Hubo vida en Colombia en el siglo XX

Hubo vida en Colombia en el siglo XX

"No nos dejemos reescribir la historia. El país del pasado no era invivible, lleno de trincheras y estallidos. Había familias, amigos, música… pregúntele a sus abuelos"

Por: Camilo Andrés Hernández
agosto 22, 2019
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Hubo vida en Colombia en el siglo XX
Foto: Pixabay

Calculo que mis padres se conocieron en 1982, aunque no sé los detalles, no quise escucharlos cuando era pequeño. Entonces mi hermano (obviamente a medias) apenas debía tener un año. Imagino a mi papá con su sonrisa impostada y su derroche de confianza coqueteando con “la mona”; poco le importó que tuviera un hijo, él lo adoptó, lo educó y lo crió igual que lo haría conmigo años después. Ambos hijos aguantamos sus rabias, sus sermones, sus chistes flojos y sus bromas inoportunas.

Desafortunadamente, mi abuela y mis tíos no fueron tan generosos, mi hermano y mi mamá nunca fueron bien recibidos en su casa, que irónicamente era un hotel, en donde les saludaban con resignación cada vez que íbamos de visita. Por eso todas las vacaciones veía a mi mamá planear y planear actividades para mantenernos fuera de la casa de su suegra; recorrimos todos los rincones de Villavicencio, que no era tan grande entonces; nadamos en el río Guatiquía, aunque era necesario estar amarrados para que la corriente no arrastrara a los niños; conocimos Puerto López, en donde me sorprendí al escuchar que era posible desviar un río y me asombré conociendo el centro de Colombia; visitamos Arauca, Arauquita, Acacías, Yopal, Granada, Restrepo… nadamos en muchos ríos, jugamos en Acuallanos, comí miles de “raspa’os”, montamos a caballo...

Aun cuando no estábamos huyendo de la hostilidad de mi abuela, conocí otros lugares: San José del Guaviare, Ibagué, Fusagasugá, Santa Marta, Taganga, Riohacha y varios mas. Recuerdo a una muchacha lindísima, de ojos verdes, ansiosa porque el bus aún no llegaba a Barranquilla, a donde llegamos. Viajamos tanto como puede alguien que no tiene plata para un pasaje de avión… y he ahí el quid de este escrito: antes de 2002 sí viajábamos por carretera, sí se podía, yo no lo imaginé. Colombia no era una tundra postapocalíptica, sin ilusiones y llena de bárbaros descamisados con machetes, y no fue salvada por un gran héroe de “inteligencia superior”. Sí, había pescas milagrosas, lo sé, lo recuerdo; también cobraban vacunas a los negocios, y las guerrillas atentaban contra las empresas que se rehusaban a pagar; y sí, pienso que eso es intolerable; tanto como 5 millones de desplazados, 8000 ejecuciones de civiles inocentes, amenazas y montajes contra opositores políticos, cocaína en el nuevo avión presidencial...

Esta diatriba no se trata de comparar culpas; solo pretendo que no nos dejemos reescribir la historia; porque la Colombia del pasado no la recuerdo invivible, llena de trincheras y estallidos. Había familias, amigos, escuelas, empresas, paseos, música… pregúntele a sus abuelos.

Yo recuerdo una Colombia más verde, mucho más verde; y las lamentablemente fotografías me dan la razón. Sé que mi tía montaba bicicleta los domingos desde Fusagasugá hasta el alto de San Miguel, tratando de seguir “los pasos” de Lucho Herrera. Sé que mi abuela iba todos los meses a Bogotá a visitar la tumba de su esposo, y recuerdo cómo me mareaba viajando hasta Villavicencio, entre muchas otras cosas. Por algo la televisión y los libros de antes no solo hablaban de traquetos y prostitutas. Aunque no lo crean en este país antes se contaban otras historias; porque resulta que no estaba destruido y sin esperanzas. Eso es una gran mentira, y como toda mentira, tiene un propósito. Así que no nos dejemos engañar: no hubo un asedio masivo del terror, por parte de unos villanos irracionales contra una gente de bien que nunca hizo daño alguno. Hubo un conflicto armado, que debía acabarse y no debe repetirse.

 

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