Hablar de fútbol cuando no se sabe mucho del tema es verdaderamente difícil. Sin embargo, a nivel de comunicaciones, para mí vale la pena poner en la palestra a uno de los que parece ser ejemplo de niños y grandes, sobre el que un país emocionado no dejaba de alardear y sobre el que fijaba sus sueños deportivos como un representante más que digno. James Rodríguez, el zurdo, a quien la fama internacional le llegó de forma intempestiva en el mundial 2014, se aventajó a sus compañeros futbolistas colombianos y ahora deja mucho que pensar con sus comentarios frenteros, sin filtro y un tanto ácidos.
Primero fueron sus roces con el técnico del Real Madrid, Zinadine Zidane, que lo mantuvieron mucho tiempo fuera de los convocados de su selección madrileña. Luego, sus declaraciones frente a su experiencia en el Bayern Munich: "No quería quedarme en Alemania porque hacía mucho frío ahí, los alemanes son gente fría, incluso si me trataron fantástico, el club me quería mucho, pero hacía frío. A veces me iba a entrenar a las 9:00 a.m. en el frío helado y me pregunté: '¿Qué estoy haciendo aquí?'. Los alemanes solo piensan en el trabajo, son como máquinas, es una locura. Fue un desafío aprender alemán, le dije a mi profesor después que no desperdiciaría mi tiempo". Frente a esto, en Twitter algunos lo tildaron de jugador precario y mediocre. Sus seguidores opinaron y se dijeron muchas cosas a favor y en contra suya.
Ahora bien, su más reciente desacierto a la hora de comunicar lo tuvo en una reciente entrevista con Daniel Habif, cuando a la pregunta de quién era el mejor futbolista de la historia de Colombia, no dudó en afirmar “yo” contundentemente; pasando por encima de estrellas que han perdurado en el tiempo por su talento, fama y humildad como Willington Ortiz, Carlos "el Pibe” Valderrama o Falcao García.
Todo lo anterior hace pensar que nuestro querido James cree que está por encima del bien y del mal, que ya tiene lo suficiente, que se le subió la fama a la cabeza y que no le importa lo que digan o puedan pensar de él. Sin embargo, si quiere seguir en el buen camino del fútbol debe bajar la cabeza un poco, porque seguramente seguirán lloviendo comentarios en pro y en contra de sus declaraciones sin tapujos, y hay que seguirle creyendo a su innegable talento.
En mi criterio, la prensa en general se encarga equivocadamente de endiosar a ciertos personajes, no hablo de reconocimiento, porque es lo mínimo que se debe hacer cuando se tiene talento, pero infortunadamente con el pasar del tiempo con un solo quiebre los convierte en seres que pasan de la gloria al abismo, en “ídolos desechables”. Y esto se repite ya con varios de nuestros compatriotas de diferentes campos.
Como consejo para nuestro James, que estoy segura aún tiene mucho camino por delante, que consiga un buen relacionista público o un equipo de comunicaciones con experiencia, que le aconseje, que lo entrene como vocero y que le ayude a tener un discurso acertado para que no dé más pasos en falso o por lo menos los minimice a la hora de dar declaraciones, porque como dice el viejo adagio: “no solo hay que serlo, también hay que parecerlo".