“Hoy estamos conmemorando a un estudiante caído de la Universidad Nacional. Cayó un 9 de abril de 1948 en la ciudad de Bogotá. Es Jorge Eliécer Gaitán, uno de los egresados más ilustres de esta institución, sometido a un memoricidio, por parte de sectores políticos y de los mismos académicos de la Nacional”. De esta manera, un grupo de estudiantes, egresados y personas afines a la universidad se dieron cita el pasado jueves 24 de agosto en la emblemática Plaza Ché, donde se llevó a cabo un acto cultural “independiente” en conmemoración de los 150 años de la universidad, y en reacción a la propuesta institucional de “un día en la Universidad Nacional”, a realizar por el director y realizador de la Escuela de Cine, Rubén Mendoza.
El acto cultural incluyó un concierto por parte de los Balde Boys, la re-pintada del Che en el León de Greiff, luego de haber sido borrada por personas ajenas a la institución, y la proyección de la película Gaitán sí, otro no, por parte del colectivo Cine Freud y Comuna Universitaria, con la presencia de la directora María Valencia Gaitán y de la misma Gloria Gaitán.
¿De qué se trata? Este año se conmemoran 150 años de fundación de la Universidad Nacional, bajo el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera. Desde entonces, la historia de la Nacional y la de Colombia han estado íntimamente ligadas, siendo la principal institución de educación superior del país, en términos de calidad y en número de investigaciones y estudiantes. Por sus aulas han pasado centenares de estudiantes y docentes, que han contribuido a la nación de muchas formas, como Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Doris Salcedo, Luis Carlos Sarmiento Angulo, Orlando Fals Borda, Manuel Elkin Pararroyo, Totó La Momposina, entre otras y otros.
A lo largo de 2017, las directivas de la Nacional, encabezadas por el rector Ignacio Mantilla, han iniciado una campaña de celebración e integración de la comunidad universitaria. En especial, “un día en la universidad”, donde se invitó a los estudiantes a enviar distintos videos sobre el campus, durante el día 21 de agosto, para que luego sean editados por el profesor Rubén Mendoza, egresado de la Escuela de Cine, y con la colaboración de una empresa anglosajona, que anteriormente realizó la primera película colaborativa en Youtube, Life in a day, y que luego ha replicado este ejercicio en otras partes del mundo.
Hasta aquí la idea suena bonita en el papel. ¿Pero cuál es el trasfondo? El día destinado para esta actividad, la vigilancia de la universidad le cerró las puertas a chazas (negocios en su mayoría de estudiantes), así como a todo aquel que no tuviera una identificación para entrar. La pregunta a enunciar es: ¿desde cuándo está vetada la entrada a la universidad pública para los colombianos y colombianas, que con sus impuestos, financian la universidad pública?
En segundo lugar, la iniciativa de una película hecha por y para la comunidad universidad es genial. Pero, ¿acaso no deben destinarse recursos a recuperar la universidad? Una película debe hacer el esfuerzo por mostrar la realidad tal como es, y no dedicarse a mostrar una imagen que no es cierta y que se estrella con la cotidianidad a la que están sometidos quienes circulan por el campus:
Edificios con grietas y problemas estructurales. Entre estos, enfermería, derecho, sociología. Irónicamente la facultad de arquitectura no tiene edificio, fue demolido hace un par de años y hasta ahora, no ha tenido reemplazo. Los estudiantes son sometidos a tomar clases en un edificio fuera del campus.
La desfinanciación ya no paulatina sino permanente de la institución, razón para decir que también se celebran más de 30 años de políticas neoliberales del gobierno contra la universidad pública. Escaso apoyo para la investigación y bienestar de los estudiantes. Los ejemplos sobran: no hay presupuesto para salidas de campo, intercambios académicos, investigaciones. Y esto lo pueden afirmar en cada uno de los departamentos y facultades de la universidad.
La persecución contra estudiantes y egresados de la universidad. Esto fue evidente con el caso de Mateo Gutiérrez, el estudiante de sociología, situación que ha sido denominada como falso positivo judicial. Las directivas en vez de trabajar por el esclarecimiento de la situación, se han dedicado a lavarse las manos y a contribuir a enlodar el nombre de la universidad, en vez de resarcirla de los falsos testimonios y señalamientos contra miembros de la comunidad universitaria.
Desde hace tres o cuatro años, el campus se cierra los viernes en la tarde. La explicación en su momento fue para desterrar a los vendedores de alcohol y jíbaros de la universidad. ¿La realidad? Desde entonces, los parques de los alrededores son ocupados cada viernes por jóvenes tomando alcohol. Cada viernes con el campus cerrado es una pérdida económica para la universidad: se pierde tiempo para clases y actividades académicas (grupos de investigación, foros, congresos). También fue una estocada contra la vida social y cultural de la universidad. Tras esto vino el cierre de cine-clubs, grupos de teatro, cuentería y demás.
¿Cuál es el futuro de la universidad para los próximos 150 años? La respuesta cae en un profundo escepticismo. Sin embargo, más allá de esta situación, un grupo de estudiantes y egresados se han dado a la tarea de recuperar la actividad cultural en el campus y apropiarse de los espacios que le pertenecen. Aquí no hay rastro alguno del estereotipo de la universidad como violenta. Por el contrario, la invitación es abierta para que cada uno aporte desde sus puntos de vista e intereses, dándole cabida a la presentación de grupos musicales, la proyección de películas de cine, la pintada de murales, la lectura de poesía, entre tantas otras cosas que realizan aquellos, que no están movidos por el lucro ni la fama sino por una estima y amor profundo por la Universidad Nacional. En este caso, día a día se vive la película de la universidad –esté o no en ruinas—, donde a menudo la realidad supera la ficción. Así se conmemoran los 150 años de la universidad.
