Hugo Salazar Valdés fue un escritor chocoano que se destacó como poeta, ensayista y periodista. Nació en Condoto, la capital colombiana del platino en 1922, y murió en Cali en 1987. Fueron sus padres Jorge Salazar de origen antioqueño y la chocoana Marciana Valdés. Estudió en Condoto y en Popayán. En 1948, fue jefe de redacción del periódico El Liberal de Popayán. A la par, fue profesor de literatura en varias instituciones educativas en el Cauca y Valle del Cauca. En 1953, se trasladó a Bogotá y asumió la dirección de la revista del Teatro Colón. Luego, fue director de la Biblioteca Nacional y jefe de extensión cultural del Ministerio de Educación.
Fue autor de once colecciones de poesía: Sal y lluvia (1948), Carbones en el alba (1951), Dimensión de la tierra (1952), Casi la luz (1954), La patria convocada (1952-1955), El héroe cantado (1956), Toda la voz (1958), Plearnar (1975), Las raíces sonoras (1976), Rostro iluminado del Chocó (1980), Poemas amorosos (1991) y Antología íntima (2005). Todas han sido motivo de elogios por parte de grandes críticos dentro y fuera de Colombia.
Ahora bien, según los conceptos de los críticos literarios, Hugo Salazar Valdés es el mayor exponente de la poesía chocoana en el siglo XX. Su obra tiene un enfoque lírico universal y por eso es catalogado como uno de los grandes poetas colombianos. De hecho, su obra poética ha sido reseñada en las más importantes antologías de la poesía colombiana como las de Andrés Holguín, Fernando Charry Lara y Rogelio Echavarría. Igualmente, ha sido estudiada por destacados escritores y críticos literarios como Laurence E. Prescott, Fernando Ayala Poveda, Alfonso Martán Bonilla, Vicente Pérez Silva, Jaime Mejía Duque, Hortensia Alaix, Alfonso Martán Bonilla, Marvín A. Lewis, Julián Malatesta, Fabio Martínez, Alain Lawo-Sukam, Alfonso Carvajal Rueda, entre otros.
Sin embargo, como sucede en el Chocó con sus grandes figuras intelectuales, el poeta Hugo Salazar es un escritor desconocido entre las nuevas generaciones de chocoanos, pero la crítica literaria lo cataloga, con Jorge Isaacs Ferrer, César Conto Ferrer, Ricardo Carrasquilla, Rogerio Velásquez, Reinaldo Valencia Lozano, Gregorio Sánchez Gómez, Carlos Arturo Truque, Arnoldo Palacios Mosquera y Oscar Collazos Camacho, entre los escritores chocoanos más importantes en la historia de literatura colombiana.
En una entrevista publicada en 1956, Salazar Valdés explicó que su poesía “buscaba la liberación del hombre, su engrandecimiento, el anhelo de poder amarse todos, sin discriminación alguna, en la gran sociedad de todos los hombres". Estas palabras sintetizan la visión universal de un gran humanista. El profesor estadounidense de Literatura Hispana y Afro-Latina de la Universidad de Pennsylvania, Laurence Prescott, en su ensayo Voces del litoral recóndito: tres poetas de la costa colombiana del Pacífico, expresa que “sus versos demuestran la veracidad de sus palabras y constituyen un testimonio de la presencia y lucha de los negros del Pacífico por una vida digna dentro de la sociedad colombiana”.
En su criterio, la obra de Salazar Valdés “expresa en una gran dimensión el drama del chocoano en una dimensión de la saga del africano en América” y va más allá cuando en su estudio sobre la producción literaria de los escritores negros, dice: “varios autores se han llegado a conocerse bien más allá de su tierra y los que han generado la mayor atención de críticos, investigadores y estudiantes graduados en las universidades de los Estados Unidos y Europa son Manuel Zapata Olivella, Arnoldo Palacios Mosquera y Carlos Arturo Truque Asprilla, Jorge Artel, Helcias Martan Góngora y Hugo Salazar Valdés”.
El crítico literario de la Universidad del Valle, Héctor Fabio Martínez, quien ha estudiado con profundidad la obra de Salazar, sostiene que su obra Antología Íntima, publicada en la Colección Biblioteca de Literatura Afrocolombiana del Ministerio de Cultura en 2010: “Es un inventario literario realizado por el propio poeta, poco antes de su muerte”. “Es una revisión minuciosa y crítica desde sus primeros poemarios de finales de la década de los años cuarenta hasta los últimos de los años setenta. Si bien en sus inicios fue influido por el piedracielismo, pronto hizo un giro hacia el verso libre y el lenguaje rítmico y sincopado de la poesía afroamericana”.
Martínez, subraya: “Su obra canta al mar, a la selva y a sus pobladores negros”, un enfoque temático de “un mundo que lo emparenta con la poesía de Candelario Obeso, Nicolás Guillén y Luis Palés Matos”. Un mundo literario “que servirá de rito de pasaje entre la invisibilidad del negro y el universo de lo visible".
Para el escritor Martínez, “el mundo literario de Hugo Salazar Valdés estuvo lleno de tribulaciones, que en aras a situarlo en el contexto de la poesía colombiana y latinoamericana y con cierto acierto, señala que Salazar Valdés “en la búsqueda de la identidad poética hacía parte de la búsqueda de su identidad como afrodescendiente” y luego de varios años “comienza a encontrarse con su mundo, en las Once Elegías que escribió en su vida”.
Para la escritora del Instituto Cervantes de España, Josefina Cornejo, “los poemarios de Salazar Valdés hablan del legado de la esclavitud, las prácticas religiosas, los bailes y la música que definen a los afrocolombianos del Pacífico, y destacan que el entorno en el que habitan forma parte integrante de esa identidad. Así, el Chocó es una presencia constante en la obra de Salazar Valdés: es la fuente de donde bebe su inspiración poética”.
Para Cornejo “su poesía es un recorrido por la geografía, el paisaje y las gentes chocoanos. El compromiso del poeta con su tierra se manifiesta en las constantes alusiones a la selva, los puertos, los pueblos, los ríos y el mar” y “es que el sabor marino caracteriza sus versos, que se contagian del ritmo y eco de las olas; no solo eso, el mar adquiere un valor trascendental y representa un medio para regresar a los antepasados y a África”.
“Salazar Valdés no se detiene en una mera descripción idealizada del medio natural”, sino que “sus versos denuncian la explotación abusiva de los recursos que en el pasado trajeron fama y riqueza a esta región” y “se convierten de este modo en un arma de lucha social con la que preservar el entorno en el que sobrevive el negro colombiano”.
La escritora Cornejo, encuentra en la obra de Salazar Valdés, “el contexto geográfico desempeña un papel fundamental en la definición de la identidad afro hispana y sintetiza que “su producción poética, que lo emparenta con la literatura afrocolombiana inaugurada por Candelario Obeso sirve, una vez más, de pasaje entre la invisibilidad y la visibilidad del negro”.
Para el novelista y poeta Alfonso Carvajal, fue un poeta modernista deslumbrante, ya que "la lírica de sus sonetos es más profunda que formal”. Además, en opinión del escritor Javier Arango Ferrer, "es uno de cuatro poetas negros que han dado lustre a nuestro verso en Colombia”, y para el novelista y crítico literario Jaime Mejía Duque es el más grande exponente de la poesía chocoana en Colombia.