quería en el set de noticias: Ilia pasaría a ser la compañera de set de Jorge Ramos, en el PRIME TIME del noticiero de Univisión, una vez se concretara el retiro de la emblemática mexicana María Elena Salinas. Su estreno fue por lo alto: el 11 de diciembre su rostro fue visto por mil trescientos millones de televidentes. En Istmina no la pudieron ver pero su mamá Betty viajó a acompañarla en el gran día. Las lágrimas hablaron por ella.
Así fue su primer día en el Noticiero Univisión junto a Jorge Ramos:
Hoy Ilia Calderón es una de las periodistas más influyentes en Estados Unidos. Su destreza para las entrevistas la han convertido en un referente y un éxito rotundo para Univisión. Cuando Joe Biden apenas llevaba un mes en la Casa Blanca, él y su esposa Jill Biden se entrevistaron con ella. Era la segunda periodista en el mundo que hablaba con, tal vez, uno de los hombres más poderosos del mundo. Aunque Calderón se sentó junto a Jorge Ramos, fue ella la que condujo la conversación y puso sobre la mesa los temas duros para el presidente, empezando por el racismo. A los pocos meses se anotó otra joya: conversó con Kamala Harris, la figura más prometedora de Estados Unidos.
La periodista chocoana ya se consolidó en Norteamérica y para todos está claro que su carrera la ha forjado a pulso y sin favores, y como ella misma ha dicho, con el racismo en contra pero sin sentirse nunca derrotada.
Te puede interesar:
