Así se crecen los enanos: una ciudad que no llega a los 600.000 habitantes, orgullosa de su tradición musical, y dueña de un potente fervor por su equipo de fútbol, ahora pretende usar la bicicleta como símbolo de transformación.
Aunque mucha gente solo piensa en “Tapa Roja”, cuando se habla del Tolima, su capital realmente iba muy bien. Digo iba, porque ahora podría caer presa de los ridículos llamados globales para promover el uso de la bicicleta como modo de transporte. No me importa que me muestren estudios académicos al respecto, y que me digan que es la clara tendencia global, yo sigo pensando que el verdadero progreso solo se mide en números de camionetas 4x4, autopistas elevadas, y poderosos aires acondicionados.
Por eso repito, Ibagué iba bien: sus principales políticas de movilidad revelan innovación neta. El carril exclusivo de contraflujo vehicular en la Avenida Guabinal es —simplemente— una solución revolucionaria. Su sabroso ‘pico y placa’ cumple una importante función económica: nos ayuda a los comerciantes de vehículos como yo, a vender cada vez más carros por cada unidad familiar. El número de carros y motos desborda la capacidad de las vías, por lo cual ya se vuelve evidente que necesitamos arrasar el patrimonio arquitectónico, olvidarnos de las fortalezas culturales y pavimentar los espacios verdes que sobran, para enfilar unos buenos contratistas que nos construyan varias autopistas, hasta que nos abrace con fuerza ese “progreso” que tanto anhelamos.
Sin embargo, mientras nosotros estábamos concentrados construyendo nuevos —y ojo— necesarios centros comerciales en la ciudad, se nos empezaron a meter los ciclistas seudoambientalistas. Entraron con el mismo discurso de sus amiguitos en Manizales, Cali, Barranquilla y Villavicencio. Insisten en que deberíamos seguir el ejemplo de Bogotá con sus ciclorrutas, de Medellín con sus bicicletas públicas, de Ámsterdam con sus avalanchas de ciclistas urbanos ante cualquier clima. Han sido tan descarados, que ahora se avientan a organizar un gran Pre-Foro en la ciudad, como antesala al 4to Foro Mundial de la Bicicleta.
De entrada, que se realice un Foro Mundial de la Bicicleta en Colombia es una ridiculez. ¿O es que acaso en este país si hay potencial para el ciclismo urbano? ¿Acaso seríamos capaces de valorar a la gente por otra cosa distinta al tamaño de su carro?, ¿al grueso de su billetera? A ver, ¿me van a decir que en las principales ciudades de este país, todavía estamos a tiempo de prevenir catástrofes absolutas causadas por mala planeación de la movilidad?
Pero por otro lado, que Ibagué entre al club de las ciudades que pretenden usar el Foro Mundial de la Bicicleta, para encender llamas de pasión ciclista, si me parece inaceptable. Sucedió con el Pre-Foro de Manizales, y ahora es evidente que los ciclistas allá se fortalecieron. Luego siguieron los Pre-Foros de Cali, Bucaramanga, Medellín y La Ceja. ¡No podemos dejar que este invento de la movilidad en bicicleta tome fuerza en Ibagué!
Por ahora, trato de no me preocuparme mucho. Siguen siendo pocos los que se animan a movilizarse diariamente en bicicleta, y muchos menos quienes se arriesgan a demandar mejores condiciones para su movilidad. Estaré muy pendiente mañana miércoles para boicotear de alguna manera el planeado Día sin Carro y sin Moto, durante el cual se da inicio al Pre-Foro en la ciudad. Ojalá que sean pocos los que se unan a el bicirrecorrido que sale de la calle 37 con carrera 5, y que llega a la Plaza de Bolívar. De verdad, espero que nadie vaya a la Universidad Cooperativa de Colombia, desde las 9:00 am (con entrada libre), para participar ese “forito” de amantes ciclistas.