Estuve en Bucaramanga en el V Encuentro Internacional de Poesía y entre los poetas invitados me gustó el trabajo de Hugo Mujica. No conocía sus versos, pero me gustó su fraseo, como decía sus poemas y el contenido de ellos.
Parecería un atrevimiento entrevistar a alguien de quien se sabe poco, pero siempre he creído que es mejor, muchas veces, llegar limpio ante el entrevistado para uno sorprenderse, para ir descubriendo al ser humano que se agazapa en las respuestas que nos van dando y que nos emocionan o decepcionan.
Serio pero no vanidoso, habla pausado y define sin aspavientos.
De su página personal en la web tomo esta biografía.
Mujica nació en Buenos Aires en 1942. Estudió Bellas Artes, Filosofía, Antropología Filosófica y Teología. Esta gama de estudios se refleja en la variación de su obra que abarca tanto la filosofía, como la antropología, la narrativa como la mística y sobre todo la poesía.
Entre sus principales libros de ensayos se cuentan "Origen y destino" (1987), "La palabra inicial" (1995), "Flecha en la niebla" (1997), "Poéticas del vacío" (2002), "Lo naciente" (2007), "La casa y otros ensayos" (2008), "La pasión según Georg Trakl" (2009) y "Del saber del no saberse" (2014). "Solemne y mesurado" (1990) y "Bajo toda la lluvia del mundo" (2008), son sus dos libros de cuentos.
Su obra poética, iniciada en 1983, ha sido editada en Argentina, España, Italia, Francia, Estados Unidos, Chile, Eslovenia, Rumania, Bulgaria, Grecia, Portugal, México, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Venezuela, Bolivia y Uruguay.
En 2013-2015 publicó tres volúmenes con casi la totalidad de su obra, poética, ensayística y narrativa: "Del crear y lo creado", en la editorial Vaso Roto, México-España. En 2013 se editó su último libro de poesía: "Cuando todo calla", por el que recibió el XIII Premio Casa de América de Poesía Americana.
Su vida y sus viajes han sido el material principal de su obra, hitos como el haber vivido y participado de la década de los 60 en el Greenwich Village de Nueva York, como artista plástico, o el haber callado durante siete años en el silencio de la vida monástica de la Orden Trapense, donde comenzó a escribir, son algunos de los mojones de su historia.
Luego de la lectura de sus poemas le seguí en la Casa del Libro Total y decidí abordarlo.
Poeta buenas tardes, le dije, y le pedí un poco de tiempo para unas palabras mientras sacaba mi grabadora. "Con gusto", me dijo desde su sencillez de ser humano. Le pedí que habláramos de los textos que recién había leído para el público.
¿Qué es para él un escritor?
“Yo defino al escritor como el que escucha lo que la vida le cuenta y que aprende de ella misma viviendo. Cada uno tiene una condición singular, que es lo que uno es con la vida y creo que lo que uno puede dar a los otros es expresar eso. Y si lo quiere expresar desde el lugar, por así decirlo, donde la vida todavía es la de todos, que no se volvió un proyecto singular de cada uno, eso es el lenguaje poético. El lenguaje todavía tiembla con el nacimiento”.
Quiero saber para qué sirve la poesía en este mundo tan banalizado.
“Para nada, para nada”. “Para qué sirve el amor —reflexiona—. Hay cosas que no sirven. Quizá la banalización del mundo es pensar que todo es para algo. Hay cosas que son para celebrar la vida, no más. Para sentir felicidad porque la vida no es solamente trabajo o productividad o resultados: también es celebración, es alegría”
¿Cuáles son sus motivaciones para la poesía?
“Todo, en realidad. Creo que lo que me motiva básicamente es la necesidad de crear. En realidad, creo que todos los hombres somos creativos, así como todos somos espirituales y en algún lugar todas esas cosas se representan casi teatralmente. En la religión se lo simboliza, en la literatura se lo escribe, pero, es esa dimensión en donde todos somos creadores de la propia vida aunque no nos demos cuenta. Lo que pasa es que en general agarramos el cliché de las vida hechas, pero a cada uno se nos dio la vida para hacer algo original y creo que eso es la creatividad”.
¿Un poema o un verso que sea para usted guía?
“Hay un verso de mi obra que dice: “En el silencio, el silencio habla”.
“Yo vengo de una experiencia singular y es que hace un tiempo viví 7 años en silencio y ahí empecé a escribir”.
¿Por qué?
“Porque lo elegí. No sé. La vida trae cosas, las ofrece y uno les dice que sin saber mucho y se mete. Y creo que esa es la fuente de mi escritura, aunque yo antes pintaba”.
¿Cómo se siente expresándose en palabras?, ¿qué cree que perciban los otros y si piensa usted que su poesía es espejo para otros seres humanos?
“Yo creo que perciben eso que hablaba del nivel de vida; de la vida todavía cuando no se volvió trabajo. Creo que perciben eso, de una vida que es meramente expresión”.
“Una vez en Buenos Aires me paró una mujer y me dijo que leía mis libros, bla, bla bla, y me dijo: porque cuando usted escribe cuando todavía nos levantamos y estamos desnudos y después yo me visto de verde y busco un escritor verde. Y eso es cuando la vida es la vida de todos y creo que eso es lo que se percibe en mi poesía, al menos”.
¿Qué le diría a quien quiere atreverse a hacer versos, a hacer poesía?, ¿qué se aislé?, le digo recordando su aislamiento de 7 años.
“No, dice con una sonrisa, no, ese fue mi camino a pesar de que los poetas orientales tradicionales vivían en comunidades solitarios; los chinos antiguos, no los millonarios de ahora”.
No, —continua— yo no le diría nada, le diría que lea en alguna forma: vocabulario, la instrumentalidad para cuando uno quiera expresar algo tenga con que hacerlo. Pero es una pasión, un descubrimiento. Yo diría, para todo estar atento a la vida. La vida entrega muchísimo más de lo que agarramos porque solamente queremos lo que ya conocemos”.
¿Cómo ve la poesía que se hace hoy?
“Es muy difícil ser contemporáneo. O sea, por un Mozart debe haber habido cuarenta mil mediocres que tocaron. Digo, es el tiempo el que filtra y pareciera que otros tiempos fueron más puros, por así decirlo, que este. Creo que hay de todo. Creo que hay mucha creatividad y quedará muy poca poesía, pero bueno, ese es el filtro del tiempo”.
Los organizadores le llaman al poeta y terminamos nuestra charla con un apretón de manos.
***
Un poema de Mujica…
Hay perros que mueren de la muerte de su amo
Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
