Sufrimos de miopía social, ceguera colectiva o volviendo indolentes con una calamitosa situación que vive Ibagué: el desempleo y sus efectos nocivos sobre el bienestar, la calidad de vida y hasta la salud de las personas.
Estamos muy cerca y raudamente vamos al tétrico año 2003, cuando esta ciudad tuvo el índice de desempleo más alto de los medidos desde el año 2001 a la fecha: el 23.3 %. Hoy es de 18.6 %. En ninguna medición, en 20 años, hemos estado por debajo del 12 % de desempleo ¡Qué vergonzoso! Y siempre la informalidad laboral supera el 50 %. A lo cual ahora debemos añadir el poco honroso primer lugar de desempleo juvenil en Colombia, con un 29.2 % en la franja de jóvenes de 14 a 28 años de edad.
Esto reclama acciones urgentes, medidas de choque, un plan especial para generar empleo inmediato y no seguir como siempre haciendo lo mismo; los cálculos políticos sobre los planes de desarrollo para impactar sectores con alta o nueva votación con una que otra línea productiva, así mostrar novedad y con ello generar dos o tres empleos. Mientras, los sectores que sí lo producen como comercio, hoteles, restaurantes, servicios personales, sociales y comunales, la construcción –que ha repuntado- y la manofactura (entiéndase textileros y confeccionistas que irán a protesta de calle) se ahogan frente a la mirada inclemente de los gobiernos nacional, departamental, municipal y los propios gremios económicos.
Desde agosto del año 2018 la Mesa Técnica: El desempleo en Ibagué de la Cámara de Comercio, estableció las causas del desempleo y propuso soluciones. A saber: Planeación del desarrollo socioeconómico, estructura del tejido empresarial; ciencia, tecnología e innovación, procesos de inmigración, sistema de información del mercado laboral, dinámica sectorial, internacionalización de las empresas ibaguereñas, generadores de empleo, capital humano, emprendimiento, informalidad, institucionalidad responsables y servicios públicos e impuestos.
Determinó entre otros: No hay enfoque económico para la región, vocación definida, agenda para el desarrollo local, identidad, saber a qué se le apuesta, que el desarrollo del campo no es prioridad, sin aprovechamiento el potencial turístico y logístico, no hay espacio para las industrias culturales y creativas, mucha microempresa, cero política empresarial; sin valor agregado productos y materia prima, no hay sofisticación en los negocios, las condiciones labores del sector privado no son atractivas por tanto non dinamizan la economía, no hay estabilidad jurídica para atraer empresas (reactivar la agencia de promoción e inversiones), brechas entre sectores que ofrecen trabajo y capacitación o estudio de los jóvenes, mano de obra sobre calificada, el emprendimiento y su red deben hacer ser más visibles; se requiere descentralizar empresas y universidades, retener a los jóvenes en sus municipios, un sistema de información estadístico concentrado para el empleo o desempleo en Ibagué, aprovechar los TLC.
Por eso, aquí no se necesita ni diagnosticar ni esperar a establecer el “norte resultante de los planes de desarrollo” ¡pamplinas! Se requiere un cambio de mentalidad, de la actitud y aptitud de nuestra dirigencia frente a la problemática. Ya deberíamos conocer los pronunciamientos claros y férreos del alcalde Hurtado, el Gobernador Orozco, de la bancada tolimense en el Congreso, la Cámara de Comercio, los gremios frente al Gobierno nacional y la solicitud de un plan especial para irradiar nuevos recursos a la ciudad, también para acompañar su promoción en inversión y turismo con cargo al erario nacional y una norma especial social o fiscal para Ibagué. Una agenda de sectores productivos con otros departamentos y países para “vender” Ibagué; pero lo que hay es un mutismo total. Un hagamos lo de siempre, sigamos la línea, no salgamos de la caja, no nos pronunciemos, no exijamos, no hagamos visible esta situación porque qué pena con la vista, que tal mostrarnos así. No. Esa paquidermia, excesiva complacencia y falso pudor institucional nos está llevando a una enorme crisis social señores dirigentes. Que pusilanimidad a la que estamos asistiendo con este tema.