El 30 de octubre de 2011 Richard Aguilar fue elegido como el gobernador más joven en la historia del departamento de Santander. Fue el séptimo gobernador por elección popular con una votación de 481.362, inscrito por un movimiento respaldado por firmas. Sus primeras palabras a las pocas horas de terminar escrutadas las urnas fueron proféticas para lo que sería su cuatrenio de gobierno: “Santander también eligió a Hugo Aguilar”. Una dedicatoria de triunfo para su padre, el coronel Hugo Aguilar Naranjo, quien fuera reconocido en todo el mundo por haber dado de baja a Pablo Escobar Gaviria.
La dedicatoria no era para menos, la zaga Aguilar continuaría un legado de ocho años al frente de los destinos del departamento de Santander. Un camino abierto primero por su padre quien fue gobernador entre 2004 y 2007 y desde prisión pagando una condena por acusaciones de jefe para Salvatore Mancuso quien lo acuso de haber recibido dinero de estructuras criminales para impulsar su campaña, logró llevar a su hijo Mauricio Aguilar al senado en el año 2010.
Ahora Richard Aguilar, el hijo menor del coronel, había logrado retomar las banderas de su padre mientras el pagaba una condena de nueve años por parapolítica en la cárcel de La Picota.
Los Aguilar habían derrotado la hegemonía que pretendía ejercer el gran cacique liberal, Horacio Serpa, quien en su campaña de la gobernación en la que Salió electo, llevó de la mano a Luis Fernando Cote Peña, hasta la alcaldía de Bucaramanga. En las elecciones siguientes los liberales perdieron la gobernación pero lograron quedarse con la alcaldía de la capital, ganada por Luis Francisco Bohórquez, quien derrotó a la candidata uribista, la exministra de comunicaciones Marta Pinto de Hart.
El coronel Hugo Aguilar, llegó a la gobernación de Santander por el partido Convergencia Ciudadana en el 2004 con 301.288 votos, derrotando al candidato liberal Francisco Bohórquez. El artífice de Convergencia Ciudadana en Santander fue el senador Luis Alberto Gil, un exguerrillero del M-19 conocido como El Tuerto Gil, que urdió toda la trama para hacerse al poder de manos de la ilegalidad en el departamento a través de las urnas con Convergencia Ciudadana. El Tuerto Gil, que en declaraciones ante la Corte aceptó reuniones con el jefe paramilitar Ernesto Báez, fue el gran aliado en la carrera política de Hugo Aguilar. Gil siempre estuvo detrás del coronel en sus triunfos como diputado a la Asamblea Departamental y luego en la gobernación. El coronel agradecido por su gestión, lo apoyó como su candidato al Senado en el año 2002, donde logró la mayor votación con 80 mil sufragios de los cuales 42 mil se los puso Santander. La justicia condenó a Luis Alberto Gil por parapolítica en enero de 2012 a siete años y medio de prisión.
Al coronel Aguilar la justicia le llegó por sorpresa. Terminaba una reunión política en una calurosa tarde en el Hotel Dann de Bucaramanga a mediados del 2011, cuando los agentes del CTI enviados desde Bogotá en misión especial por Viviane Morales entraron a capturarlo. Con un vaso de limonada en la mano para refrescarse del calor bumangués, el coronel Aguilar atendió la orden judicial. Calmó a los asistentes de la reunión y pasó el último trago de su refresco antes de montarse a la camioneta gris que lo llevaría al aeropuerto en un operativo relámpago que lo trajo directo al bunker de la Fiscalía. Aguilar se sentía tranquilo, su hijo menor Richard, el cuba de la casa, había regresado de Chile hacía tres meses para obedecer los designios de su padre y agitar sus banderas llegado el momento. Era la hora.
Como buen estratega, desde La cárcel de La Picota, donde fue recluido en julio de 2011, el coronel Hugo Aguilar siempre estuvo al tanto de la campaña de su heredero a la Gobernación de Santander. Había que garantizar el triunfo y cada movimiento preelectoral era clave para lograrlo. Que el muchacho no se fuera a perder entre las ramas. Así fue, ese 30 de octubre el coronel Aguilar desde los fríos barrotes de su celda, tuvo que ver por televisión la llegada de su hijo menor -con tan sólo 30 años de edad- al cargo más importante del departamento. No pudo acompañarlo, los testimonios de Salvatore Mancuso y varios mandos paramilitares que lo señalaron de firmar alianzas para quedarse con la gobernación que ahora acababa de ganar su hijo, acusaciones que no le permitieron disfrutar de ese momento de gloria familiar.
