Como persona Duque ha mostrado ser bastante diferente de lo que se hubiera esperado. Es bastante inteligente (no se llega a un cargo o se tiene éxito en el campo escogido siendo torpe o bruto); resultó relativamente moderado en un país y en un momento en que la polarización y los fanatismos son la característica de los ciudadanos; tiene la imagen de un individuo honesto (lo que parece ser ya una cosa rara entre nosotros).
Todo lo anterior en cierta forma inesperado, dada la forma en que llegó a la presidencia.
Al fin y al cabo es absolutamente claro que no fue por sus capacidades ni por su trayectoria que fue elegido, sino que como bien se dijo lo logró fue por haber sido ‘el que dijo Uribe’ y se benefició de que su contraparte fuera el ‘coco’ de Gustavo Petro. Nadie podría defender que fue un caudal electoral propio lo que le dio el triunfo.
Aunque en general no tiene mucho sentido intentar hipótesis contrafactuales y especular cómo habría sido un escenario si lo hechos hubieran sido diferentes, las condiciones particulares de este caso si lo ameritan, ya que es el momento en que su gobierno se ve desde ahora ‘con el sol a la espalda’ y con un balance cuya calificación estaría entre el escepticismo y el pesimismo.
Aunque hoy así parezca, no es tan claro o seguro que su presidencia será tan desdibujada como se ve hasta ahora. Razón de más para plantear la misma pregunta hacia el futuro: ¿podrá Duque apersonarse de la presidencia para sacar adelante un buen gobierno?
Hasta ahora el andar en la cuerda floja entre seguir siendo el instrumento de Uribe, de los furibistas, y de los radicales del Centro Democrático o iniciar una corriente política propia, le ha resultado mal. Por eso explorar esta posibilidad puede abrir alguna expectativa para lo que le queda de mandato.
En este momento Uribe está en su peor situación tanto como caso personal como en su condición de líder. Su imagen y su situación jurídica han ido paralelamente empeorando con las consecuencias que eso implica, y seguir amarrando el futuro y la suerte de una gestión gubernamental a él podría ser muy costoso. Para el Gobierno es un problema e incluso un lastre. Pero no quita que el uribismo sí aporta -en el sentido de la cantidad de votos de los ‘furibistas’-; y probablemente que el Centro Democrático también se alineará detrás de él, a pesar de que probablemente es mayoría el ala moderada que quiere ser más partido y menos seguidores de un mesías.
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Duque logró monopolizar con sus candidatos los órganos de control, pero eso no mejora su imagen, y se entiende que quienes los eligieron fue para servir sus propios intereses y no los de él
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Pero el hecho es que Duque sin los respaldos y sin las propuestas y objetivos de ese sector parecería como el Rey desnudo. Sí logró monopolizar con sus candidatos los órganos de control, pero eso no mejora su imagen, y se entiende que quienes los eligieron fue para servir sus propios intereses y no los de él. Difícil le queda estas alturas abandonar la posición de casado con Guaidó y de cabeza de playa de Trump contra Maduro; o de promotor del desmantelamiento de la JEP; o de defensor del glifosato y del fracking; o dejar de insistir en un ‘lavado de manos’ respecto alas las muertes de líderes sociales y líderes ambientalistas (ambos los más altos del mundo) argumentando que los culpables son aquellos a quien el gobierno persigue.
Difícil la estrategia escogida por los abogados de Uribe de acudir al Estado de opinión (cambiar el Estado de derecho por un ‘Tribunal de Honor’, o crear leyes que buscan que las sentencias se tumben mediante referendos, o proponer Asambleas Constituyentes para remplazar la actual Constitución): al renunciar a una instancia procesal bajo las normas actuales, renunciaron a la posibilidad de la Tutela (solo aplica después de haber agotado todos los recursos ordinarios) y a las Cortes Internacionales (Corte Interamericana o Corte Penal Internacional) puesto que éstas son supletorias, actuando cuando los Estados no lo hacen, y por acusaciones contra los Estados por su incumplimiento.
Pero por eso aún más difícil es la situación del presidente: ¿Se pondrá Duque de lado de Uribe apoyando las demandas contra el Estado Colombiano y calificando a la Corte de mafiosa y secuestradora? ¿O será capaz de hacer valer su propio temperamento y de montar y manejar un programa menos comprometido con posiciones tan poco constructivas como radicales?