Afirmaba Aristóteles: “El hombre es político por naturaleza. La inclinación política es tan consustancial a la naturaleza humana, que quien carezca de ella no pertenece a la especie de los hombres, bien porque es un ser infrahumano, un bruto, o bien porque es superior a los hombres, y se tratará entonces de un Dios”. Esta sentencia del gran filósofo estagirita permite vislumbrar que ya para el año 384 a. C la formación política en el sujeto humano era de una necesidad enorme porque de acuerdo a la formación de este, así iba a ser la salud de la polis. Su maestro Platón afirmaba: “lo que es bueno para el hombre es, por tanto, bueno para la polis”, bajo estos principios se sustentaba la paideia griega, la educación como ideal de perfección humana, como auténtico y grandioso ideal político, que busca generar la virtud en el ciudadano, su excelencia, su capacidad de utilizar su propia cabeza sin ayuda de otro.
Hoy en pleno siglo XXI, Edward Rodríguez, honorable representante a la Cámara, parece desconocer estos principios al pretender regular la formación política-ciudadana a los niños y jóvenes colombianos, so pretexto de protegerlos de un supuesto adoctrinamiento ideológico por parte de los docentes.
Si el senador desconoce a Platón y Aristóteles, quienes hacen parte del ABC de la filosofía universal, y entre otras cosas debió haberlos estudiado en el grado décimo y once, quizás ese día no fue a clase o no sufrió el “adoctrinamiento de su maestro”, con mucho más razón desconocerá conceptos propios del quehacer de los docentes que se construyen desde una ciencia llamada pedagogía y que es la que ilumina el quehacer de los maestros, como diría otro gran filósofo de la antigüedad Sócrates: “lo que hace pecar al hombre es la ignorancia”.
La pedagogía es la ciencia que reflexiona sobre los actos educativos de los maestros, toma como objeto de estudio la formación del sujeto humano a través de dos procesos educabilidad y enseñabilidad.
Me detendré en el primero, la educabilidad es el proceso de formación y transformación que se puede generar en el ser humano a partir de procesos educativos intencionales y significativos, por consiguiente, al ser la educación una práctica social situada, mediante la cual se busca la materialización de los principios y fines de una sociedad en lo relativo a la formación del tipo de hombre, mujer, ciudadano y ciudadana para el momento histórico que se vivencia, nos conduce a las preguntas: ¿cuál es el tipo de formación que deben recibir los niños y niñas de Colombia para la materialización de un Estado social de derecho?, ¿cuál es el tipo de formación que deben recibir los niños y niñas de Colombia para el desarrollo de una democracia participativa?, ¿cuál es el tipo de formación que deben recibir los niños y niñas de Colombia para la vivencia de una ciudadanía activa que coloque como centro de la reflexión su dignidad como ser humano?, ¿la formación de estos sujetos humanos es responsabilidad de unas áreas del saber exclusiva o responsabilidad de un currículo integral que apunte a estas intencionalidades?
A través de los procesos de educabilidad la escuela busca que los niños (as), adolescentes y jóvenes construyan su proyecto ético de vida como seres integrales que tienen una dimensión cognitiva, social, política, cultural, económica, espiritual; la escuela con sus maestros no pueden dejar de lado las lógicas de las intencionalidades curriculares, en la dirección incuestionable de que todo educando ha de, finalmente, incorporarse críticamente al proyecto cultural, social, político y económico de la sociedad; los maestros tienen que desarrollar todas estas dimensiones desde sus distintas cátedras, en eso consiste la formación integral del sujeto humano y eso es lo que desconoce e ignora el senador Edward Rodríguez al pretender restringir la libertad de cátedra.
El senador ignora que la Constitución de 1991 en su artículo 67 establece que "la educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente".
De igual forma olvida que para alcanzar este ideal en el mundo educativo de hoy debe darse un proceso de interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, un diálogo de distintos saberes que se expresan al interior del aula, que hay procesos transversales como la formación ciudadana que tienen un carácter holístico. ¡Alguien que le diga a nuestro honorable senador que la edad media hace rato pasó! y que en el mundo de hoy se está hablando de paradigmas complejos, de la teoría de los sistemas, de la neuropedagogía. ¡Senador, despierte! El mundo avanza, no pretenda que su ignorancia sea la que predomine en nuestro país.
El senador está investido de poder, pero eso no le da el derecho a querer mantener a nuestra sociedad en el oscurantismo. Los maestros y las maestras de Colombia tenemos algo bien claro: el conocimiento es poder, por ello empoderamos a nuestros estudiantes para que sean capaces de mirar hacia el futuro, conozcan la historia de este país, entiendan que la ciencia no es neutra y que en más de una ocasión ha estado al servicio de las relaciones de poder. Eso no es adoctrinamiento, eso es crear una cultura científica, que es la forma mediante la cual en las organizaciones escolares se vivencia, desarrolla, despliega e incorpora la capacidad de asombro, observación, problematización, interpretación, análisis, lectura, escritura y crítica del sujeto educable como competencias básicas para entender la ciencia, sus alcances, límites y dificultades, su utilización política para subyugar o emancipar, como también, los distintos y variados caminos por los que se puede transitar para dar respuesta a los problemas que se abordan. Se trata de empoderar al sujeto que aprende para que sea capaz de interrogar la realidad en la cual crece y se desarrolla y dar a conocer sus respuestas con su propia voz frente al mundo que lo rodea. ¿A eso es que le teme el señor senador? ¿Por eso quiere restringir la acción formativa de los docentes?
En un pasado muy reciente ya una senadora “insigne, sabia por naturaleza” de su organización política mandaba al infierno a nuestro premio nobel Gabriel García Márquez por ser un demonio, por eso no causa sorpresa que desde esa misma colectividad se plantee un tipo de norma como la que usted propone, que tiene un carácter retardatario y lo que pretende es mantener en la ignorancia al pueblo colombiano, ya muy bien, lo decía el gran Simón Bolívar: “nos han dominado más por la ignorancia, que por la misma fuerza”.