Hay días que son “normales”. Todo pasa dentro de lo presupuestado. Son días que se viven por inercia, porque se está vivo y se deben vivir. Por el contrario, hay otros con un significado especial, donde el sol, a pesar de salir invariablemente por el oriente, se ve diferente, se siente diferente.
Son esos días en los cuales uno se despierta y lo primero que hace al abrir los ojos es buscar aquello que hará de ese día una experiencia singular. Puede ser el primer día de universidad, la ecografía que indicará el sexo del hijo que se espera, el reencuentro con la familia, la final de fútbol donde está nuestro equipo querido, en fin. Son esos días donde uno tiene la certeza que la vida florece.
Hoy, por ejemplo, he despertado pensando en Cartagena de Indias, la fantástica. Porque es allí, donde se sellarán hoy los acuerdos de La Habana que cierran el ciclo de las Farc como grupo guerrillero. Y siento alegría pues comprendo que será ese el primer gran paso para comenzar a vislumbrar un futuro diferente para este país, donde los noticieros no inicien contabilizando soldados o guerrilleros muertos, donde la clase política deba responder, sin escudarse en las Farc, por las problemáticas del país; donde el imaginario colectivo comprenda que diferencia no es sinónimo de enemistad.
Sé que la paz necesita más que una firma para lograrse, pero pensar en Cartagena y saber que allí terminará la historia de la guerrilla más violenta y dañina que ha tenido el país, me permite comprender que hoy no es un día normal.
#LunesDePaz