La retórica populista de Donald Trump es desmentida de forma aplastante por los hechos. Recientemente sustrajo formalmente a su país de los Acuerdos de París, aunque suponemos que echar para atrás es difícil, más frente a tareas que ya están marchando globalmente desde los principios de ese acuerdo global para enfrentar, aunque sea ligeramente, el cambio climático. El gobernante ya autorizó la construcción de un oleoducto desde el Canadá para seguir explotando con intensidad ese “recurso natural” del petróleo. Son intereses descomunales los que están en juego y no hay argumento que valga frente a las grandes corporaciones que aspiran a seguir explotando el petróleo hasta que la última gota salga de la entraña de la tierra. Es la ley del capitalismo imperante de hoy que se inspira en el mayor lucro posible y en la imperiosa necesidad de hacer crecer el capital desde todas las modalidades imaginables.
El huracán Harvey ha marcado un nuevo récord de destrucción en la rica y productiva costa sur de los Estados Unidos, como quiera que Houston es la cuarta ciudad de esa nación y en la región se asientan importantes refinerías, que hoy está paralizadas luego de la arremetida de las aguas del océano Atlántico. Trump elogió a los héroes que han rescatado personas, pero ignora que Harvey es una nueva manifestación de lo que él pretende ignorar hipócritamente. Normalmente el verano en el norte caribeño genera esos huracanes, pero las cifras de magnitud de los últimos tifones crece, confirmando las evidencias científicas del cambio climático, que siguen acopiando datos y análisis para demostrar con creces que tal cambio se da realmente. Pero si el huracán le habla al ser humano genérico, y a los habitantes que sufren las desgracias, una buena porción del poder mundial sigue ignorando esas evidencias, empezando por Donald Trump y el séquito que lo respalda.
Decir que la naturaleza habla parece un rezago animista, propio de mágicas cosmovisiones indígenas, pues para la racionalidad utilitaria y dominadora que lleva siglos explotando esa cosa llamada naturaleza, no hay ningún resquicio de alma en ella. Pero remarcamos que la naturaleza, a la que nos debemos enteramente, habla y replica implacablemente lo que el hombre hace. El ser humano y su vieja praxis, tiene su réplica en los mal llamados desastres naturales. Y en todo caso la refinada metodología científica, como canon de verdad, confirma de muchas maneras esa réplica de la naturaleza, producida por la intervención humana. Es irónico que Harvey haya colmado de agua esa región, y hace 12 años lo hiciera Katrina, y que la BP haya derramado petróleo en las profundidades de ese mar, sumándose a otras catástrofes y a las que vienen en el futuro. Pero la ideología capitalista de la productividad a cualquier costo seguirá ignorando, disimulado y maquillando esa realidad, mientras las grandes corporaciones siguen explotando este planeta en todos sus rincones. Países como Japón continúan matando ballenas con ridículos pretextos científicos, o corporaciones farmacéuticas siguen contaminado las aguas, y motivando con su prácticas la formación de bacterias muy poderosas; ciertos piratas chinos siguen matando tiburones para comerciar con sus aletas, y otros piratas asesinan rinocerontes en África; y el presidente Temer en Brasil se dispone a abrir la explotación minera en una zona amazónica hasta ahora protegida, con actitudes semejantes a las que se dan en Papúa Nueva Guinea, donde compañías malasias, aliadas con el gobierno, explotan de forma miserable los escasos bosques que aún viven.
Nadie en este planeta escapa a estos dilemas, y cada uno de nosotros debe hacer algo nuevo en sus prácticas diarias para empezar a cambiar. Recordemos que en Colombia se dará en el año 2018 un debate crucial por la paz, y frente al modelo económico imperante. Hagamos memoria y recordemos que importantes dirigentes del Centro Democrático pretendían crear una perniciosa ley de explotación de bosques que afortunadamente fue echada atrás gracias al liderazgo de antiguos exministros del medio ambiente. Y que la locomotora minera tendría que ser transformada frente a la ideología depredadora del capitalismo a ultranza. Y que los grupos más reaccionarios de este país pretenden continuar con la ampliación de la frontera agrícola y la explotación de una ganadería extensiva.