Es de tal magnitud y naturaleza el estado de zozobra que se ha ido lentamente apoderando del país que el chismerío supera al de los personajes que me inventé para mi novela Dabeiba hace 52 años. Una cosa la juntan con la otra y el bororó termina armándose solo. Como la gobernadora del Valle salió terminante a decir que el departamento había solicitado al Ejército los términos de referencia para adquirir un escudo antidrones, y defender a las sedes de Policía y Ejército y a la ciudadanía de los ataques que ya se han presentado dentro de la Guerra de Los Traquetos del suroccidente colombiano, muchos han pensado lo peor. Y como al mismo tiempo se vió ayer por tv y redes que un general boliviano amenazaba con tomarse con tanques el palacio presidencial en La Paz, y Petro puso el grito en el cielo advirtiendo de un golpe, la baronesa de Guacarí ha terminado en la punta de la lengua de todos los chismes que corren, más con esperanza que con razón. Ya los bochinches hablan de “la Mona golpista” que es capaz de tumbar un ministro de Defensa.
La baronesa de Guacarí ha terminado en la punta de la lengua de todos los chismes que corren, más con esperanza que con razón
Lo mismo está pasando con el fogón que soplan los millones de venezolanos refugiados en Colombia sobre las elecciones del 28 de julio en ese país. Desde los comedores del Club El Nogal hasta el bebedero de cerveza en La Boquilla, todos quieren hablar de lo que va a pasar ese día si gana o pierde Maduro. Y no son poquitos los que coinciden en que ese día el presidente Petro pierde con cara y pierde con sello. Si Maduro gana, el universo entero lo acusará de gigantesco fraude electoral y, dada la amistad y apoyo de Petro y su gobierno a Maduro, resulta inevitable que los lenguaraces harán responsable a Petro de esas triquiñuelas. Y si Maduro pierde, como dizque lo aseguran las encuestas, más de uno hace cábalas sobre cómo asumirá Petro esa derrota y hasta llegan a apostar que le dará asilo en Colombia al heredero de Chávez. Antes de que lleguen los huracanes del Caribe nos llegó el huracán de los chismes.