Humberto Maturana, un educador del alma

Humberto Maturana, un educador del alma

"Este maestro de la reflexión nos desafía a desarrollar la pedagogía del entendimiento con base en las emociones"

Por: David Auris Villegas
julio 13, 2021
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Humberto Maturana, un educador del alma
Foto: Rodrigo Fernández - CC BY-SA 4.0

Con Amar educa, su famoso discurso, Humberto Maturana ha renovado nuestro ritual docente, comprometiéndonos a devolver lo mejor de nosotros a la sociedad y construir un ecosistema sostenible, aceptando cada individualidad como ciudadanos capaces de colaborar y convivir respetuosamente.

En esta convulsionada época, impregnada de incertidumbre y brutal inequidad, encaminado a ensanchar la brecha humana, considerando al otro, nuestro competidor, Maturana nos recuerda al prójimo como único socio solidario para aprender haciendo y atravesar exitosamente las tempestuosas aguas de la vida.

Influyente biólogo del amor, nieto boliviano, célebre filósofo del siglo XXI, científico, conferencista, escritor y Premio Nacional de Ciencias, comparable a Paulo Freire en el terreno educativo, nació en Chile el 14 de setiembre de 1928. Después de una vida productiva, cuando el país sureño, atraviesa su histórica transformación social hacia una sociedad desarrollada, partió a la eternidad un 6 de mayo de 2021.

Entre sus libros publicados, Maturana junto a Francisco Varela, escribió De Máquinas y seres vivos y El árbol del conocimiento, donde definieron magistralmente el concepto de autopoiesis, entendiéndose que un sistema tiene la cualidad de autoproducirse y mantenerse a sí mismo. Además, junto a otros investigadores, publicó su famoso paper Lo que el ojo de la rana le dice al cerebro de la rana, considerado un texto altamente citado en los pasillos científicos.

En este artículo esbozo algunos aportes de Maturana al campo educativo y cómo aplicar en nuestra práctica pedagógica. Solía invitarnos a practicar los valores y vivir sin hacer trampas. Asignándonos la tarea pedagógica de empoderar valores en estudiantes de todo nivel, por una vida plena, sincera, coherente y sin mediocridad, para construir una sociedad más transparente y generar una confianza vital.

Además, nos comprometió aprender a escuchar a los demás. ¿Podremos educar el arte de escuchar en las aulas? Como líderes educativos, limitemos nuestros discursos y escuchemos al estudiante con interés y respeto. A través de debates interactivos, generemos en la comunidad estudiantil, la cultura de escuchar a sus condiscípulos, como una forma de vida, prestando atención a aquellos quienes piensan diferente, que más tarde les serán herramientas imprescindibles, para construir una tolerante convivencia.

Cuando las políticas educativas del planeta están centradas en el conocimiento debido a la reputada meritocracia, este maestro de la reflexión nos desafía a desarrollar la pedagogía del entendimiento con base en las emociones, resaltando el verbo amar, para encontrar sentido a la vida. Tarea a ejecutarse en las escuelas, como un contenido transversal holístico, apelando a sencillas preguntas filosóficas entre estudiantes, guiándolos a comprender el significado de nuestro destino.

Asimismo, Maturana plantea la pedagogía de la transformación humana, a través del diálogo docente y estudiantes y entre la misma comunidad estudiantil, para reinventarnos y empoderar la responsabilidad social. Los educadores, permanentemente debemos comunicarnos con empatía y respeto en las escuelas, valorando a cada niño y niña, incitándolos hacia un cambio de vida y lograr una versión mejorada de toda su humanidad.

Ante una educación que condena los fracasos y errores de los estudiantes, cual Sócrates del siglo XXI, Maturana nos adoctrinó el derecho a cambiar de opinión, a madurar y equivocarnos. ¿Es posible valorar los errores de los niños? Sí. Como pedagogos, ayudemos amorosamente a los estudiantes a reconocer sus desaciertos, para robustecer su vida a lo largo de nuestras actividades pedagógicas y erigir una sociedad superior a la nuestra.

Finalmente, la universalidad del pensamiento de Maturana como autopoiesis, matríztica y sus ideas pedagógicas, son adaptables en todos los saberes humanos. Particularmente en la educación, como educadores junto a los educandos, ejerzamos su magisterio y desarrollemos el entendimiento, la convivencia, la escucha y las emociones de los estudiantes, ampliando las fronteras de nuestra mente y el espíritu con el objetivo de encontrar un sentido a la vida.

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