Jesús Maria Henriquez es un administrador público y defensor de derechos humanos, oriundo de la ciudad de Santa Marta, que fue víctima del desplazamiento forzado, junto a su familia (mujer y dos hijos) y desde hace 11 años vive en Cartagena en condiciones infrahumanas.
Vivía cómodamente con su familia en Taganga, y fue durante varios años funcionario público en el departamento del Magdalena, hasta que en febrero de 2003 un grupo paramilitar los obligó a dejar su hogar y perderlo todo.
Jesús Maria inició una huelga de hambre indefinida el día 25 de febrero de 2014, para solicitar al gobierno que se les restauré el derecho a una vivienda digna. Se instaló en la plaza de la Aduana de Cartagena, el epicentro del Jet Set Nacional e Internacional y sede de la Alcaldía Distrital. Desde ese momento a la fecha, dice haber sido golpeado en cuatro oportunidades por patrulleros de la policía metropolitana de Cartagena MECAR.
Asegura también que durante los premios India Catalina, el jefe de producción de RCN, William Fernando Goméz les pidió que desocuparan la Plaza de la Aduana, porque el tema de desplazamiento no tenía nada que ver con su flamante evento, y que que la alfombra roja tenía que pasar justo sobre los carteles de la huelga, asegura que incluso intentó sobornarlo para que se fuera de allí. Les amenazó también con utilizar la fuerza de ser necesario para sacarles, pero finalmente les dejó allí y realizó su soberbia celebración sobre, literalmente sobre la huelga.
El día 11 de abril, fueron sacados a golpes de la personería, cuyos funcionarios llamaron a la policía, para impedirles por la fuerza, el acceso al personero William Matson.
Denuncian por último, que en el día de ayer 9 de mayo de 2014, en las horas de la mañana, fueron abordados en su lugar de protesta, por empleados de espacio público, al mando de Adelfo Doria director de esta entidad, por el alcalde menor de la localidad histórica y del Caribe Norte, Mauricio Betancourt, por el secretario general de la alcaldía Carlos Coronado, por el jefe de la oficina jurídica de la alcaldía, Jaime Ramirez y por el coronel de la policía Harold Barrera, junto a un piquete de aproximadamente 15 patrulleros.
Aseguran los huelguistas que de forma brutal fueron golpeados, ultrajados y que les desarmaron el cambuche que tenían para dormir, que fue golpeado tanto el señor Jesús Maria Henriquez, debilitado por dos meses de huelga, así como su señora esposa Mercedes Mattos Pinto, quién le acompañaba.
Denuncian el robo por parte de la fuerza pública de sus objetos personales: dos mochilas, dos celulares, un par de zapatos, tres sillas rimax, una mesita de madera, el radio y lo más doloroso para ellos, el dinero del arriendo del humilde apartamento en el que malviven en Cartagena. Las autoridades niegan rotundamente que ese dinero estuviese allí.
El señor Jesús María Henriquez seguirá pasando hambre en forma indefinida, solo consumiendo líquidos, en plena Plaza de la Aduana, en el centro de la ciudad turística más visitada de América, epicentro social y cultural de la élite nacional e internacional y de la realeza europea, cuyos protagonistas pasan sobre él sin mirarlo siquiera. El seguirá allí, responsabiliza de la situación al director de la Unidad de atención y reparación a víctimas en el departamento de Bolívar Arturo Zea Solano y al alcalde Dionisio Velez Trujillo. Cuando se le pregunta cuanto más resistirá, cuanto más podrá aguantar, el responde: "De ser necesario, para siempre"