“No tengan duda ninguna, que los responsables van a pagar por lo que están haciendo”. Con este ultimátum Germán Efromovich, accionista mayoritario de Avianca, inauguraba el ciclo de confrontaciones contra la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles, Acdac, agrupación conformada por 702 pilotos vinculados a la principal aerolínea de Colombia. El paro de aviadores ajusta ya su segunda semana, sin vislumbrarse una solución satisfactoria para ambas partes.
La huelga ha dejado hasta el momento un saldo en rojo para la empresa: más de 2500 vuelos cancelados y dos millones de dólares diarios en pérdidas, en un mercado en el cual sus competidores internos, Viva Colombia, Easy Fly, y externos, Copa y Latam, ganan cada vez más terreno.
Entre las prerrogativas más significativas del sindicato se encuentran un incremento salarial del 20% y el cubrimiento, por parte de la compañía, del 70% del valor de la retención en la fuente mensual. La última petición emerge de la última reforma tributaria, la cual ha terminado por reducir los sueldos netos de los pilotos en casi una tercera parte, factor que ha terminado por crear una disparidad de ingresos entre lo que reciben, con respecto a sus colegas en Latinoamérica.
La forma de afrontar la huelga, por parte del máximo accionista, ha sido una violenta campaña de desprestigio, en medios de comunicación, basada en amenazas de despido, y represalias futuras para los manifestantes, con la intención tácita de “echarle a la gente encima” a los pilotos. Otras formas intimidación han incluído impulsar el pacto colectivo y ofrecer beneficios a quienes se retiren del sindicato.
El gobierno no ha dudado en tomar partido a favor de la empresa al convocar a un tribunal de arbitramiento, que obliga a los pilotos a reintegrarse a sus actividades, a partir del pasado sábado.
La huelga de pilotos se convierte en la punta del iceberg, del verdadero problema que sufre Avianca en la mayoría de su estructura laboral: mientras los aeronautas en paro ganan entre 20 y 40 millones mensuales, y son contratados directamente por la compañía, la mayoría de los trabajadores de Avianca (operarios, personal en tierra y de mantenimiento) trabajan tercerizados para cooperativas de trabajo asociado, con sueldos que en la mayoría de los casos no superan los dos millones de pesos. Por esa razón, tercerización indebida, la compañía ha recibido recientemente una multa, por parte del Ministerio de Trabajo, de 2.900 millones de pesos.
Algunas cosas han quedado claras en medio de la protesta: ni el micrófono abierto en defensa de Efremovich, por parte de los “arizmendis” de turno, ni algunas de las inverosímiles peticiones de los pilotos como pedir tiquetes de primera clase confirmados para sus familiares, ni mucho menos citar mil veces la carta de Amiens, y las viejas consignas de la clase obrera, parecen aproximarse a la cruda realidad de la mayoría de los empleados de Avianca.