En La galería el Museo hay tres grandes exhibiendo: Fernando Botero, Antonio Roda y Hugo Zapata que no dará tema para este tiempo de vacaciones. Empezamos por el antioqueño Hugo Zapata (1945) estudió arquitectura para entender las nociones del espacio, pero su mundo son las esculturas en piedra negra con oxidaciones El color y sus vetas las encuentra en lo profundo de la piedra. Comienza con una común y corriente llena de capas de tierra y cemento, pero a medida que la pule, encuentra adentro su historia de escultor. Zapata utiliza roca sedimentaria de origen volcánico con un alto contenido mineral denominada lutita clástica, originaria de la cordillera central colombiana que se encuentra en la cuenca del río Negro en Cundinamarca. Y mientras las transporta trata de que reciban la menor energía posible.
En el tiempo geológico de la piedra descubre su mundo artístico. Mientras observa una piedra cruda en su jardín presiente movimientos, ejes, volúmenes, formas, energías que le otorgan sentido a un mundo inédito de dónde sale el sello de un lenguaje contundente. Zapata busca una nueva geografía del mundo subyacente que también le muestran las huellas y escrituras del tiempo.
Espejo doble, 2019, roca lulita tallada
Así, encontramos en su trabajo las piedras que en son orificios contenedores crea Espejos del agua dónde busca, como los precolombinos de San Agustín, las imágenes estelares. Las estrellas se reflejan en el agua al fondo de la escultura negra. Obras que Edgar Negret adoró y que, en algún momento, en los años 90 llevó a la Bienal de Sao Pablo. Pero estaba decepcionado, le habían otorgado un espacio interior del edificio de la Bienal, mientras él había realizado un largo estudio para saber cuáles estrellas iban a brillar en la ciudad brasileña.
Sus formas mantienen una dinámica moderna y actual. Las flores del Mal son la combinación de geometría con poesía. Columnas verticales coronadas con polvo de color que permite una experiencia visual impresionante. La forma escultórica lleva encima su referente pictórico.
Zapata mantiene en su trabajo una línea austera de terminaciones delicadas. La superficie lisa evoca al tacto. Piedras continuas y sinuosamente unidas con vidrios transparentes llevan la idea de la cordillera que mientras atrapa el viento y contiene el agua en la luz del brillo del vidrio. Los referentes sensoriales se encuentran en todas las conexiones visuales. El artista vive entre las montañas de Rio Negro y con sólo observar su horizonte, nacen su referente geográfico. En este gran conjunto Zapata utiliza el vidrio como un elemento que ordena segmentos negros de piedra pulida con vetas mientras evoca la singularidad de la trasparencia del agua dentro del mundo de sus trabajos sensuales. El vidrio interrumpe la continuidad visual del negro para darle la luz a la Mandala.
Mandala, 2021, roca lulita y cristal
Así tanto la obra de arte y el acto de creación juntan las investigaciones y los conocimientos de una magia transformada en obra de arte. Cada corte que realiza con su pulidora de diamante busca el comienzo de un centro imaginado, de una textura lisa que busca emociones cuando una arquitectura virtual se evapora en la compleja forma de un sincretismo secreto. Los nacimientos macizos de Cordilleras son formas horizontales continuas. Son cantos a la tierra, a la naturaleza, a la geografía.
También están los Naos, naves a la muerte que se le ocurrieron cuando tuvo que participar en un homenaje a Alejandro Obregón. Bellas formas de embarcaciones donde prima la sencilla austeridad de una canoa y el sentimiento del más allá de Goethe.