El actual senador Mauricio Aguilar, hermano mayor del gobernador Richard Aguilar, fue elegido con 49.382 votos en las elecciones de marzo del 2010. Su partido, el PIN (Partido de Integración Nacional) logró la cuarta bancada al Senado en el Congreso con ocho curules, siete de las cuales eran cuestionadas por sus padrinazgos y vínculos con parapolíticos condenados o investigados. Mauricio Aguilar, un ingeniero industrial que nunca había participado en política, pasó de la empresa privada en un solo salto olímpico al legislativo.
Al momento de su elección, su padre el coronel Hugo Aguilar enfrentaba 10 investigaciones de la justicia por peculado, delitos contra la administración pública, celebración indebida de contratos y abuso en la función pública, entre otros cargos. Bajo la lupa de los entes de control estatal y los medios, cerca del 25 % de los congresistas elegidos en el 2010, fueron señalados de tener vínculos con la clase política tradicional cercana a la parapolítica. Dos años antes Salvatore Mancuso se vanagloriaba de tener el 35% del legislativo comprometido con alianzas con los paramilitares para lograr llegar a sus escaños. Ese matrimonio entre ilegalidad y política que se esperaba desapareciera, se mantuvo bajo un vergonzoso capítulo de la historia electoral que se conoció como los herederos de la parapolítica.
Los dos partidos, el de su padre Hugo Aguilar -Convergencia Ciudadana- y el de su hermano Mauricio Aguilar –Partido de Integración Nacional- comparten el deshonroso record del mayor número de investigaciones y condenas a sus miembros por parapolítica. A tal extremo llegó el caso, que Convergencia Ciudadana se extinguió porque todos sus congresistas tenían nexos probados con el paramilitarismo y la ilegalidad.
La triada de Convergencia Ciudadana para hacerse a los poderes locales fue infalible, en la costa la lideraba Enilce López, La Gata, que logró tener a su hijo Héctor Alfonso López en el Senado. En Santander el dominio era del Tuerto Gil, mientras que en el Valle del Cauca y el sur del país, no se agitaba una hoja ni se realizaba ningún movimiento sin el aval del senador Juan Carlos Martínez Sinisterra. Los tres “pilares” políticos de Convergencia Ciudadana fueron a parar tras las rejas por sus nexos con el crimen y las autodefensas.
Richard Aguilar, un perspicaz abogado, encontraría la forma de blandir el sable de su padre militar, ahora preso, en la arena política. Los cuestionados partidos que acompañaron las victorias de su padre y su hermano, no podían tener el menor asomo en su campaña, sí se quería vender el cambio. Decidió lanzarse a la gobernación de Santander por el movimiento –Santander en serio- que tímidamente aparecía siempre en la parte baja de sus vallas y afiches, pero es claro que gran parte del caudal de su votación a la Gobernación, provino del endoso familiar en todos los municipios del departamento donde nunca perdieron poder.
Su candidatura fue clasificada por la Corporación Nuevo Arco Iris y el Observatorio del Conflicto Armado en su segundo informe de riesgos electorales para el año 2011 como generadora de riesgo. Las razones: los apoyos del representante a la Cámara por el PIN, Holguer Diaz, el exsenador conservador Alirio Villamizar y el exsenador Luis Alberto Gil, estos dos últimos presos por concierto para delinquir agravado y delitos contra el erario público.
Todas las alertas de riesgo, informes y cuestionamientos al pasado familiar político no empañaron su triunfo. Richard recibió eufórico su credencial como gobernador de Santander el 11 de noviembre de 2011, al lado de su hermano el Senador Mauricio Aguilar. Le había cumplido la promesa a su padre. Mientras Esperanza Mejía -delegada de la Registraduría- le recitaba las siguientes palabras, Richard apretó sus dientes, recordó a su papá, se acomodó la corbata y elevó su cabeza al techo: “Usted es una persona joven y los jóvenes de Santander tienen grandes expectativas en usted. Que Dios, el Sagrado Corazón de Jesús y el Espíritu Santo lo iluminen para que estos cuatro años sean de éxito para el bien del departamento”.
Desde entonces, mientras el Coronel estuvo detenido en La Picota, Richard y Mauricio Aguilar han mantenido el legado de una familia que ha caminado entre la línea de la ilegalidad y el éxito político que les permitió sostenerse en el poder aun estando detenido el mayor de los Aguilar.