El humor es una importante manera de comunicar y de presentar la realidad, en donde se resalta el lado ridículo y cómico de las cosas, pero también es una herramienta política eficaz de catarsis que se utiliza para reírse de las injusticias, de la opresión y hasta de uno mismo. Sin embargo, ninguna representación sarcástica que involucre un mensaje sexista, racista, homofóbico o clasista es “inofensiva” ni debe asumirse como tal, al contrario revela la posición de quien la esgrime y de la sociedad de donde emerge.
El caricaturista Matador hizo recientemente un dibujo donde reducía el evento de la primera caminata espacial protagonizada por mujeres al simple hecho de conseguir descuentos en la luna, relacionándolas como compradoras compulsivas. Lo que hizo Matador no fue “irreverente” como algunos medios lo catalogan, sino que usó el humor y su machismo para naturalizar conductas e invisibilizar los logros de las mujeres.
Han pasado seis décadas y media desde que la humanidad logró pisar la luna en 1969, en ese tiempo han participado apenas 15 mujeres en misiones y caminatas espaciales. Mujeres que por mucho tiempo han tenido que vivir a la sombra de sus colegas, ser relegadas por élites intelectuales y emprender con mucho valor la lucha por la equidad de género en un ámbito permeado por el racismo, machismo, la discriminación y la exclusión.
Argumentar que la mencionada caricatura genera indignación debido a que a las mujeres "les falta sentido del humor" o que no "entienden de sátira" es un gravísimo error de percepción. El problema es que la caricatura es ofensiva porque además de burlarse del hecho, perpetúa un sinfín de mitos sexistas, naturalizando la desigualdad, asignando a las mujeres actitudes y roles basados en estereotipos de género y comportamientos diferentes a los de los hombres, con el propósito de mantener las bases de la subordinación.
Como cualquier representación gráfica, el humor crea realidades, las refuerza o las transforma. Por ello, una necesidad que tenemos como sociedad radica en cuestionar el humor que consumimos y con el que convivimos, con el propósito de que logre evolucionar y desmarcarse de prejuicios. Así como dentro de la libertad de expresión existe espacio para equivocarse, parte de la grandeza de quienes con su arte influencian la sociedad debe ser el de asumir sin egos la responsabilidad de la rectificación.
Hagamos uso del humor como una poderosa herramienta pedagógica que permita mejorar la realidad en la que vivimos sin temor de ser críticas y críticos de él cuando violenta o reproduce ideas de atraso.
